Había estado viajando toda la maldita semana a Gangnam, transportándose desde tempranas horas de la mañana, volviendo hasta altas horas de la noche. Los viejos inversionistas que solían tratar con el viejo Choi Joon Suk, su abuelo, eran severos y recelosos, por tanto no permitían el más mísero de los errores. Exigían resultados que ni ellos mismos habían sido capaces de dar cuando habían estado en sus mejores años. Podría tratar con sus descendientes, quienes como él, entendían que los negocios eran volátiles y no todo era puesto en bandejas de plata, sin embargo, cuando se trataba de asuntos críticos, los viejos preferían ser ellos quienes estuviesen ante él.
Deshaciéndose de su abrigo, lo lanzó descuidadamente al sofá de piel en uno de los rincones de su alcoba antes de simplemente andar hasta la cama y tirarse sobre ella.
Sentía las constantes y graves punzadas atacando la parte trasera de sus ojos tan fuertes, que creyó que en cualquier momento podría caer inconsciente. Como si estuviera el destino en su contra, escuchó los imponentes toques contra la puerta, arduos y desesperados. Y en medio de un gruñido exasperado, terminó con su momentánea paz, alzándose de su sitio tan solo para ir a atender y encontrar a una de las menudas mujeres de servicio, quien le informó sobre el requerimiento de su presencia en la habitación de sus padres.
Enfadado y con inmensas ganas de ignorarles, salió de la habitación luego de agradecerle a la mujer, quien partió luego de reverenciarse. Andando con pasos lentos, paró frente a la habitación de su querido invitado, a quien no había podido brindarle la debida atención e importancia durante toda la semana.
Había estado ansioso por finalmente tenerlo frente a él nuevamente. Anhelaba febrilmente sostenerle una vez más entre sus brazos y probar de aquella dulce ambrosía que eran sus labios. Sostuvo su mano hecha puño en lo alto, teniendo todas las intenciones de llamar a la puerta y verle finalmente, sim embargo, sabía que sus padres no eran precisamente las personas más indulgentes, y no pasaría el tiempo suficiente antes de que ambos exigieran su presencia.
Desistiendo, siguió su camino hacia la alcoba de sus progenitores, tendría tiempo de sobra después para deleitarse con la presencia de su dulce invitado.
Llamando a la puerta, escuchó apenas un par de segundos después la aprobación desde el otro lado, por tanto, irrumpió en la alcoba tan solo para encontrar dentro a ambos. Su madre, se mantenía sentada correctamente sobre el sofá de la mini sala, mientras que su padre salía de una de las puertas laterales, la del baño.
—Me alegra que no nos hayas hecho esperar...— el bajo acento de su progenitora consiguió que los vellos de su nuca se erizaran. Algo estaba mal.
—La sirvienta dijo que era importante.
—Y me alegra saber que sepas distinguir entre lo que es importante, y lo que no lo es. — el canoso hombre de regia postura habló en medio de un gruñido.
—¿Y qué en el mundo se supone que significa eso?
—Voy a ser concreto, no me importa en lo absoluto lo que exista entre ese muchacho y tú, tan sólo voy a decirte que dejes tu estupidez y lo eches fuera de aquí.
Conocía a su padre, así como también conocía la forma en que manejaba los asuntos que le molestaban. No existía ni la más mínima pizca de tacto o remordimiento en sus palabras y acciones. Era frío e inescrupuloso.
Lo veía moverse a través de la alcoba, despreocupado, como si no acabara de decirle a su hijo mayor que debía dejar al que quizás sería el amor de su vida, restándole importancia, como si se tratara simplemente de deshacerse de un traje.
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DRAGÓN DE DOBLE CARA
General Fiction¿Qué sucede cuando más allá de enamorarte de un mismo rostro, te enamoras de dos corazones distintos? *** REGLAS EN LA DESCRIPCIÓN DEL PERFIL Esta historia se encuentra registrada bajo el siguiente código de registro en SafeCreative Código de regi...