Quinta parte.

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Sábado, 18 de enero de 2016.

Tres días.

¿Qué harías en tres días, antes de que vieras la luz al final del túnel? No creo que alguna vez hiciera todo lo que quiero, porque, bueno, eso tardaría toda una vida.

Resulta que ese día, fue el mejor de todos, incluso mejor que los días antes de saber sobre mi enfermedad.

La vida me premio. ¿Por qué? No lo sabía, pero tampoco quería ponerle mucho cuidado a eso. Quería disfrutar ese día al máximo, y si fuera posible, lo haría una y otra, y otra vez.

Aquel día, Cristian fue a verme.

Su cabello castaño en puntas, como siempre le había gustado. Sus ojos color marrón profundo cubiertos por las pestañas más espesas que vi en mi corta vida. Sus cejas tan pobladas que quise pasar mi dedo por ellas para siempre. Estaba incluso más alto por el paso del tiempo. Sus delgados labios estaban curvados en una sonrisa nerviosa y sus dedos se rozaban entre sí, indicando que estaba ansioso.

Siempre lo había hecho.

Me sorprendió cuanto lo conocía.

Yo era una loca enamorada.

―Cristian ― No sé cómo se veía mi sonrisa para él, pero para mí se sentía como si me estuviera dando espasmos en el rostro.

―Hola Tania.

Mire a mamá, presintiendo que fue obra de ella.

―Ni me mires.

―Leí tu correo electrónico.

Ahora ella yo quien rozaba mis dedos.

―Lo siento si fue muy repentino. Yo... tengo que decirte muchas cosas.

―Muy bien, entonces empecemos.

Lo lleve a la banca donde habíamos estado Loren y yo. Y ahora que él estaba junto a mí, el frio ya no se sentía tan áspero. Es más, me atrevo a decir que ese día fue el más caluroso de toda la semana.

Fui yo la que habló primero.

― ¿Cómo está Jessica? ― Vi su cara y supe que mi pregunta lo desconcertó.

―Muy bien. Ella... ― Dudo un poco y me derretí un poco al saber que aún se preocupaba por mí. Después de todo lo que le había hecho a su relación con Jessica ―... ella y yo nos mudamos juntos.

Trague saliva y me reprendí a mí misma por sorprenderme tanto. Era más que obvio que consiguieran su feliz por siempre.

―No le gusto al principio. Sabes cómo es ella.

―Lo sé ― Sonreí.

―Pero estamos muy felices.

―Me alegro por ustedes.

Cogí su mano, el calor de la misma asaltando mi cuerpo. Lo más reconfortante fue que no la aparto, sino que la unió con la mía como si fuéramos eternos.

―Yo tengo que decirte algo. Pero antes quiero que sepas que te amo ― Él no me miro y lo vi tragar saliva. Reí ― No, no tienes que preocuparte por eso. Lo digo porque estaba atascado hace tanto tiempo, que... no sé, quería sacarlo.

―Está bien, Tan.

―Te amo muchísimo, Cristian. Y sé que la enterré hasta el fondo cuando hice todo lo que hice en el pasado. Con Jessica y con los demás. Quería que estuvieras conmigo, aunque sé que eso no es excusa para mis actos. Ahora me alegro que estés con ella y sean felices.

Me miro y me mostro sus dientes. Esa sonrisa que tanto amaba.

―Eso significa mucho para mí.

―Lo sé ― Apreté su mano, preparándome para lo siguiente ― Voy a morir en tres días, Cristian. Tengo una enfermedad. Nadie sabe de qué se trata, pero me está matando. Tenía una semana de vida. Y ahora me quedan tres días. Yo quería disculparme con todos por lo que hice, no quiero irme con un peso de mil toneladas en mis hombros.

―Tan...

― ¿Qué?

―Ya decía yo que te veías muy pálida. Pero no quise decírtelo porque creí que me ibas a echar la bronca de mi vida.

Me reí, me reí como una loca. Y él rio conmigo.

Y mientras la risa se apagaba en mí, el llanto se abrió paso hasta mi pecho. Los grandes sollozos me dejaron sin aire y yo solo podía sostener la mano de Cristian como si fuera mi salvavidas.

Me di cuenta que no podía estar con el hombre que amaba. Incluso supe que nunca viviría una historia de amor como la que él tenía con Jessica, ni ninguna otra.

En ese momento perdí la esperanza acerca de todo.

Él nunca llegaría a imaginar cuanto lo amaba. Y él nunca me iba a amar como yo lo amo a él. Su corazón estaba, esta y estaría siempre con Jessica. Y espero que ella lo valore, porque yo nunca pude siquiera tenerlo cerca.

―Te amo también, Tan. Te amo muchísimo.

Es increíble como unas palabras pueden romper tu corazón.

La esencia de lo pequeño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora