En la mañana fuimos muy temprano hacia el consultorio del doctor.
En el camino hacia el hospital nos quedamos callados, y por primera vez desde que salimos del hospital mamá se sentó al lado de papá. Eso era algo bueno, lo menos que quería en ese momento era tenerla a mi lado.Al llegar me senté en la camilla mientras esperábamos al doctor. Mis padres estaban una punta de la otra y yo lo mas alejada de ellos que me fuese posible. Al rato llego el doctor haciendo que los dos se apiñaran a mi lado y empezó el chequeo.
Después de 10 minutos valorandome el doctor concluyo que tenía agotamiento físico, estrés, desnutrición y problemas de insomnio. La verdad es que si sabia de mis problemas de insomnio, pero no de que tenía estrés ni desnutrición. Era verdad que solo comía una vez al día , pero no creí que era a tal extremo.
Los cuatro tomamos asiento en el escritorio del doctor y él empezó a recetarme medicamentos.-Dime, Sofia ¿haz podido recordar algo?
Me quede mirando mis tenis por unos momentos mientras barajaba la posibilidad de contarle al doctor delante de mis padres. Entrelace mis dedos y alce mi cabeza para ver a mis padres observándome en cada mínimo movimiento que daba. Respire profundo y empecé a relatarle al doctor lo de mi recuerdo de hace un día. Miraba al doctor a los ojos, y por el rabillo de los mios veía a mis padres.
A medida que contaba se ponían mas nervioso y pálidos, esos gestos solo hicieron agregarle mas carbón a mi llama de curiosidad.-Bien, eso es un avance muy bueno. Solo ha pasado una semana aun queda demasiado tiempo para que tu memoria se instale de nuevo en ti.- había dicho el doctor entregándome el papel con las pastillas. Lo tome y salimos de allí agradeciéndole. Fui a la farmacia y compre las pastillas para luego subirme al auto.
Me había puesto los audífonos y salimos del parqueadero del hospital para luego regresar a casa.
Me incorporé en el asiento cuando vi que íbamos por una carretera nada conocida hacia nuestra casa.-¿A donde vamos?
-Donde un psicólogo.- respondió mi padre y yo solo frunci el ceño.
-¿Para que queremos un Psicólogo?- le pregunté con rabia.
-Para que te revise, y no te negaras, ya tienes cita.
-¿Con la autorización de quien?- dije cruzandome de brazos. Él me miró por el retrovisor retandome con la mirada.
-Con el mio. Te recuerdo que aun eres menor de edad, señorita Sofia. Así que yo decido que es bueno para ti y que no por el momento.
Me eche a reír por su comentario.
-¿Así que creen que es bueno para mí Mentirme?- dije de la nada, mi madre tosió y me miro con ojos suplicantes para que parara. Solo rodé los ojos. Ninguno respondió mi pregunta y llegamos a un edificio color piel.
Al entrar nos recibieron con cita, por lo cual no tuvimos que esperar nada.
De inmediato entre a una habitación de color mayoritariamente marrón por lo que lo hacia ver antiguo y desgastado.
La Psicóloga me instaló en un sillón marrón grande y resplandeciente.-Bien, Sofia. Cuentame.- dijo mientras en su mano derecha cogía una libreta parecida a la que tengo ahora mismo. No tenia la menor idea de que quería que le contase.
-La verdad, estoy amnésica no loca.
La señora se echo a reír por mi comentario mientras yo solo la observaba.
-Sofia, creo que no sabes que los psicólogos no solo somos para atender locos. Además, también podemos ayudar a recuperar recuerdos.
Esa palabra abarco toda mi atención.
-¿En serio?
Ella asintió con cara de satisfacción mientras escribía algo en su libreta. Después de aquello me pregunto que era lo que regularmente hacia últimamente. Le respondí que me la pasaba toda la tarde encerrada en mi habitación apenas salia del colegio. Me preguntó por mi colegio y le comente acerca de Sebastian, me parecía algo importante ese tema en ese instante. Ella tan solo asentía y anotaba en su libreta. Quería ver que tanto era lo que escribía.
Me pregunto infinidad de cosas que me sentí agobiada a tal punto de querer llorar pero sin que una sola lágrima saliese de mis ojos.
En ese momento no sentía nada, pero algo me dolía, algo estaba revolviéndose en mi interior pero por afuera no sentía absolutamente nada. Al cabo de diez minutos de un perpetuo sufrimiento la psicóloga autorizo la entrada a mis padres, ellos se sentaron a mi lado enfrente de la señora.Estaba hablando con ellos acerca de mí, pero no me importo en nada. Me desconecte de la conversación y me centre en mi misma.
Aveces sentía que estaba muerta, pero seguía respirando. Esta semana ha sido tan agobiante que me ha cambiado por completo. Creo que la famosa frase "muerta en vida" encaja perfectamente en mí. Estoy respirando y contando los días, pero sin querer hacerlo realmente. Estoy saludable pero a la vez enferma. Soy capaz pero incapaz al mismo tiempo. Soy capaz de estar un poco mas en pie, pero incapaz de esforzarme al máximo. Estoy sana físicamente, pero mi alma y sentimientos están totalmente enfermos. Y todo encajo perfectamente en mi cabeza al momento en que la Psicóloga digo tres palabras que yo ya sabia que tenia. Aunque quería negarlo."Ella tiene depresión."
~•~•~•
Me recetaron mas pastillas después de esa sesión. Mamá había estado llorando por todo el camino a casa y papá solo tenía la mirada vacía. Ninguno había hablado después de ese diagnostico. Y era mejor así, yo ya no quería hablar mucho, ahora las miradas y el silencio eran el mejor lenguaje jamas creado.
Llegamos a casa y antes de meter el auto totalmente al garaje, me baje velozmente para irme a mi habitación. Tire mi bolso al suelo y de inmediato salieron todas las pastillas y vitaminas volando en el suelo. Mire el tarro de pastillas recetadas por la psicóloga. Era un tarro marrón transparente que dejaba vislumbrar las pastillas blancas de su interior. En un costado del tarro traía un emoticón amarillo con una cara feliz, y no puse en duda que era lo mas hipócrita que había visto en mi vida.
Agarre todas esas porquerías y las metí en el cajón de mi mesa de estudio.
Escuche como tocaron a la puerta y de inmediato me acerque a mi bafle y lo conecte al celular para escuchar musica en alto volumen. Aun así, podía seguir escuchando los toques y llamados de mi madre a través de la madera. Los toques seguían y mi irritación solo iba en aumento. Puse en máximo el volumen del bafle, pero seguían con sus toques. Mas de una vez escuche las súplicas de mi madre pidiéndome abrir la puerta, pero yo solo los ignoraban cantando fuertemente.
Los toques aumentaron y mi madre ya estaba gritando en este punto, la perilla de mi puerta se sacudía. Estaba realmente asustada por todo esto que comencé a llorar descontroladamente mientras halaba de mis cabellos. El pecho se me oprimía y sentí como se me iba el aire mas de una vez. Y mi madre no ayudaba con todos esos toques irritantes.-Hija, abreme. Nos necesitas.- gritó tan alto que la escuche con claridad. En ese momento explote.
-¡Dejenme sola! ¡No necesito a nadie, dejenme sola!- le grite fuertemente mientras me ponía de pie y me secaba las lágrimas.
Me acerque a la puerta y le pegue un puño.-¡Sola! ¡Sola! ¡¡¡Sola!!!- le pegaba patadas y puños a la madera mientras los sollozos se escapaban de mi garganta sintiendo que me la estaba desgarrando. Cuando no escuche toque alguno me calme un poco. Me deslicé por la pared y me quede allí acostada mordiéndome una uña.
Así estaba plena y feliz, sonríe mientras dejaba que la fuerte musica me llevara a otro lugar del mundo fantástico.Solo por esta vez me permití soñar, me permití tergiversar mi asquerosa realidad.
-Sofia.

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Dulce Agonía
NonfiksiEsta es una historia con unos pequeños relatos de una adolescente que pierde su memoria. Ella escribe todos los días de su vida en un cuaderno, para que no se pueda olvidar de nada mas. Sofia se siente tan agobiada que en todo su trayecto empieza a...