El principio del fin.

Capitulo 1.-Un escape y la masacre del fósforo

Marzo 18 de 20xx

09:38 AM

Viña del mar/Chile.

Jack.

A pesar de todo lo que piense en este momento, no puedo hacer absolutamente nada más que esperar. A lo lejos hacia donde se que se encuentra el puerto, veo una llamarada ígnea que ilumina la negra noche y a pesar de que no ha pasado más de una hora, pequeños trozos de ceniza están comenzando a caer desde el cielo.

Enciendo la televisión y me la quedo mirando casi hipnotizado, los canales nacionales están mostrando una cantidad de información abrumante. Como si de repente todo lo que pasa al otro lado del mundo se hubiera transferido hacia nosotros. Cada vez siento más pesada y obscura mi vista, miro el reloj y noto como ya paso una cantidad significante de minutos.

Abro los ojos y la televisión solo muestra estática, el continuo sonido que hace se vuelve molesto en apenas unos segundos. Cambio los canales pero solo logro ver exactamente lo mismo, más estática. Me levanto y camino algo torpe hacia la ventana. Algunos perros ladran pero no hay rastro de nadie en la calle y, además, no creo que pueda seguir durmiendo.

Siento los pasos de mi madre por el pasillo, llevo tanto tiempo con ella que los reconozco, sabría si fuera otra persona. Miro el pórtico y la luego a ella, se ve cansada.

— ¿No dormiste nada, hijo?

—Algo pero no mucho.

Ella me queda mirando y pronto se acerca a la ventana, corre la cortina y se pone a mirar a través de ésta. No nos dirigimos la palabra y nos mantenemos callados, los ladridos en el exterior no paran.

—Ma, deberías bañarte mientras puedes.

— ¿por?

—El agua se puede cortar en cualquier momento, si atacan cerca todo se va a ir a la punta del cerro.

— ¿No estás pensando de forma trágica?

—Soy lógico.

—Bueno, vas tú o yo primero.

—Ve tú.

Ella se va al baño y espero hasta que ya es mi turno. Cojo una toalla y ropa limpia para luego entrar. Dejo correr el agua hasta que la bañera se llena y luego, me recuesto en esta haciendo que algo de agua caiga sobre las baldosas. Toda el agua está helada. Mi cuerpo se endurece pero también me ayuda a pensar...

(...)

Siento que tocan la puerta, mis manos tiritan.

—Jack, ¿Estás bien?, has estado una hora allí dentro—Me sigo mirando mis manos, las yemas están arrugadas.

— ¡Salgo en un momento!

—Puse el hervidor, no te demores—Dice mi madre antes de que escuche sus pasos alejarse.

Cuando ya estoy preparado, voy a la cocina; Mi madre está parada frente a la ventana que está abierta. El aire está frio y carga un olor a ceniza, a fuego. Esto se ve reflejado en el cumulo gris que se formo en el borde de la ventana.

—De verdad piensas que empezó aquí.

—Eso ya no se puede negar.

—Ojala se detenga—Saca una taza limpia del mueble.

—Sería lo mejor pero dudo que se detenga—La deja en el mesón.

—Que quieres.