25 | Dulce

898 66 3
                                    

Capítulo 25. Dulce.

Katelyn Clark.

Estaba muriendo.
No podía siquiera respirar como una persona normal. Todo debía de ser una broma, una jodida broma. Camila debería de estar jugando como cualquier niño. Ella debería de estar ahí. Debería.
—Por Dios ¡Es tu hija, Canela!
No podía comprender la indiferencia de él. Era como si no le afectar, como si no lo sintiera, como si supiera que eso iba a pasar.
—Ella va a estar bien, lo prometo. -Dijo a secas.
Sin más ni menos, se separó y, su rostro -aunque a un costado de mí- se volteó y su mirada corrió hacia un lugar que yo conocía a la perfección.
—Señora, alguien pidió comunicarse con usted. -Tartamudeó la educadora.
Amaría que todo siguiera siendo un sueño, amaría en serio que esto no haya pasado nunca, amaría no ver el rostro de aquella mujer asustada anunciando cualquier cosa menos algo bueno.
—¿Quién eres? -Pregunté a secas.
—¿Quién soy? -Preguntó queriendo sentir cada palabra. —Soy la mujer que te asegura convertirá tu existencia en una jodida estadía sola.
—¿Tienes a Camilla, no es así? -Pregunté cuando entendí.
Tardó segundos que parecieron horas en contestar con un simple:
—Sí, la tengo.
Ni más, ni menos. Quién sea que fuera ella, me odiaba y, no me dejaría en paz tan fácilmente.
—¿Qué quieres a cambio? ¿Dinero?
—Yo no estoy haciendo esto por dinero, cariño. Esto es algo más complejo que finanzas. Quiero todo lo que te involucrado a ti.
Jos cada vez, se tensaba más a mi lado escuchando la llamada por altavoz. Él sabía que nada aquí podría terminar bien. Ni siquiera podría asegurar que todo terminaría.
—¿Quieres mi vida por la de ella? -Contesté más en afirmación que pregunta.
—Esto es algo más retorcido que una vida por otra vida, no lo entenderías. Quiero verte caer, Katie.
Todo me salía mal, ¿acaso no podía respirar en paz?
—Quien sea que seas, regresanos a Camila, tu odio es contra nosotros no con ella. -Habló Jos con cólera.
Joder, que si esto es un mal día no es buena idea que el salga a reclamar para empeorar todo.
—Y aunque tengamos que cruzar todo el mundo, lo haremos y encontraremos a Camila. También a ti y no creo que quieras las el resto de tus días en la cárcel. -Continuó.
Entonces no supe que era mejor idea, si darme por vencida o contestar de igual manera a aquella mujer.
—Me encanta tu actitud, Jos. Ella me dijo que tu eras tan vil con nosotros, no se que haces rogando por estar con Katelyn.
Y me tense aun más si es posible. ¿Ella? ¿Contra cuantos estábamos peleando, contra dos, tres, una docena?
—No soy todo lo que dicen, no intentes inventar historias, quiero a mi hija y la tendré.
Todo fue de mal a peor cua do escuché lo que temía:
—Jos, tu puedes tener a la niña si así lo deseas.
Lo parloteos fueron tan omitidos por mí que solo escuché algo más.
—Entiende Jos, esto no es contra ti, mucho menos contra Camila, esto es contra Katelyn. No descansaremos hasta destrozarla.
Y colgaron.

Macarena Becker.
La odiaba.
Nunca podría ser distinto. Incluso cuando lograra mi maya inicial seguiría odiándola, porque ella se metió en mi relación nunca dada, se metió en mi obsesión más grande.
—La niña tiene hambre, ¿comida para perro o para gato? -Enfatizó levantando cada sobre.
Abby siempre sería mi mejor amiga.
Aunque la haya abandonado para vengarme del tipo que mató todo lo que pudo de mi, pero se olvido de quitarme la vida.
—Lo que sea que la dañe más. -Murmuré.
—Aun no entiendo, ¿esto es más para vengarse de Braulio el maldito ó para vengarse de Katelyn la que te robó el hombre?
Sí, era mi mejor amiga. Pero eso no impedía que fuera un poquito estúpida.
—Desde que pude matar a Braulio todo pasó a ser para dañarla, siempre quiso ser la piedra en mi camino. —Le dije sin más.
—Se supone que si encuentras una piedra en tu camino no te vas a estancar para quitarla, si no que seguirá sin importar si esa piedra te dañó. No entiendo tu filosofía al dañar.
—Es que este no es tirar palabras al aire creyéndote filosofa, esto se trata de entender el arte del dolor.
Incluso si me decían que Katelyn moriría, no me conformaría con saberlo, yo estaría ahí para escuchar el último latido de su corazón y, cuando lo consiguiera me esforzaría en que la comieran los gusanos más temprano que pronto.
—Lo que sea, sientete poderosa mientras puedas dañarlo, te aseguro que esto no durara mucho, querida amiga mía.
Y justo en el momento menos indicado entre el sujeto que creía había huido del mapa. Observó cada parte de aquella bodega con repulsión quedando como un hipócrita al ver a la niña atada a una silla con la boca cubierta para que evitara gritar, con los brazos y piernas tan atadas que dejarían marcas, pero con los ojos abiertos para que nos recordara.
—Dios mío, Macarena. ¡Esta vez te juro que has son repasado los limites!
Su grito fue tan estruendoso que tenia duda de qué sería primero: que la policía lo escuchara o que París despertara asustado.
—Deja de ser tan hipócrita, tu nos ayudaste en todo esto, tu planeaste esto con nosotras.
Y esa no fui yo, pero Abby a veces conectaba tan bien conmigo que me robaba las palabras.
—Shhh...la niña está aquí presente. -Dramatizé.
Y no es que me las quisiera jugar de genio, pero una personas no cambiaba de un día a otro
—No entiendo como pude ayudarte en toda esta mierda, yo solo quería recuperar lo que jodí.
Y vamos, no es que sea la mujer con la mente más sencilla, pero eso no significaba que odiaba a las personas hipócritas.
—¿Por qué tú? Mamá había dicho que eras una personas buena, que merecías la oportunidad. –Suspiró desilusionada la pobre niña ingenua.
Y si, la podría tolerar si eso significaba ganarme el amor de Canela, pero eso no pasaría.
—Ya, admite que has planeado todo esto porque tu nunca has soportado a este estorbo. Admite que nada de esto seria posible sin ti, querido Logan.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora