CAPÍTULO 22

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En medio de un último suspiro, Ji Yong cerró la puerta de su casillero luego de escuchar la jovial despedida de sus compañeros de trabajo, quienes saldrían de fiesta esa noche, celebrando el aumento de sueldo que todos habían recibido. Tomando sus pertenencias y luego de colarse bajo su chaqueta, salió del lujoso restaurante.

Las frías calles de Seúl apenas y eran transitadas a aquellas horas, sin embargo, los pocos que andaban por allí eran aquellos que como él, apenas terminaban su jordana laboral. Achicándose dentro de su chaqueta, caminó las calles faltantes hasta la parada de autobús.

Ya habían pasado dos meses desde la última vez que había visto a Seung Hyun, aquella mañana en que había ido a rogar por una oportunidad, siendo él mismo. Y había sido rechazado.

Desde entonces, todas las noches, se dedicaba a mirar aquella nota que el mayor había dejado para él en la que simplemente le pedía disculpas. Pedía disculpas por no poder perdonarlo; pedía disculpas por no poder aceptar sus errores; pedía disculpas por no poder aceptarlo; pedía disculpas por no poder darle una oportunidad; pedía disculpas por no poder amarlo.

Luego de tomar el transporte público y haber pasado apenas una hora en él, caminó las calles restantes hasta la casa que compartía con su mejor amigo. Atravesando la puerta de entrada, escuchó joviales carcajadas proviniendo desde la cocina. Frunciendo el ceño, se apresuró hasta allí, ignorando los jugueteos y ladridos de los cachorros a sus pies.

Sentados en la pequeña mesa, Young Bae y el tal SeungRi se sonreían felizmente mientras bebían de sus respectivas tazas de humeante café. Frunciendo el ceño, Ji Yong carraspeó.

—Ji Yong, llegaste antes...— le saludó el moreno mientras una sonrisa se tensaba en sus labios.

—El restaurante cerró antes...— murmuró, mirando directamente al callado ojeroso— ¿Qué está haciendo él aquí?

—Lo encontré ésta tarde afuera, al parecer quiere hablar contigo.

—¿Hablar conmigo? ¿Qué tendríamos que hablar?

—Creo que ambos sabemos que solo hay un tema que nos interesa a ambos, y es Seung Hyun.— el castaño apartó la mirada con el simple hecho de escuchar dicho nombre.

—No hay nada más de qué hablar.— murmuró mientras perdía la batalla con sus lágrimas— Él ha dejado claro que no hay un lugar para mí en su vida. No para Young Hwan, ni mucho menos para Ji Yong.

—Pero...— el ojeroso se vio interrumpido por el callado moreno, quien negó mientras veía a su mejor amigo quebrándose frente a ellos.

—Nunca había amado a nadie de esta forma.— sonrió tristemente— Pero él no nos dará una oportunidad, no juntos.— citó antes de salir de la habitación.

Su esperanza se consumía y poco a poco iba extinguiéndose, tal y como lo hacen las llamas de un incendio, hasta desaparecer.

Seung Hyun atravesó la puerta de entrada mientras apartaba los restos de las lágrimas que había derramado en el camino hacia allí. Había abandonado la casa en la que creció luego de haberle gritado a su abuelo sobre sus errores y malas decisiones.

El viejo Joon Suk le había gritado a la cara lo débil que era, y que efectivamente se había equivocado al elegirlo a él sobre los demás. Sin embargo, ya ni siquiera le importaba que alguien más se uniera a la lista de personas que pensaban lo mismo.

Quizás nada debería de estar haciendo en la casa del viejo, sin embargo, sólo quería tomar un poco de ropa y lo necesario para marcharse. No sabía a dónde, ni con quién pero tenía la seguridad de que no podía quedarse más tiempo.

DRAGÓN DE DOBLE CARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora