uno

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El cielo siempre había sido de un color azul pero alguien te había dicho que en este lugar, siempre, era gris. ¿Pues como no iba a selro? noventa por ciento de el año no era mas que lluvia y nubes.

El viaje no fue muy largo pero tu vida te había dejado exhausta, tal vez no tenías que mudarte, tal vez solo necesitabas una siesta. Londres no fue tu primera opción. Nunca lo fue, nunca lo será. Pero fue lo mejor que pudiste hacer, lo mejor que encontrarse. Cogiste tus pocas maletas y tocaste la puerta, recibiendo un "!Un momento!" por respuesta. No había pasado ni la mitad de lo que a un momento se refiere cuando la puerta se abrió rápidamente, haciendo que en reflejo pegaras un salto hacia atrás, esquivando un golpe. Dos figuras masculinas salieron corrinedo velozmente del edificio y en unos segundos desaparecieron de tu campo visual, doblando la esquina. Te empezabas a preguntar si todo estaba bien cuando tus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una dulce voz te llamó la atención.

—!Oh querida! Lamento eso... —Dijo una mujer ya de mayor edad. Sus fracciones faciales, cabello pelirrojo y labios roados la hacían parecer salida de una película infantil.

—Perdón por llegar un día tarde, hubo problema con el vuelo y tuve tomar el de hoy. —Explicaste, esbozando una sonrisa cansada y avergonzada.

—No hay problema querida, pasa pasa. —Te invitó adentro, haciendose a un lado para que entraras.

Entraste y se trataba de un espacio en el que la mitad consistía de unas escaleras y la otra de unas puertas.

—Me disculpo por los muchachos de hace un momento, siempre son así, corriendo hacia todos lados, por decir lo menos. —Dijo moviendo las manos en el aire.

Miraste a tu alrededor, dando vueltas hasta que tus ojos cayeron sobre los de ella.

—No pasa nada, por algo debieron estar apurados, ¿no? —Dijiste en un tono reconfortante, sin darle importancia.

—Oh, créeme que si. —Dijo sonriendo, mostrando sus dientes.— Son tus vecinos, de hecho, espero que no sea problema...

Torciste la orilla de la boca un poco pero la verdad es que no había nada que pudieras hacer. Ya estabas aquí después de todo y no ibas a dar la vuelta atrás por una par atareado.

—No creo que tenga problemas con ellos. —Suspiraste y volviste a sonreír.

Después de platicar un poco con la mujer, te guío hacia tu departamento.

—Te los presentaré yo porque probablemente no se presenten. —Dijo la Sra. Hudson buscando la llave de tu habitación.— Son Sherlock Holmes y John Watson. John probablemente sí se presente en algún momento, peor en fin.

Encontró la llave y abrió la puerta. Lo primero que notaste fue como todo lucia viejo, sobre todo el diseño de las paredes y... bueno, prácticamente todo parecía antiguo, a excepción de...

—¿Los muebles son nuevos? —Preguntaste pasando tu mano sobre uno de ellos.

—Si lo son, nadie antes había querido comprar este espacio y me di cuenta de tal vez era por qué solía lucir muy vacío y aburrido, así que decidí comprar yo misma los muebles y arreglarlo. —Explicó y asentiste.— Claramente por eso la renta es más cara de lo que solía ser antes. Igualmente si lo deseas puedes remodelar lo que quieras.

—Oh no, me gusta, realmente me gusta así. —Dijiste sin pensarlo dos veces y no te diste cuenta de que de verdad te gustaba hasta que lo dijiste en voz alta.

—¡Me alegro cariño! Aquí tienes tus llaves. —Dijo dándotelas y tu las tomaste, dando las gracias.— Creo que antes de irme debería decirte que sería mejor que no molestes a los muchachos de arriba.

Human Error | Sherlock y Tú . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora