28 | No puedes romper algo ya roto

826 60 2
                                    

Capítulo 28. No puedes romper algo ya roto.

Macarena Becker.

Estaba en un punto de mi vida en dónde quería ponerle punto y final a todo porque nada me salía bien.
Tenía una jodida suerte.
Cuando encontré un nuevo destello en mi vida por el cuál luchar, me aferré como si fuera la única oportunidad para volver. Sin querer me aferré a alguien que se aferraba a quien yo más odiaba.
Odiaba a Katelyn porque ella siempre era el centro de mis mundos, sin quererlo y sin intentarlo ella siempre captaba la atención de quien nisiquiera me miraba.
Amar es querer vestirse de blanco y terminar de luto. Amar es sonreír sabiendo que algún día terminaras llorandole.
Katelyn era todo aquello que jamás podría llegar a ser y, que existiendo siempre me apagaría. Y antes de que alguien me apagará, me encargaría de quemarla con la poca luz que me quedaba.
Incluso cuando sentí que todo sanaba y que mi vida tenía una curita con nombre y apellido, sonreí de nuevo creyendo que el brillo de sus ojos podría ser como el de los míos.
Creí en muchas cosas, pero sobre todo en Logan.
-No intentes ponerle una etiqueta a aquello que jamás podrá ser nombrado. -Comenzó diciendo. -Estas confundida, quizás asombrada, pero esto no es amor, no puedes enamorarte y mucho menos de mí. Nosotros funcionamos bien, podemos ser pero jamás estar.
Intenté demostrarle que podía amar, que lo podía hacer olvidar y que podía cambiar por él. Lo intenté hasta que perdí la noción de lo que era.
-Sólo necesito una oportunidad, necesito que intentes sentir lo que yo siento. Por favor, no me dejes como todos lo han hecho. -Susurré sin ganas.
-Tus necesidades no son mi prioridad, Macarena.
La realidad era cruda y peor aún cuando entendías que nada marchaba bien y nunca estaría bien.
-¿Qué pasa si ya estoy enamorada de ti, Logan, qué pasa si ya siento todo por ti?
-Pasaria que yo no sentiría nada por ti.
Exploté porque llegué al límite que tenía y me sentí tan débil al llorar frente a unos ojos que sólo me despreciaban que lloré aún más y empañada de vergüenza decidí romper aquello que me rompió.
Después de todo no sé puede romper algo que ya está roto, sólo se destroza y se hace polvo. Y estando rota desde siempre las heridas eran sólo raspones para mí.
-Soy una estúpida por creer en todo lo que me dijiste esa noche. -Dije queriendo arrancarme del pecho el corazón.
-Bebí de más y unos besos no pudieron haber echo todo esto. -Dijo como si nada.
-Dijiste que me amabas, que querías intentar ser feliz de nuevo.
-Si no sabía en dónde estaba, mucho menos sabía que decía.
-Dijiste que no olvidarias lo que esa noche prometiste.
-Pues fue lo suficientemente importante como para que lo olvidará. Dime una jodida razón por la cuál debería de intentarlo contigo.
Sin dudar contesté:
-Porque te amo.
Y sin dudar él contestó:
-Eres un completo asco Macarena, nunca podría fijarme en ti tendiendo la posibilidad de regresar con Kate.
Creí que la única piedra en un camino que llevaba a nada era ella.
Por eso regresé, para romperla en mil pedazos por dejar yo me fragmentara.
Pero todo me salía mal, nuevamente.
-¿Qué haremos ahora? -Dijo él asustado.
Y cómo no, si teníamos a una niña encerrada con la boca vendada y los ojos rojos por llorar, con un tipo tirado y una medio muerta y medio viva.
Así no era el plan.
-Ve al jardín, prepara el agujero que cabaste. -Dije tajante.
Y él medio dudando dijo:
-¿A quién de los dos enterraremos?
No dije nada. Le daría la sorpresa de su vida.
-Tú encárgate de lo que te pedí. Yo me encargo del resto.
Sin dudarlo más, fue decidido a enterrar al que se le interpuso en el camino.
Yo estaba dispuesta a enterrar lo que jamás tendría.
-Mami, ¿Dónde estás? -Chilló Camila.
-Tu mami está muerta. -Le contesté.
Y fui al plan B o quizas C. Terminar con todo aquello que te está acabando.
-Está todo listo. -Dijo sin voltearse aún.
-Excelente.
-Y el cadaver ¿Dónde está? -Dijo cuando se volteó.
-Justo frente a mí.
Y saqué el arma que tenía detrás de mí.
Recapitulo, tenía que destruir aquello que me está destruyendo. La solución para mí era matar a quien a mí me mataba.
-Macarena, cálmate, escucha y no cometas un error.
-El error lo cometí desde que me enamoré de ti.
Y sin más, mi mano dejó de temblar y mis latidos dejaron de pertenecerle.
Él cayó justo en el hueco que había echo con balas perforando su cuerpo.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora