Capítulo 9

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Mapa

(Narra su autor)El sol apenas se asomaba por el horizonte, y apenas se lograba ver a través de este por las nubes que lo escondían, dándole unos minutos más de oscuridad a la Gran Inagua; algunos de los marineros comenzaban a levantarse con cierta...

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(Narra su autor)
El sol apenas se asomaba por el horizonte, y apenas se lograba ver a través de este por las nubes que lo escondían, dándole unos minutos más de oscuridad a la Gran Inagua; algunos de los marineros comenzaban a levantarse con cierta pereza mientras que otros se quedaban durmiendo en donde cayeron a causa del ron y de la gran juerga que se habían montado, ya con el pasar de las horas ya comenzaban a retomar sus horarios y tareas diarias. El teniente Eight Ball después de supervisar a todos los marineros en el puerto y en los alrededores se acercó a la oficina de su capitán; al tocar y entrar observó al mayor con la cabeza en el escritorio sumido en un profundo sueño, el joven lobo de mar se acercó y le tocó el hombro para despertarlo, el capitán alzó la vista apuntando su arma directamente a la cabeza de su compañero y este al ver de quién se trababa bajó la misma colocándola arriba de la mesa.

—Sigues teniendo suerte de que no dispare como un bastardo lunático. —Dijo algo ronco mientras se incorporaba nuevamente en el mundo de los vivos.

—Le agradezco eso a Neptuno todos los días de mi vida o al menos los días que tengo que despertarlo. —Dijo entre una leve risa mientras le servía un trago al otro y se lo ofrecía.

Este lo agarró y le dio un buen sorbo. —¿Ya todo está en orden por el puerto?. —Preguntó mientras daba un pequeño bostezo.

—Sí, todos están en sus puestos de trabajo mi capitán.

—Perfecto, entonces puedes retirarte y proseguir con lo de siempre. —Susurró terminándose el trago de ron.

—Antes de retirarme... ¿Todavía se pondrá en marcha lo que hablamos en la noche?.

—¡Claro!. —Sonrió. —Y haremos algo que tengo planeado con el cordero hijo del gobernador. —Se carcajeó al finalizar y seguido de este lo hizo su teniente pues ya sabía qué tramaba el contrario.

—Bien capitán me retiraré para terminar con los preparativos. —Dijo mientras se despedía del mayor y caminaba hasta la puerta.

—Prepara entonces toda la gala. —Dijo con una sonrisa mientras veía al otro marcharse con una leve risa.

El rubio se levantó y salió de su estudio soltando otro gran bostezo mientras dirigía el rumbo hasta su habitación; entró en la misma sin tocar la puerta encontrándose a su joven cordero recién salido de la ducha, completamente desnudo y para colocarlo en bandeja de oro estaba arriba de su cama; el chico al observar al mayor se le subieron los colores al rostro luego se acostó boca abajo y se escondió completamente bajo las sábanas, este podía escuchar los pasos del capitán acercándose hasta la cama, Bill dejó salir una risa de lujuria cuando ya estaba junto a la cama, las finas sábanas delineaban exquisitamente el cuerpo de su prisionero.

Una Aventura PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora