27 | Siempre volvemos para dañarnos más

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Capítulo 27. Siempre volvemos para dañarnos más.

Katelyn Clark.
Lo interesante del amor es que cuanto más creas en el, más te decepcionarás.
No importa si no crees en el, cupido es un capullo y te flechará tarde o temprano. Lo mío fue más temprano que tarde y más doloroso que fantástico.
Me odié en el momento en que dejé de ver mi mundo con filtros, le dí mi mundo a solo una persona y al tener tanto poder en unas manos que sólo sabían romper, estaba más que claro el futuro que me esperaría.
No creía en segundas oportunidades y ahora confirmo que reintentar lo que alguna vez no funcionó, es a veces tan estúpido que sólo recalca lo safado que estamos.
No estaba bien, nunca lo estuve y jamás lograré estarlo.
Porque lo perfecto no existe y mucho menos en mi vida. Siempre habrá algo que me falte y que necesite.
Porque estaba de nuevo ahí, al lugar al que mil veces había ido antes, al lugar al que odiaba por haber amado tanto.
—¿Estás ya ahí? –Dijo la voz del teléfono desechable.
—Si, estoy aquí. ¿Qué procede? –Dije tajante.
Estaba dispuesta a dar mi vida si eso salvaba la que yo había creado pero sonaba tan fácil que no debía de serlo.
—Espero estés sola, si me llegó a enterar que avisaste a alguien, te aseguro que tú Camilita pagará todas las consecuencias de tus estupideces.
Y sí, quizás no era lo más inteligente seguir las órdenes de alguien que ni siquiera puede controlarse. Pero si existía la pequeña posibilidad de estar aunque sea cinco segundos con Camí, arriesgaría hasta mi vida para no arriesgar la suya.
—No avisé a nadie, ni a policías ni a Canela. Estoy sola, como lo pediste. –Ésta vez, mi voz comenzó a fallarme.
No sé si era el lugar o la situación, pero comencé a tiritar por el frío que mis recuerdos me causaban.
—Entra a la casa, la conoces a perfección. Haz estado en aquella casa mil veces, Canela te debió de enseñar cada rincón de esa casa, ¿No es así, hermanita mía?
No se equivocaba, pero tampoco acertaba.
Había estado en esa casa más noches de las que estuve en mi antigua casa que compartía con mi padre. Pero él jamás me mostró cada habitación, sólo conocía la que era de él.
—Y ahora, ¿A dónde voy? –Pregunté cuando tomé el valor de abrir la casa llena de recuerdos.
—Ve a la antigua habitación de Canela.
Cada peldaño era revivir todo, incluso volver a sentir todo lo que había sanado.
Y cuando entré a la habitación, todo seguía igual a como estuvo la última vez que yo estuve ahí. Mi conciencia era tan escandalosa que me dió por revisar cada rincón con alguna esperanza de encontrar mil explicaciones.
Y las hallé.
—Oh cariño mío, estás aquí, justo como imaginé que estarías, te juro que no te soltaré de nuevo. –Dijo quién menos esperaba.
—Por un carajo, cállate Logan, ella debe de morir.
Guardé cada carta dentro de mi suéter y antes de que pudiera pensar en algo más, mis ojos se cerraron.

(...)

—¿Acaso te ha dado el síndrome del superhéroe? La has traído hasta acá para nada, capullo, este fue tú plan desde un comienzo ¿Te echas para atrás así como si nada?
—El plan nunca fue matarla, Macarena, tú lo sabes.
—Lo sé, lo sé, pero nada en esta vida sale como planeas y digamos que quise renovar el plan a algo no tan aburrido.
Desperté como tantas veces para darme cuenta que esa no era como ninguna vez, a penas sentía mi cuerpo y no era capaz de mover ni un músculo, por lo que sólo podía escuchar y sentir el frío en mis manos.
—Camila podrá vivir sin su madre, pero no podrá vivir si la asesinamos. ¿Entiendes? Un vida por otra, todo funciona así.
Y en esos momentos, deseé estar en un cuento de hadas y que mi príncipe azul llegará a salvarme.
—Este es mi plan y debería seguirse como yo lo creé.
—Lo has dicho, debería, pero no es así y te callas.
Recalco, desearía estar en un cuento para que alguien me salvara o quizás para que alguien por fin no me traicionara.
—¿Has traído a alguien más, Logan? –Preguntó Macarena cuando un golpe seco se escuchó de fondo.
—No, ¿Tú? –Preguntó Logan.
—Maldita sea, ve a ver quién carajos nos ha descubierto. –Ordenó ella.
Tengo una jodida suerte, lo sé. Porque en el momento en que más cuidadosa debía de ser, estornudé por el polvo a mi alrededor y me di cuenta que podía moverme. Lo malo de eso, Macarena también se había dado cuenta.
—Hermana mía, has despertado. –Fingió emoción.
Olvidenlo, no quería ser ya ninguna princesa ni que ningún príncipe se vistiera de azul para salvarme, yo podía hacerlo sola.
Y qué más podía contar, nada me salía como yo quería.
—Lo he encontrado, Maki. Se quiso hacer el héroe pero no pudo.
Y la emoción en el rostro de Macarena esa vez si fue de verdad y ni que decir de la mía.
—Maldita perra, te dijimos que vinieras sola. ¿Acaso no puedes hacer nada bien? –Exclamó Macarena.
El sonido de la bofetada que me dió sonó más de lo que hubiera sonado la pistola que traía escondida en su abrigo.
Al final yo siempre pagaba los platos rotos.
—Mierda Macarena, ella no me dijo nada, yo la tuve que vigilar y seguir hasta aquí. –Aclaró Jos.
Hubiera preferido que me abofetearan más a escuchar esas confesiones, sin dudarlo.
Pero, a pesar de todo, mis ojos brillaron cuando entendí sobre la pequeña posibilidad de que él se preocupara por mí y así quizás regresar.
Me gustaba verlo a los ojos, porque me recordaba mucho a la época en dónde era feliz y nisiquiera lo sabía. Porque al final, siempre volvemos al lugar en donde fuimos feliz con la esperanza de volver a sonreír o para dañarnos un poco más.
—¿Qué cursilería barata es ésta? –Exclamó Logan furioso.
Lastima que nadie se preocupó en responderle.
—Maldita sea Canela, has arruinado todo de nuevo. Incluso has arruinado nuestros planes. ¿Qué haré contigo? –Suspiró Macarena.
—Nunca ha habido nada entre nosotros Macarena, entiéndelo por primera vez. Yo no soy tu vida ni quiero serla, porque mi vida se la he entregado ya a Kate.
Supe que podría volver, que no todo estaba perdido y que quizás era sólo cuestión de tiempo para reintentarlo.
Pensé que por fin sería feliz.
—¡Mami, estás aquí!
Su voz era difícil de olvidar, pero llegó en el peor momento.
—Diablos. –Dijo Macarena.
No sabía en absoluto cuál era su plan, pero así no era.
Macarena en un cerrar de ojos ya estaba junto a Camila cargándola hacia quién sabe dónde y Canela estaba detrás de mi intentando quitarme los nudos de las muñecas.
—Así no era como debía de pasar, te lo juro. Te amo y amaré pero si no es conmigo con quien decides pasar el resto de tus días, este será tu último día.
Cerré los ojos esperando lo peor y el arma sonó tres veces.
Lo peor no era lo que yo imaginé que podía pasar, lo peor fue lo que pasó.
Cuando abrí los ojos, ví a Jos tirado en el piso con balas en su cuerpo y por si no fuera poco, su cabeza sangraba por haberse golpeado con algun mueble.
Antes de que su aliento se fuera, él abrió los labios y dijo lo que yo no pude decirle:
—Te amo y daría mi vida infinidad de veces por la tuya.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora