Capítulo 15

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―¡Ethan! ―grité corriendo hacia él ―

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―¡Ethan! ―grité corriendo hacia él ―. Deseé un amigo como tú por años ―dije abrazándolo fuertemente apretando mi rostro contra su camiseta.

―April... rojita, no puedo... ―murmuró con el rostro sonrojado, tal vez por la falta de aire ―. ¡Respirar! ―gritó cuando lo dejé libre y empezó a reír luego de coger aire.

¡Me llamó rojita! Luego hablaría con él sobre eso.

Observé a James y caminé a abrazarlo también.

―¿Cómo estás James? ¿Es una buena secretaria Amy?

―Perfectamente. Lo es, ya sé porque la mezquinabas tanto―pronunció asintiendo con una sonrisa resplandeciente.

Observé a rojito hablar con Ethan y sonreí. Eran primitos, que ternura.

Cuando me voltee para ir a mi oficina me di de bruces con... ¿Emma?

―¡Emma! ―dije sorprendida y haciendo el amago de saltar a por un abrazo, pero luego recordé a su pequeño bebé y me arrodillé haciendo con el dedo un "no" ―. No debo saltar a por Emma, bebé, podría lastimarte, ¿o no, preciosura? ―dije acariciando la barriga de Emma.

Cuando me paré, todos, y cuando digo todos hablo de todos, me estaban observando fijamente.

¿Qué les pasa? Yo solo amo mimar a mi sobrinito, y sobrinita futuros. Lo sé, lo sé, no sabíamos si serían mellizos o no, pero yo lo deseaba.

―¿Cómo has estado, Emmita? ―pregunté. Hoy en definitiva amanecí de buen humor. ¡Viva el buen humor!

―Mal desde que me llamaste Emmita ―rebatió seria y luego rompió en carcajadas que acompañé con todo gusto. Extrañaba a Emma y creía que ella se había enojado conmigo.

―Muchachos, ya pueden largarse a trabajar. Rojito y Ethan, los quiero en mi oficina a la hora del almuerzo, Emma, acompáñame.

Ethan y Connor fruncieron el ceño, por otro lado, James sonrío, él conocía mi lado mandón. Rojito también sonreía en mi dirección. Asentí y empecé a caminar con Emma pero la mano de Connor evitó que siguiera mi camino. Miré a Emma alarmada pero ella simplemente se encogió de hombros.

―No me saludaste.

―Tu tampoco.

―Tu tenías que hacerlo primero, ya que llegaste con la manzana andante de allá ―señaló.

―Primero, ¿eso que tiene que ver? Segundo, también soy una manzana andante. Auch. Tercero, ¿tu mamá no te enseñó que señalar es de mala educación?

Soltó un suspiro derrotado.

—Buenos días señorita Brooks.

Solté una carcajada aguda que me dio más risa.

―Buenos días, señor Jones, si me permite, tengo mucho que chismosear con la señorita de aquí al lado.

Me volteé con Emma siguiéndome e ingresamos a mi oficina.

El infiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora