siete

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De regreso en el departamento, lo primero que hizo Sherlock —después de quitarse su abrigo y su bufanda— fue subirse a la mesa de centro de la sala, parándose sobre ella como si fuera un escalón. Se subió las mangas de su camisa hasta sobre sus codos y observó la pared como si tuviera escrita la cura del cancer en ella. Te acercaste suavemente a él, sin querer interrumpirlo, y tomaste su abrigo y su bufanda que había botado en sus pies, extendiéndolos sobre el sillón y comenzando a remover tu propio abrigo, gorro y guantes. 
Desapareciste en la cocina por un segundo y cuando regresaste la foto que Sherlock le mandó a Molly que imprimiera, del pecho del cadáver, estaba pegada a la pared con la ayuda de una tachuela.

–(Nombre) –Te llamó sin remover la vista de la fotografía, con un brazo cruzado y una mano bajo su barbilla.

–¿Hm? –Respondiste distraída mientras observabas la foto de igual forma, parada a su lado junto a la mesa.

–Tráeme el diccionario Latín-Español que tengo en la biblioteca –Dijo pasando su mano de su barbilla a bajo su nariz.

Tardaste un segundo en reaccionar antes de darte la vuelta y caminar hacia la biblioteca. Era algo alta para ti, así que comenzaste a buscar desde abajo, encontrando a tu paso libros que querías leer luego. Continuaste así hasta que llegaste a tu límite de altura, dejando de alcanzar a ver los libros de la siguiente fila.

–Um, Sherlock –Giraste tu cabeza dudosamente por haberlo interrumpido. Seguía parado en el mismo lugar, misma posición, haciendo exactamente lo mismo. O no te había escuchado, o decidió ignorar tus palabras.

Giraste de nuevo hacia la biblioteca y observaste esa fila inalcanzable de libros, torciendo la boca y arrugando las cejas una contra la otra. Frustrada y algo decidida, tomaste la silla de Sherlock y la jalaste hasta ponerla en frente del librero. Te quitaste tus botines, dejando a tus pies tan solo con las medias negras para cubrirlos. Tomaste dos pequeñas bocanadas de aire y de un salto subiste al sillón.

–Okey, no fue tan difícil –Pensaste. Podía ser algo sencillo, pero tú no eras la reina de las acrobacias ni la persona menos torpe del mundo.

Estírate tus brazos hasta que te sostuviste en un estante con las manos, consiguiendo algo más de equilibrio para subir tus escaleras improvisadas. Colocaste un pie sobre el brazo del sillón —en este caso, el siguiente escalón— y con este te impulsaste para subir completamente. Sonreíste ante tu victoria, pudiendo alcázar ese estante de libros que te era imposible con tu estatura. Volviendo a tu trabajo, comenzaste a recorrer la mirada por los libros, guardando unos títulos en tu mente para leerlos en el futuro y otros simplemente ignorándolos; hasta que por fin lo viste.

–Tenia que estar en lo más algo de la biblioteca –Dijiste entre dientes, irritada.

–¿Hmm? ¿Dijiste alg—? –Murmuró dándose la vuelta hacia el sonido de tu voz, Sherlock te vio trepada en el brazo de su sillón–. ¡(Nombre) por dios!

Ante su grito, pegaste un salto del susto, perdiendo el equilibrio y tropezando. Tus torpes pies empujaron la silla de Sherlock hacia un lado, dejándote sin donde pararte y haciendo que cayeras en el proceso.
Lo esperaste, oh habías tenido golpes peores, estabas lista para que tu cabeza y cuerpo chocarán fuertemente contra el suelo. Pero eso nunca sucedió.

Sherlock se disparó hacia ti, casi tropezando el mismo al bajarse de la mesita, y antes de que pudieras tocar el suelo el detective logró atraparte con la ayuda de sus brazos y cuerpo, tu peso causando que ambos cayeran al suelo. Bueno...tú sobre el.

Hubo un momento en el que todo lo que se podía escuchar eran gruñidos y gemidos de dolor de parte de ambos. Alzaste tu adolorada cabeza ligeramente hacia Sherlock, viendo como apretaba sus ojos de dolor, sacando quejidos y gemidos con su mano en su cabeza.

Human Error | Sherlock y Tú . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora