Capítulo 3 (Lemon)

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(Narra Dipper)Me paseaba inquieto por toda la celda, se escuchaban las olas golpear contra el casco del gran barco y el crujir de mis grilletes contra el suelo; después de estar caminando de un lado para el otro me senté en la pequeña y fría cama

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(Narra Dipper)
Me paseaba inquieto por toda la celda, se escuchaban las olas golpear contra el casco del gran barco y el crujir de mis grilletes contra el suelo; después de estar caminando de un lado para el otro me senté en la pequeña y fría cama.  Mi mente se llenaba con imágenes de los posibles escenarios que me esperaban, recordar las palabras del capitán me hacían temblar, sé que él me hará pagar lo que hice pero como me quiere vivo me hará pasar por infinitas y horrendas torturas.

Mi cuerpo se entumecía lentamente recordando algunos de los libros que mi tío tenía en la mansión; los había leído casi todos y logré recordar uno de ellos, hacía referencia a los castigos que habían entre los piratas y la Marina Real, el peor de todos era el pasar por debajo de la quilla(1) y esto se lo daban a los culpables de delitos graves como la cobardía ante el enemigo, motín o negligencia a piratas que habían causado daños por inexperiencia; en mi caso yo atenté contra la vida de un Capitán Pirata en su propio navío y también para empeorarlo todo él es un lunático perro del mar; pero seguro ese hombre no escogerá ese castigo ya que me llevaría a una muerte segura y él no quiere eso, suspiré, entonces será una docena de azotes con el famoso gato de nueve colas(2); me estremeció el pensar tal cosa, me levanté y caminé hasta la pequeña ventanilla para observar el océano, quizás no me haga daño; comencé a relajarme con el sonido del mar hasta que el sonido de unos fuertes pasos acompañados de una canción me sacaron de mi zona de paz.

«...Con la botella de ron
la vida pirata se vive mejor
Sin trabajar sin estudiar
Con la botella de ron...»

Otra vez la sensación de temor se hizo presente, esa definitivamente no es la voz del capitán; giré mi cabeza rápidamente y pude observar a un hombre de una estatura mediana, algo corpulento, con una gruesa barba y por la ropa seguramente tenía un alto cargo; será que es él quien va a escupir mi sentencia... Quizás el capitán no quiere verme después de lo que le hice o ese monstruo me dejará a merced de su enloquecida tripulación, mis piernas comenzaron a temblar e intenté hacer el menor contacto visual con ese sujeto, él solo se quedó ahí parado contemplándome en silencio con una gran sonrisa mientras silbaba, después de unos minutos se apoyó de la celda sonriendo.

—¡Jajaja! Te sacaré los dientes uno a uno si se te ocurre hacer algo mientras te escolto zagal. —Dijo divertido aquel el marinero mientras lo observaba y abría la celda.

Me congelé ante su risa y sus horribles palabras, en estas circunstancias la verdad es que no quería hacerme el rudo o el héroe, salí de la celda con la cabeza baja y me detuve frente a este. —¿Qué harán conmigo? —Hablé con mi voz ligeramente quebrada propinando directamente en el punto.

—El capitán te quiere ver en su camarote, así que seguramente tiene algo bueno planeado para ti. —Sonrió mientras dejaba escapar una leve risa. —Sube hasta la cubierta iré a tus espaldas así que no hace falta que te diga lo siguiente.

Una Aventura PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora