Séptima parte.

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Lunes, 20 de enero de 2016.

Diez de la mañana. 14 horas para lo definitivo y contando...

Cristian cumplió lo que dijo y vino a verme ese día. Esta vez sin Jessica.

Me dijo que se iba a pintar el cabello de mi color favorito, porque jamás me iba a olvidar hasta que él estuviera en el mismo lugar que yo. Lo único que le dije fue:

―Lo lindo no te quita lo ridículo.

La cosa es que, él realmente lo hizo. Se pintó el cabello de un negro azulado. Y debo decir que realmente no era ese mi color favorito. Solo que siempre lo imagine, en mis sueños, así. Con el cabello tan negro en las noches, pero resplandeciendo tan fuerte en el día.

Tampoco quería que se lo pintara de rosa chillón.

Le dije que Jessica se iba a enojar con él, pero no le importo.

―Imagina que Jess no existe por estos días. Solo tú y yo.

No era tan difícil.

Siempre lo había imaginado.

Durante el día, recibió una llamada. Creo que era de la universidad, pidiéndole que explicara porque no se había presentado el día de ayer y hoy. No alcance a oír lo que dijo, porque salió de la habitación.

Pero lo imagine. Algo como, "Oh, lo siento. Estoy teniendo algo de tiempo con una antigua compañera de escuela que está a punto de morir, pero no se preocupe, llegare el miércoles a tiempo, porque bueno... Ella morirá mañana".

Trate de reprimir el sentimiento de amargura que había estado peleando por salir, pero me fue imposible. Sabía que Cristian no diría algo así, porque esas palabras definitivamente las diría mi antigua yo, siendo tan perra como siempre.

Y aunque amaba a Cristian con todo mí ser, y aunque posiblemente en ese momento no quise reconocerlo, por primera vez en mi vida estaba segura de una cosa.

Él sentía lastima por mí.

No amor, lastima.   

La esencia de lo pequeño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora