Capítulo 23

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Abrí los ojos con lentitud encontrándome con el techo de mi oficina

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Abrí los ojos con lentitud encontrándome con el techo de mi oficina.

Connor era sujetado por Ethan mientras que Rojito sujetaba a James, quien no ponía resistencia y tenía el labio partido. Miré a Connor, él le había golpeado, pero James parecía no haber respondido.

Estaba dividida entre los dos, mi amigo de la infancia y el hombre del que estaba enamorada.

Me levanté del sofá, donde aparentemente me habían dejado, no sé bien quien y me acerqué a ellos a pasos lentos, sintiéndome ridícula por haberme desmayado.

—Connor... ya está —le susurré al oído. Ethan le soltó dándome una mirada preocupada al igual que Landon. Connor dejó de mirar a James para verme.

Me acunó en su pecho con una mano en mi cabello y otra en mi cintura, rodeándome como si fuese a desaparecer de pronto. No entendía por qué estaba así realmente, porque sí, James me había encerrado con él pero no me había hecho nada malo realmente, aunque desde su perspectiva podría haber parecido que si.

Me cargó y conmigo en brazos caminó a mi silla giratoria y se sentó, dejándome en su regazo. Sin dudar dejé caer mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, buscando la seguridad que sabía él podía darme.

—¿Te hizo algo? Te desmayaste, creí que te hirió y... —llevé mi dedo a sus labios haciéndole callar.

—Estoy bien, tranquilo.

—¡April! Qué olvidados nos tienes, ya no nos... —Landon se calló al ver la escena.

Me bajé del regazo de Connor y corrí hacia Landon, quien me abrazó con fuerza cuando llegué y Josefino y Ethan no tardaron de unirse.

Cuando finalmente todos nos alejamos, Ethan tomó mi rostro entre sus manos y apretó su mandíbula fuertemente.

—¿Qué pasó? —preguntó con dureza, observando sobre mi hombro, a Connor, supongo.

Bajé la mirada, la verdad, no había pasado nada malo. Miré hacia James, quién estaba parado cerca del sofá donde había despertado, con sus manos en sus bolsillos, y con el labio roto en una sonrisa triste, mirándome decaído. Oh no, James...

Rojito y Landon observaron a James y a Connor.

—Tranquilo, no es nada chicos, no pasó nada realmente —murmuré. Los adoraba a los tres, eran tan protectores y fieles. Los sentía como hermanos mayores.

Ellos se miraron entre ellos y terminaron por asentir, indecisos.

Les sonreí levemente.

—Siento recibirlos así, chicos. —Me disculpé apenada, pero realmente había otra cosa que me urgía hacer.

—Sí, creo que es mejor que le demos su espacio —habló Landon para Ethan y Rojito quienes asintieron—. Te llamaremos luego, rojita.

Asentí avergonzada, y les sonreí mientras se retiraban.

El infiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora