Capítulo 24

210 8 7
                                    

¿Alguna vez has sentido que tienes una extraña presión en el pecho? ¿Una presión que literal te apachurra el corazón y que hace que de repente no puedas respirar? ¿Una presión que sabes que está ahí pero tarde o temprano te terminas acostumbrando a ella? Bueno, yo tenía esa presión, pero no me había dado cuenta de ello hasta que me abrí y le conté todo a Kendall.
Lloré como nunca lo había hecho frente a alguien, le conté desde lo más trivial hasta lo que nunca imaginé que diría alguna vez en voz alta, Dios, incluso le dije cosas que ni Diana o Ana sabían, pero ¿la verdad? Me liberó. Me sentí... Libre.
Nos quedamos acostados en la cama toda la tarde, y él escuchó atentamente cada una de las palabras que salieron de mi boca. Sin decir nada. El único sonido era el de mi voz, y el de mis sollozos. Fui desde mis problemas de autoestima de cuando era una niña, hasta cuando me enteré de que mi padre había engañado a mi mamá, resultando que tenía una media hermana bastarda. Le hablé desde la presión que mi familia me provocaba, hasta todo el desprecio hacia mi misma que eso me generó. También le conté cuando me lastimé mi ligamento a los catorce años y el doctor me dijo que era muy probable que no podría jugar voleibol jamás otra vez. Literalmente le vacié mi alma, y, ¿lo curioso? No me arrepiento. A veces, solo necesitamos que una persona nos escuche, no que nos aconseje, y Kendall Schmidt fue el oyente que necesité en ese momento.
No lo culparía si terminara enviándome la cuenta de la lavandería, pues manché y mojé por completo su camisa, pero no dijo nada, solo continuó abrazándome y estrechándome en sus brazos cada vez más fuerte siempre que escuchaba cómo se quebraba mi voz, y Dios, creo que me enamoraba de él un poco más todas mas veces que lo hacía.
Cuando al fin terminé nos quedamos en silencio, enredados en los brazos del otro, los sonidos de nuestras respiraciones era lo único que se podía escuchar, ¿y la verdad? No me importó.
No pude resistir mucho y caí en un sueño profundo, el haber llorado y relatado mucho me dejó exhausta, así que después de que bostecé y que Kendall me hubiera dado un beso en la frente susurrando "descansa, mi amor" no aguanté más y caí a los brazos de Morfeo.
Cuando volví a abrir mis ojos, el sol de la tarde que entraba con mi ventana cuando me dormí se había ido, siendo sustituido por el color negro de la noche en Londres. Estiré mi brazo, buscando el cuerpo de Kendall, pero descubrí que la cama estaba vacía. Me levanté rápido y después de un vistazo por la habitación, me di cuenta de que Kendall no estaba. Se había ido.
Me sentí cómo una estúpida. Debí haber suponido que alguien como él no se quedaría con alguien como yo después de todo lo que dije, digo, ¿quien quisiera estar con alguien con tarta mierda en si? Yo no sé si quisiera, seguramente el tampoco.
Estaba tan furiosa que me dirigí hacia la mesita de noche donde estaba un vaso de cristal y lo agarré, lista para lanzarlo contra la pared, pero algo llamó mi atención.
Era una hoja de papel arrancada. Con curiosidad me acerqué y la sujeté. Un alivio extraño me recorrió entera cuando noté que era de Kendall.
Te veías tan hermosa durmiendo que no quise despertarte, además de que sabía que lo necesitabas.
Mi entrenadora llamó para hacer un 'calentamiento de última hora' o lo que sea que eso significa. Estoy en el Estadio Wlash. Salgo a las 10:00 pm, alcánzame si ves que te da tiempo. Quiero llevarte a cenar, sino, quédate en el hotel, paso por ti y nos vamos.
Te quiero ___, de verdad.
K3
Leí esa nota como 5 veces antes de que se me ocurriera checar la hora para ver si lo alcanzaba o no. Corrí hacia mi celular y cuando lo desbloqueé vi que eran apenas las 8:47pm, así que sí me daba tiempo de ir por él.
Cepillé mi cabello, me puse unos jeans, una blusa tipo sueter de color azul claro, me puse unos Vans y me maquillé muy poco, solo para tapar las ojeras que el llanto me había provocado.
Agarré mi bolsa, la cartera y la llave del cuarto y salí del cuarto. Pedí en el Lobby que me pidieran un taxi (el cual tardó 27 minutos en llegar, muchas gracias) y en 45 minutos ya estuve en el estadio. Por cierto, ODIO el tráfico.
¿Otra cosa que odio? Los paparazzis. No sé cómo le hacen para enterarse de todo, pero ahí estaban, en la puerta del estadio, listos para captar la imagen del siguiente número de alguna revista. Ni que fuéramos celebridades, éramos solo atletas.
Como esperaba, me bombardearon de flashes y de preguntas que NO entendí, pero bueno, ya no me molestaba tanto. Mi vida era mi vida, y mientras no se metieran con mi vida personal, no correría sangre por ningún lado, en sentido figurado, claro.
Entré al estadio y saludé de lejos a Kary, la entrenadora de Kendall que le gritaba instrucciones a una chica de nado sincronizado, era amiga de Fatima, así que ya la conocía de cuando habían diferentes reuniones con los entrenadores, aunque ahora que lo pensaba, no sabía si estaba al tanto de que Kendall y yo estábamos juntos, aunque seguramente sí, pues era de lo único que hablaban los tabloides, y los atletas, y ¿por qué no? Los entrenadores también.
Me encaminé poco a poco a mi lugar preferido para ver a Kendall: las gradas. No sé, puede que estuvieran vacías en ese momento y que solo yo estuviera sentada en ellas, pero había cierta familiaridad en ellas. Cuando había gente no era "____ la capitana del equipo de Voleibol de Estados Unidos" solo era "___" una chica más que disfrutaba de una competencia más en los Juegos Olímpicos.
Distinguí a Kendall casi de inmediato. Como no, si su presencia se hacía notar desde muy lejos, es de esas personas simplemente que se imponen, que destacan, lo contrario a mi. Las personas que pasamos desapercibidas tan fácilmente. Creo que eso me atrajo hacia él en primer lugar, eso y que era sin duda el hombre más guapo que jamás había visto.
No lo vi practicar muy poco tiempo, pues llegué casi al final del entrenamiento, pero lo podía ver nadar por horas, era algo... Hipnotizante. La forma en la que se movía en el agua... Con tanta fluidez, como si realmente hubiera nacido para eso. Era impresionante. Me preguntaba si así me veía yo cuando jugaba. Algún día se lo preguntaré. Kendall salió de la piscina y se acercó hacia Kary, quién le sonrió y apuntó hacia donde yo estaba sentada. Kendall se giró rápidamente y me dio una de esas sonrisas que sientes que pueden mover montañas, mientras yo me derretía completamente.
Me encaminé hacia el mientras el hacía lo mismo. Nos encontramos a medio camino.
-Hola- me dijo mientras se acercaba y me daba un rápido beso.- Veo que sí te despertaste. Déjame me cambio rápido y nos largamos a comer todas las calorías que acabo de quemar. ¿Te parece?
Dijo con una sonrisa juguetona mientras se colocaba una toallas por la nuca. Solté una carcajada.- Me gusta el plan pero corre, que te vas a enfermar.
-¿Yo?- dijo burlón.- Por favor nena, yo soy indestructible.
-Claro Iron Man, ahora, ¡Vete a cambiar!- le grité, siguiéndole el juego.- Claro mamá.
No tardó mucho en salir. Ya seco y con su mochila colgada en el hombro, me abrazó y pasó su brazo izquierdo por mis hombros, apretándome contra él.
-¿Bueno? ¿A dónde quieres ir? Y por favor no me digas que a comer ensalada porque necesito chatarra en este momento. Kary me molió por completo.
-Paciencia, saltamontes. De hecho, yo igual quiero algo grasoso. Mientras venía vi un lugar que vendía hamburguesas. No parecía muy lujoso pero parecían buenas.
-Pues a las hamburguesas grasosas será.
Caminamos por las hermosas calles de Londres con el aire frío azotando a nuestras espaldas agarrados de la mano. Estaba un poco fascinada por la arquitectura y el ambiente. Me recordaba un poco a Manhattan. Eso me puso nostálgica, pero la experiencia valía la pena.
Afortunadamente no estábamos muy lejos del local, por lo que llegamos relativamente rápido. Yo pedí una hamburguesa con pollo a la parilla con queso y Kendall una hamburguesa doble con 2 tipos de queso diferente y tocino. Esas son las ventajas de ser un atleta de alto rendimiento, porque, sí, tenemos "dietas estrictas", pero también podemos comer de vez en cuando lo que nos plazca porque lo quemamos muy rápido. Nuestros metabolismos ya están acostumbrados a ese nivel de actividad, por lo que, ¿una hamburguesa con queso? No es ningún problema.
No tardamos mucho comiendo, aunque la pasamos bien. Bromeamos y hablamos de todo un poco, pero la hora fue lo que nos trajo de vuelta a la realidad. Ambos teníamos que levantarnos temprano al día siguiente, por lo que pedimos un taxi y nos fuimos a regañadietas al hotel.
Casi me quedo dormida en la media hora que tardó el taxi en llegar al hotel, así que cuando llegamos estaba un poco adormilada. Kendall pasó su brazo por mis hombros, permitiendo que me apoyara en él mientras atravesábamos el lobby y esperábamos por el elevador.
-Cuando desperté y no te vi pensé que me habías dejado- me salió. Kendall me volteó a ver enseguida, su mirada verde llena de preocupación.
-Lo siento, no sé porqué dije eso. Solo olvídalo.
Me abrazó con más fuerza y me dio un rápido beso en la cima de mi cabeza.
-Sí, todavía tenemos que hablar, pero eso puede esperar, ahora, ¡A dormir!
Entramos al elevador y marcó el piso donde estaba mi cuarto. Nos quedamos en un cómodo silencio y cuando llegamos nos encaminamos a mi habitación.
Abrí la puerta y entré, pensando que Kendall solo me había acompañado, pero me sorprendí al ver que entró junto conmigo y cerró la puerta.
-¿No... No vas a ir a tu cuarto a dormir?- le pregunté. Él abrió sus ojos con sorpresa y se puso un poco rojo. Eso me dio ternura.
-Lo... Lo siento, no pensé... Es solo que pues, no se me ocurrió que querías...- empezó a balbucear y me reí. Me miró y puso una sonrisa ladeada. Su mirada era intensa y decidida. Inhaló y exhaló profundo antes de continuar.- Lo que quería decir era que si quisieras dormir conmigo.
Abrí mis ojos como platos e inhalé profundo.- Kendall... Tu sabes que yo...yo no tengo experiencia en eso- dije un poco avergonzada y bajando la cabeza. ¿El quería tener sexo? Yo no estaba lista para eso.
Kendall interrumpió mis pensamientos con un "NO" y prácticamente corrió hacia mi. -No, no me refiero a eso nena. No quiero tener sexo contigo... Bueno, no aún. A lo que me refería era que quiero dormir esta noche contigo. Nada más eso dormir.
Eso me relajó un poco más. - A bueno, entonces sí. Puedes quedarte.
Me sonrió y me dio un tierno beso. Entré al baño y me puse mi pijama. Me cepillé mis dientes y até mi cabello en una cola de caballo. Cuando salí, Kendall ya estaba acostado en la cama, su ropa arrugada en una esquina. No tenía camisa o pantalones. Solo. Sus. Boxers. Madre Santa, eso hizo que dudara, pero como la chica grande que era, me armé de valor y caminé hacia la cama, acurrucándome junto a él.
Puse la alarma y apagué la lámpara que estaba en la mesita de noche.Kendall me estrechó en sus brazos y sentí cómo el pulso de mi corazón se aceleraba.
-Buenas noches,____. Descansa.
Sonriendo, dije: - Igualmente, buenas noches, Kendall.
Creo que nunca había dormido tan bien en toda mi vida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 01, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mas que unos juegos Kendall Schmidt y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora