CAPÍTULO 12

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Si en verdad me necesitas, sólo ámame más fuerte...

La mansión Choi no era precisamente el lugar más adecuado para personas que comenzaban a desvariar o simplemente a perder la compostura. En dicha casa, hasta las paredes tenían oídos, y los objetos tenían ojos.

Eran decenas de empleados que a orden del recto mayordomo, miraban y escuchaban para después simplemente callar. Para la mayoría de los habitantes de la casa, los sirvientes no eran personas, simplemente eran objetos que usaban y desechaban.

—¡Esto está asqueroso!— chilló asqueada una bonita mujer delgada. De larga cabellera castaña y perfectos rasgos juveniles. Sandara siempre se había preocupado por cuidar hasta el más pequeño de los detalles que tuviesen que ver con su imagen— ¿Qué clase de chef prepara este tipo de porquerías?— preguntó rabiosa.

—Señorita Sandara, el joven Seung Hyun decidió que podríamos prescindir de los servicios de los cuatro chefs que estaban a la disposición de la familia, y ordenó que se contratara a una cocinera.

—¡Pues puedes ir diciéndole a Seung Hyun que la despida!— chilló arrojando su servilleta a la mesa, poniéndose de pie y mirando con altanería al viejo mayordomo— Además, ¿Qué demonios tiene que decir? Ya no hace otra cosa que ocuparse de ese noviecito suyo, puede dejar las cosas como estaban.

—Por favor, Sandara, tranquilízate. Seguramente mi primo sabe lo que hace.— con una sonrisa torcida, Dong Wook colocó la servilleta sobre la mesa y se puso de pie con la gracia de un príncipe— Aunque sí, hay que admitirlo, la comida está asquerosa.— frunció el ceño.

—Puedo pedirle a la señora que prepare algo más.— sugirió el mayordomo.

—¿Para qué?— intervino esta vez ChaeRin— Si va a preparar este tipo de comida, ¿Qué caso tiene?— la joven rubia era un poco más metódica, a comparación de Sandara, pero no por ello menos exigente.

—Pueden elegir a su antojo, si eso quieren.. .—una profunda voz se escuchó desde la entrada al comedor. Mirándoles con una expresión estoica, Seung Hyun sostenía la mano de aquel pequeño joven de cabellera rubia, quien no podía evitar avergonzarse ante las miradas inquisitivas de los presentes— Despilfarren todo el dinero que quieran, después de todo ya arreglé los errores que hizo papá y que nos causaron bajas económicas.

—¿Qué significa esto, Seung Hyun?— gruñó con rabia el padre del pelinegro.

—¿Qué significa qué?— le retó.

—Presentarte aquí, así con él.

—¿Qué? ¿Te refieres a sostener la mano de mi novio? ¿Por qué no debería hacerlo?— sonrió altanero— Y tú Sandara, deberías preocuparte mejor por hacer algo de tu vida, y no por recontratar a cuatro chefs de los cuales comes sólo un par de bocados de quince platillos que ordenas. ¿Cuándo aprenderán que el dinero no brota de los árboles? ¿El día que tengan que conseguirlo por ustedes mismos?

—¿Qué has hecho tú, Seung Hyun?— la dulce y engañosa voz de Sandara llamó su atención— ¿Presentar tu lindo rostro ante inversionistas que consiguió el abuelo Choi? ¿Qué más has logrado tú además de jactarte del prestigió que él dio a la familia?— le miró a los ojos— Por supuesto, lo olvidaba.— sonrió con soberbia— Lo único que has hecho es ir y acostarte con un hombre del que no sabes gran cosa y que bien podría simplemente estarte tomando el pelo. Por supuesto, has hecho cosas importantes.— después simplemente se marchó, dejando atrás la tensión que ella misma había provocado.

—Vamos, di algo Seung Hyun.— lo alentó su propia madre— Tú, quien siempre tiene algo inteligente que decir.— sonrió con malicia— No hay nada, ¿Cierto? Porque sabes que lo que acaba de decir Sandara es verdad. — mirando a los demás presentes, se puso de pie— Si me disculpan, he perdido el apetito.

DRAGÓN DE DOBLE CARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora