18 | Atascado de amor

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Capítulo 18. Atascado de amor.


Hemos perdido nuestras pisadas que comenzamos a orbitar alrededor de la estrella equivocada, alrededor de una supernova que nos destruiría.


Katelyn Clark.

—Saldré, llegaré tarde, no me esperes despierta.

Tal vez aluciné, tal vez no, pero él corrió hacía la puerta sin decir más, y antes de que tan siquiera me dejará pensar en algo que decirle, se alejó dejando rastros de aburrimiento en su rostro y cansancio en su cuerpo.

—Mami, ¿a dónde se fue papá Logan?

—No lo sé, cariño.

No había mucho en que desgastar esas ideas, tampoco había que escavar mucho en los sentimientos para saber que dolía. Las giras de Logan habían terminado hace poco menos de una semana y desde ahí salía durante exageradamente todas las horas del día, pero con ninguno de los conocidos de él. Quizás lo único a lo que salía era a tomar aire, quizás exageraba con mis celos enfermizos.

—Mami ¿quién es Juliete?

(...)

—Macarena murió.

Quise creer que aquello fue una broma cruel para bajarme de las nubes de mis pensamientos fugaces, pero sus ojos tan llenos de verdad me indicaron que nada de lo que salió de su boca esa noche estrellada fue mentira.

Y por enésima vez en toda mi vida me odie por la misma razón, por tener una empatía tan grande que hasta podía compararse con la cantidad de maldad de Macarena, tan grande que hasta incluso me sentía mal por no haberla ayudado.

— ¿Cómo? –Fue lo único que pude preguntar.

Deseé poner mute a todo, deseé poder cambiar algo del pasado, para saber si aquella teoría de líneas del tiempo era cierta y alterarían nuestro presente para salvarla de su decisión, y quizás por fin salvarme a mí misma.

—Macarena estaba tan obsesionada y Jos se encontraba tan dolido, él la rechazo mil veces y ella mil veces lloró. No se sabe cómo ocurrió todo, pero ella en un desespero condujo a un acantilado, justo después de que Canela le gritó que no la soportaba más y no la quería volver a ver. Su madre intentó detenerla y sin querer también se condujo a su propia muerte. Nadie se dio cuenta del abismo. Él auto sigue ahí mismo en donde se estrelló, nadie pudo rescatarlas. Ambas murieron esa noche, hace seis meses.

Odiaba a Macarena por todas las lágrimas que me obligó a derramar, por todas las noches que los recuerdos de ella me asecharon, por todos los pañuelos que me obligó a desperdiciar, la odiaba por ser como era. La odiaba por hacerme sentir culpable de su muerte.

—Pero hay algo más importante de lo que debemos de hablar. —Tartamudeó. —No puedo esperar más, me está matando. —Continuó.

Pero sabía que el destino no quería sonreírme y sólo me miraba con odio deseando que mis latidos me ensordecieran y mi respiración dejará de funcionar. Vaya que lo logró.

—Prefiero acabar con esto antes que esto acabe conmigo.

Ingenuamente creí que los baldes de agua fría tendrían piedad conmigo por primera vez en mi vida y dejarían de caer sobre mí, pero fuí tan ilusa que me reí internamente de mí.

Alan era de lo poco que me quedaba en esos instantes, no quería perderlo también, jamás, no a él. Y ojalá todo se hubiera quedado estancado en ese silencio tan frenéticamente melancólico con colores sepia. Un silencio que nos absorbía abruptamente, para así quizás removernos un poco los sentimientos que nos ahogaban sin piedad y que nos destrozarían.

—Te deseo. –Pausó su respiración. —Duermo deseando una vida a tu lado todos los días.

No sé qué quise hacer pero moví mis ojos a algún punto detrás de él, quizás sólo quería esquivar su mirada, o quizás esquivar los sentimientos.

—Me he atascado contigo por más de cuatro años. –Continuó. —Y por más de cuatro años no he dejado de soñar estar a tu lado.

Quise llorar porque sabía que me dolería, estaba tan acostumbrada a ser quien recibe las puñaladas y no ser quien las da, que desee ser yo la dañada.

—Alan, estás sólo confundido. –Mis palabras le perforaron más que las balas.

—Me conformé con las sobras de Canela con la esperanza de que algún pudieras quererme, verme con algún brillo como veías a Jos. Te di de mis partes para que te completaras sin importar el daño que me causaría, pensé en ti antes que en mí y sin querer me dejaste medio vació, ¿acaso eso es estar confundido?

Estaba condenada a arruinar todo, sin intentar hacerlo.

—Estoy lo suficientemente enamorado que ahora lo único que sé es que eres mí única prioridad. Te amo tanto que he comenzado a orbitar alrededor de ti como si de planetas se tratarán.

Todo comenzaba a pintarse en colores fríos, un ambiente melancólico en donde desee cambiar los escritos del destino. Sin mucha energía que pudiera hacerme sentir mejor, curve mis labios en forma de una sonrisa caída y al punto del quiebre como nuestros sentimientos.

No había respuesta alguna que él mereciera de mí y mi silencio comenzó a absorber como un agujero negro.

—Te amo y no quiero que él te haga daño. Cuídate mucho. —Siguió.

Pero todo aquello no sonó sólo como una cruel advertencia, el amargo sabor a despedida era tan palpable que comencé a marearme.

Su voz fue tan suave como para aventar todo el veneno que había en su mirada destellante de furia.

—No te cases con él, no lo hagas Kate.

Queriendo desequilibrar aún más mi mundo, aventó sobres amarillentos a la mesa.

No supe si el vacío de mis ojos fue porque creí que su amor era solido o porque nunca me perdí en sus ojos como él lo hizo con ella. Logan la miraba como nunca me miró a mí y eso me persiguió, pero cuando mis ojos enfocaron a ellos besándose me apuñaló sin piedad. Y todas las veces que abandonaba el apartamento apresurado y aburrido cobraron sentido, comenzaba a aburrirse de mí.

—Te lo mandó Jos, agradécele a él.


↔.↔

Disfruten mucho y no me maten por lo que pasará. Los amo.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora