Capítulo 2

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Entonces, si no había entendido mal, este chico, Dan, era un chico de mi edad, con una madre un poco...especial, como la mía. Empezaba a pensar que no poder conocer a un chico por su diario era un problema porque, pensémoslo, si cada vez que te gustase alguien pudieses conocer sus pensamientos reales, podrías saber si de verdad es ese chico dulce y sensible que tú piensas o si todo es solo parte de los efectos secundarios de esa droga que llaman amor. En mi caso, esos efectos secundarios ya me habían pasado factura en más de una ocasión y, bueno, os puedo asegurar que no son precisamente agradables.

Querido diario:
No sé por qué sigo con esta tontería, el caso es que tener alguien que me escuche sin que me diga algo del tipo "te entiendo perfectamente" me reconforta mucho. Y es que, vamos a ver, ¿a quién no le molesta que le digan eso? Eso es lo peor que te pueden decir si estás mal porque, realmente, tú sabes que no te entienden, pero no puedes decir nada. Sobre todo si sabes que, si lo dices, acabarás hablando con tu madre sobre lo que pasaría si un día decidieras empezar a drogarte. Ojalá lo hubiera sabido antes de discutir con ella sobre por qué no puedo ir a la fiesta de cumpleaños de mi mejor amigo. Según ella, mis notas son excelentes, pero no puedo permitirme distracciones si quiero llegar a ser abogado. La cuestión es que yo no quiero ser abogado, pero cuando le dije a mi madre que quería ser periodista y escribir para el Daily Mirror, por poco le da un ataque. Lo veía venir, mi madre y su melodramatismo, pero, al final, acabó por aceptarlo. Aunque sigue empeñada en que sea abogado, pero más discretamente.
Dan

Guau. La vida de este chico era más de telenovela que la mía.
En ese momento llamaron a la puerta:
-Sara-dijo mi madre abriendo la puerta- Estela y yo nos vamos a ir de compras y he pensado que a lo mejor querrías venir.
-Claro. Esperad un momento que me arregle un poco.
Era la primera vez en mucho tiempo que mi madre me pedía que hiciesemos algo juntas, desde que se separó de mi padre, creo. Me extraño bastante, pero me daba igual. De todas formas, necesitaba un vestido para la fiesta que había organizado la gente de mi clase a principios de agosto. Así que salí de mi cuarto un poco más arreglada y me metí en el coche donde estaban mi madre y Estela esperándome.
-Sara, cariño, tengo que contarte una cosa, pero, por favor, no te pongas triste.- Ya me parecía a mí muy raro que me invitara a ir de compras, así, por las buenas.
-Dime, mamá, ¿qué pasa?
-Tú sabes que tu padre y yo llevamos un tiempo separados y ya eres mayor para, bueno que no hace falta que te explique... A ver cómo te digo yo esto...
-Que tu madre está saliendo con un hombre y que va a ir a cenar mañana con vosotras ¡Ah! Y que te compres algo bonito para la cena.- Y lo soltó así, y se quedó tan ancha. Estela era así. Mientras no le afectase la noticia, podía decirte que se ha muerto tu abuelo con la mayor frialdad del mundo. De hecho, ya lo había hecho.

Diario Secreto De Un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora