Capitulo 9 .- Patrulla en extracción

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mayo 16 de 20xx

03:23 AM

Chile

Alfred, teniente.

—Seis en campo abierto —Me informa Helena, que ya se nota en su voz que tiene sueño.

—10-4, apartémonos de la ventana.

—¿No sería mejor tener un ojo sobre estos?

—No, solo no hagamos ruidos excesivos, además les toca a los otros.

—El tiempo pasa rápido, ¿eh?

Me acerco a una de las paredes y me siento con la espalda en esta, el cansancio que siento ya es bastante, y mis parpados se sienten pesados, pero aun debo despertar a los del siguiente turno, con pereza me saco las botas y le lanzo una al que está más cerca.

—¿Qué pasa? -Henrique me responde confundido.

—Guardia.

—A la orden.

Miro a la ventana y veo a la luna, magnifica como siempre.

Pronto veo una bella casa, con una hermosa familia feliz que no está allí, nadie está allí, solo gritos. Quiero llorar, quiero ver a mi familia, esto es demasiado, no lo soporto más, por que estoy aquí, quiero ver a mi hija, quiero verla; Las explosiones no se detienen, ¡que paren por favor!

—Cállate —Abro los ojos mientras que Enrique, está tapando mi boca—¿Que mierda te pasa, hombre?

—Lo siento, debió ser una pesadilla.

—No te preocupes, nos pasa a todos.

—Creo que necesitamos vacaciones.

—En todo caso, ¿hay algo de lo que quieras hablar?, has tenido muchas pesadillas en los últimos días, es peligroso para la salud ¿Sabes?

—No te preocupes por webadas.

—Estamos en el mismo equipo, aquí cualquier webadas es importante, lo más mínimo nos afecta a todos.

—Gracias hermano, lo tendré en cuenta.

Él se levanta y se dirige a la ventana, pero a medio camino, me dirige la palabra.

—Algo más, no entiendo por qué me llamas "Hermano" —Yo saco una pequeña carcajada frente a esto.

—Creo que te falta cultura de calle —Le digo algo petulante.

—No seas joputa y dime.

—Averigua won.

El solo se rasca la nuca antes de volver a su puesto, luego escucho como Elisa le dice como se ve a la distancia que somos hermanos, a lo cual él se confunde otra vez. A lo que yo vuelvo a cerrar los ojos.

Enrique me despertó más tarde, cuando veo mi reloj la hora marca las ocho treinta de la mañana. Me quedo sentado unos minutos más mientras los demás hacen lo que siempre hacen en la rutina de la mañana. Mis ojos me comenzaron a arder y casi por instinto me los refriego con mi mano derecha, lo cual hace que me ardan aún más.

—¡El desayuno está listo! —Anuncia Ana, lo que hace que todos nos juntemos en torno a la mesa del comedor del departamento; cuando ella nos ve dejar el armamento en el suelo para luego ir a sentarnos, nos mira enojada. —Nadie come si no se lavan las manos, ya, partieron al baño.

Me da un poco de risa, ella casi se ha convertido en la madre del grupo, siempre nos prepara las comidas y nos mantiene al tanto de nuestras reservas. Ya estaríamos muertos de desnutrición si no fuera por ella. Luego de volver de lavarnos las manos con el mínimo de agua posible y algo de desinfectante de manos, volvemos a la mesa, en la cual nos espera una taza con café caliente y una tostada con mermelada. Estos momentos de paz se aprecian demasiado, antes tenia muchos de estos, pero no los apreciaba tanto como ahora.

El principio del fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora