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—¡Devon, han tocado el timbre!–gritó mi hermano pequeño desde la cocina.

Suspiré y me levanté del escritorio de mi habitación para luego dirigirme al pequeño negocio familiar.

—Hola, buenas noches-saludé con mi mejor sonrisa a la señora que se encontraba frente a mí–¿qué desea?

—Hola querida–respondió ella con una sonrisa–por casualidad, ¿tiene un paquete de arroz?

—Uhm, creo que si–murmuré yendo a buscar lo que la señora me pidió. Tomé de la repisa el paquete y volví a la ventana–¿ésta marca está bien?–le enseñé el paquete y ella lo examinó para luego sonreír.

—Si cariño, ¿cuánto cuesta?

—Uhm, un dólar.

La amable señora me extendió el dinero y le di el paquete en una bolsa camiseta. Ella agradecida lo tomó y se fue.

Suspiré y llevé el dinero a la caja.

—Hola preciosa–saludó una voz bastante conocida. Rodé los ojos.

—¿Qué buscas Hemmings?

—Tranquila fiera, mamá quiere unos bombones, ¿qué me recomiendas?, que no sea a ti pequeña–guiñó un ojo.

—Pequeña la tienes, imbécil. ¿Y esos cumplidos de dónde los sacaste? ¿De la época de los dinosaurios?

Calum, su mejor amigo, rió.

—Estúpida–murmuró entre dientes. Lo miré indignada.

—Adiós Hemmings–cerré la ventana y me dirigí a acomodar unas cosas en la estantería.

—¡No espera, lo de los chocolates era en serio!–gritó antes de que tirara de la persiana para cerrar el local.

kiosque; luke hemmings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora