04 | Trágico beso

2.1K 172 29
                                    

Capítulo 04. Trágico beso


Katelyn Clark.

—Esto es un error. –Le dije cuando pasó en la tercera cita.

—No es un error y si lo fuera, quiero aprender mil veces de este "error".

Sabía que el amor es algo tan complejo como para poderlo explicar y sentir, y aún conservaba las esperanzas de que las instrucciones de cómo amar correctamente me llegaran.

—Once, once. Deseo hacer feliz a Katelyn en cada segundo de su vida. Deseo pasar el resto de mi vida a su lado. –Murmuró tan bajo.

Nunca creí en los deseos fugaces como el amor, pero siempre creí que la dulzura de Alan me completaría.

—¿Qué pasa si estoy enamorado de ti en la cuarta cita? –Habló.

Callé. Callé porque sabía que con tan sólo decir un monosílabo arruinaría todo.

Apuesto a que cupido se había descuidado de sus flechas y en alguna ocasión en donde sus flechas fallaron, terminé yo flechada con dos tipos. Conclusión: cupido es un capullo.

—Entiendo por completo que estás en una relación, también entiendo que esa relación se desmorona demasiado rápido. Sé que respetas tu relación y sé que el respeto que tú tienes es tanto que alcanza para los dos. Pero aún guardo las esperanzas de ser yo quien ilumine tus ojos, que te quite ese rostro tan agobiado y triste, de ser quien comience a llenar de felicidad y amor tu corazón. No quiero ver lágrimas de nuevo en tu rostro. Sólo quiero convertirme en algo especial.

Repito: cupido es un gran capullo.

—Este no es nuestro momento, Alan, nuestro momento aún no ha llegado, podemos esperar.

Él sonrió a medias, con tristeza viva en su rostro.

—Podemos desafiar al presente y al futuro, juntos.

Alan quería retar cualquier entidad existente sólo para demostrarme que su amor era real, pero yo sólo quería abrazarlo. Y así lo hice, lo abracé y también al amor que él me ofrecía por unos milisegundos y luego dejé que se echará a correr.

Tercera cita y tenía más dudas que en mis clases. Las preguntas me pedían respuesta y no podía googlear: ¿está bien amor a dos tipos a la vez?

— Podemos convertir el ahora en nuestro momento. –Continuó hablando.

Él contagiaba amor, yo le contagiaba dolor.

Pude sentir como el destino nos miró burlón y no le importo vernos juntos. Nos miró sabiendo que terminaríamos incompletos y destrozados, jamás nos dimos cuenta.

—Mi más gran sueño es despertar cada mañana contigo. Pero por el momento, me conformaré con una nueva cita. –Habló.


José Canela.

Yo no sabía amar y todo lo que tocaba agonizaba de dolor. Sólo quería ganarla para así nunca perderla, pero cada vez que la miraba se alejaba. Me equivoqué desde el inicio de nuestra historia. La amé y la cuenta regresiva comenzó.

La vi tan sólo como un farol en mi vida, cuando siempre la debí de ver como una estrella que iluminaba todos mis cráteres.

Ella era lo más cercano a un arcoíris que temía desvanecerse por mis nubes opacas y aires déspotas.

Vi como Katelyn se perdía en mí y yo como me perdía en ella. Yo era un agujero negro que absorbía todo y ella no se quedó atrás.

Mas ese día algo cambió. Su mirada me evadía con temor sin parar, sus manos temblaban tanto como si ocultará algo que le pesará y su rostro estaba más decaído que nunca. Las pistas invisibles que tiraba al suelo eran tan claras que mi corazón se partió.

Nada estaba bien.

Tal vez yo fui el huracán más grande que cruzó por su vida y ella se quedó sin fuerzas para correr y escapar de mí. Acabé con la tinta de su arcoíris.

—José, quiero...necesito hablar contigo.

El necesito hablar contigo hizo que mis latidos se dispararan a niveles tan altos que era incapaz de respirar.

Ella era el mejor poema que jamás volvería a encontrar, yo era una simple combinación de palabras que ni siquiera tenían sentido cuando estaban juntas.

—¿De qué? –Mi voz se convirtió en un hilo tan delgado como invisible.

Ella había sido diamante alguna vez, pero me encargué de hacerla polvo.

—Necesito que me escuches. Pero por favor no te enojes. –Bajó la voz.

Yo era un vidrio roto y cuando ella me toco, sin querer la corté. Yo sólo la destruía.

Katelyn movió montañas por mí, mientras lo único que hice yo fue mover una piedra.

—Y-yo te lo quiero decir antes de que alguien más te lo diga y exagere.

Se rompió por mí para completarme, pero yo sólo podía pensar en destrozarla.

—Por equivocación, yo...he besado alguien. ¡Pero sólo fue una vez! –Se apresuró a decir.

Ella merecía todo y lo único que podía darle era decepción. Era mi todo y lo que siempre había querido, la había perdido.

— ¿Qué has dicho? –Quizás sólo había escuchado mal. —Repite lo acabas de decir. –Dije sujetando más fuerte de lo que quise los brazos de Katelyn.

—Prometiste no...

No quería que lo dijese, no quería que me viese como el monstruo que era.

—Me importa un carajo lo que acabo de prometer.

Urgente. QUE ALGUIEN ME GOPEE. No debí de tratarla así.

Caí. Caí. Caí.

—Jos... –Su voz tembló.

Había caído en donde prometí nunca caer para no arruinar nada. Sólo quería remendar los errores del pasado y luego si me lo merecía, ser feliz.

— ¡Cállate maldita sea! ¡Has arruinado todo! –Grité.

La rompí porque la culpe de mis heridas, la destrocé porque creía que se lo merecía. Cargábamos con pecados que tenían otro dueño, cargaba con odio en mis bolsos que mi mente creó. Mis pesadillas salieron de mis sueños y mataron a puñaladas a mi presente.

— ¿Te ha gustado ese tipo? ¿Él es la causa por que esto esté muriendo?

Sabía que si las flores se marchitaban, sería únicamente mi culpa. Jamás sembré bien las flores y mucho menos las regué.

Pero sabía a pesar de todo que mi plan estaba saliendo bien. Y aunque lo más sano era ponerle punto final, debía de seguir sin importar lo destrozado que estaría.

¿Se imaginan cuánto me costó decir aquello? Gran parte de mi corazón se hizo polvo al decirlo y ver su rostro.

Sí, tengo sentimientos.

—Déjame adivinar, ahora me quieres terminar para poder irte corriendo a sus brazos ¿no es así? –Ataqué, como sólo yo sabía hacer y como no quería hacerlo.

Las lágrimas se asomaron en su rostro y quise secarlas, moría por hacerlo.

—Pues déjame decirte, que antes de que tú termines conmigo, yo termino contigo. –Seguí.

Yo sólo buscaba un final sin lágrimas, ella deseaba un final de cuentos de hadas. Y yo ni en sueños podría terminar nuestra historia así, sólo podía romperla en vez de sanarla.

— ¡Hemos terminado esta estúpida relación, Clark! ¡Hemos terminado!




▶Dejen sus preciosos votos en aquella estrellita preciosa y no olviden dejarme su opinión en los comentarios. 💕

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora