"Susurros de un mar viejo"

1K 139 31
                                    

"SUSURROS DE UN MAR VIEJO"

Solía ser una anciana,
que habitaba a la orilla de la playa,
con una hermosa familia.
A mis hijos adoraba.

Por las noches imaginaba,
qué sería de ellos sin mí,
o de mí sin ellos,
sin poder verlos seguir.

Me destrozaba pensar
que un día me iba a marchar,
abandonar tantas pasiones,
no era tan fácil la verdad.

Imposible conocer mi descendencia,
a las futuras generaciones,
yo no tomo esas decisiones
e incluso para después de morir,
tenía grandes ilusiones.

Quería seguír presente,
todavía después de la muerte,
conocer a mis nietos
y ver crecer a su familia.

¡La vida es así!,
nacemos y hacemos todo para sobrevivir,
desconociendo nuestro último día,
distraídos a lo que pueda venir.

Todos los atardeceres los presenciaba
a la orilla de la playa,
cuando bajaba la marea,
la que mis pies acariciaba.

Me encantaba ver el mar,
tan puro, tan libre e infinito,
que llega a la costa y se va,
dichoso de mirar el cielo y a las estrellas reflejar.
Si al morir me pudiera aquí quedar,
amaría ser parte del mar.

Pedí a Dios quedarme cerca,
lo suficiente para sentirlos,
lo suficiente para observalos
y verlos crecer en su camino.

Él me habló,
me arrodillé y me juzgó,
con amor le supliqué como aquellas tardes,
mis deseos más profundos,
de habitar en este mundo.

¡Me evaporé, era libre!
Tan ligera como el viento,
era nube no te miento,
y en llovizna regresé.

Fuí lluvia, fuí mar y fuí cielo,
y su realidad todos mis anhelos,
los sucesos enfrente y los recuerdos en mi mente,
como una película grabada.

Con los años todo pasa,
unos lograron sus objetivos,
los otros se quedaron a medio camino.
Pues así es el destino,
obtenemos lo que construimos.

Las cosas se terminan,
incluso mi recuerdo.
Morí por segunda vez una tarde,
cuando él agonizaba,
diciendo mi nombre.

Ahora quedaba nada.
Llevo años aquí estancada,
escuchando sollozos,
de una joven que ha de llegar,
cada tarde a buscar consuelo.

Le transmitían calma mis susurros,
los susurros de una marea vieja,
hechada al olvido,
y por las tardes el abrigo,
de una doncella solitaria.

Un atardecer no llegó,
y desde ese entonces,
ser mar ya no tenía sentido,
seguir en este sitio,
donde el mundo se derrumba,
los humanos ya no respetan,
destruyen para vivir,
lo que les ayuda a seguir.

Y fui consuelo, fui calma y aliento,
abrigo y refugio.
Soy olvido con el tiempo,
soy susurros de un mar viejo.

Alguna Vez Silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora