Capítulo 10

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Como no quería preguntarle a Dan, se lo conté a Lucas, pero, tras empezar con una teoría conspirativa de no sé que de la CIA, decidí preguntarle a Leo, así que fui a La Guarida del Lobo a buscarlo. No había hablado con él desde la tarde que pasamos limpiando en el bar y tenía muchas cosas que contarle, pero, cuando llegué allí, las cosas no fueron como esperaba.

-Hola Leo.-dije mientras me sentaba en la mesa justo enfrente de él, pero él ni siquiera me miró.-¿Leo? ¿Pasa algo? Pareces molesto.

-¿Eh?-Parecía cansado, como si hubiese estado varios días sin dormir- No,no, estoy bien.

-¿En serio? Pareces cansado y no haces más que mirar el móvil. Normalmente...

-¿Y que sabrás tú? ¿Qué sabes tú de mí? ¿Alguna vez te has preocupado siquiera de interesarte por lo que te cuento? Ah, no, que nuestras conversaciones son siempre tus monólogos.-Y, tras decir esto, se levantó y se fue.

Después de este incidente, dejé de ir a La Guarida del Lobo. Ya no me sentía a gusto allí. Lo que no lograba entender era qué le había hecho yo a Leo para que se pusiese así conmigo.

- A lo mejor es algo que le dijiste cuando estuvisteis limpiando, fue la última vez que lo viste antes de la pelea. Pero no te preocupes por ello, céntrate en la fiesta de dentro de dos semanas.- La fiesta a la que se refería Lucas era la que prepararon la gente de mi clase para principios de agosto. Era una fiesta para ir en parejas, con temática de baile americano, y yo iba a ir con Dan.- ¿Te ha pedido Dan que vayas con él?

-No exactamente, yo le insinué algo a Dan y él se ofreció a venir para que yo no estuviese sola.

Así había sido, más o menos, sin contar el hecho de que se lo insinué como 15 veces antes de que se decidiera a pedírmelo. Pero las cosas entre Dan y yo iban genial, creo que yo empezaba a gustarle y, yo dejé de decir que estaba encariñada con él. Pero, cuando llegó el día de la fiesta, como no, empecé con mis problemas, otra vez.

Era la noche de la fiesta y, tras ponerme el vestido que con tanta ilusión había guardado para ese día, Roberto nos llevó a Dan y a mí al pub donde se celebraría la fiesta. Al principio, todo iba bien, hasta que Gabi apareció allí con su hermano, Leo.

-Hola chicos, ¿conocéis a mi hermano mellizo? Se llama Leo.- Mi cara reflejaba perfectamente mi desconcierto en ese momento. Por suerte para mí, la de Leo hacía lo mismo.

-Hola Leo, yo soy Dan- Dan le tendió la mano, pero la única respuesta de Leo fue algo parecido a un gruñido.- Voy a ir a por algo de beber, ¿queréis algo?- Y, tras un silencio generalizado, añadió- Pues, entonces, sólo algo para mí.

Tras decir esto, y, en lugar de marcharse Dan como hubiese sido normal, fue Leo el que se marchó. No puedo explicar lo que me empujó a hacer lo que hice, pero, en ese momento, miré a Dan con mirada asesina y corrí detrás de Leo.

-Leo. Leo, ¿quieres parar?

-¿Parar de qué?

-De estar así. Desde nuestra discusión en La Guarida del Lobo, no te he visto y ahora que, por lo visto, eres el hermano de mi amiga, me evitas. No entiendo nada. Siento mucho si te molestaba que me desahogara contigo, pero parecía que no te importaba. Si querías cambiar de tema, solo tenías que decirlo.¿Me vas a contestar o esto va a ser, como tú dirías, uno de mis monólogos?

-¿Qué quieres que te diga? ¿Que todo está bien? ¿Que todo vuelve a ser como antes? Está bien. Si es eso lo que quieres oír.

-No, no quiero que me digas lo que quiero oír. Lo que me gustaba de hablar contigo es que teníamos la suficiente confianza como para que me dijeses la verdad, lo que necesitaba oír, no lo que quería. ¿Qué te ha pasado?

-¿De verdad quieres saberlo?

-Sí

-¡Bien! Te lo diré. Me gustas, ¿vale? Y verte con ese...ese tal Dan, o el chico del diario, como lo llamas tú, me mata. Por eso me puse tan borde en el bar. Antes, solías llegar y, tras saludarme, te ponías a hablar de mil cosas sin sentido, como si nos conociéramos tan bien, que no hiciese falta hablar de cosas más serias, como el primer día que fuiste allí sin tu padre, ¿te acuerdas? Estabas triste, pero cuando llegué y te saludé, me respondiste con una sonrisa. No pretendas que te diga que me enamoré de ti en ese momento, sería una cursilada propia del del diario, lo que sí es cierto que, el otro día, mientras habla con mi hermana, me enseñó una foto contigo y me contó lo del diario. Entonces supe por qué no habías venido en tantos días, porque ya tenías a otro que escuchara tus problemas, y me topé con la cruda realidad en la que yo para ti no significaba nada, y creeme, princesa, yo no soy de los tíos sensibles a los que cuando le rompen el corazón se pone a llorar, yo me enfado con el mundo y, si es preciso evitarte el resto de mi vida, no dudes ni un segundo en que lo haré. ¿Querías la verdad? Pues ya la tienes. Por cierto, dile a mi hermana que me he ido.- Y, acto seguido y sin darme tiempo a responder, se fue. Se lo agradecí, porque, después de todo, tenía razón, y me sentía horrible por ello. Pero aún me parecía peor lo que había dicho al final, no podía perderle, no a él.

Entonces, tras un rato sentada fuera y sin querer volver a entrar, Dan salió por la puerta.

-¿Estás bien?-preguntó

-Sí. No. No lo sé, estoy algo confusa. Debo asimilar demasiadas cosas en poco tiempo y es demasiado.

-¿Qué le pasaba a ese chico, eh, Leo? ¿ Y por qué no has vuelto dentro después de que se fuera? Creía que habíamos venido a pasarlo bien.

-Mira Dan, estoy cansada física y mentalmente y, ahora mismo, sólo quiero irme a casa. Si quieres quedarte, por mí perfecto, pero yo me voy.- Tras esto, llamé a mi madre, que vino enseguida y me fui a casa sola.

Diario Secreto De Un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora