¿Cómo era posible que una persona te hiciera sentir tanto en tan poco tiempo?
Esa pregunta rondaba por mi cabeza constantemente.
Emma había revolucionado todo en mi interior.
Me sentía tan bien junto a ella.
Las cosas que siento. La extraña manera en la que todo transcurre tan cómodamente entre nosotros.
El día anterior había sido algo incómodo por momentos. Y no debí hacer las cosas tan apresurado, haberme ido de esa manera.
Al irme, ella se veía tan asustada, angustiada... Tuve el presentimiento de que pensó que salí despavorido para no volver.
Y por esa misma razón me encontraba aparcando frente a su casa. Para dejarle en claro que no se liberaría de mí tan fácilmente.
Mientras me acercaba la admiré, paso a paso, en el portal de su casa, sentada en una de las últimas escaleritas, pérdida en sus pensamientos.
En cuanto se entera de mi presencia, le sonrío.
— Regresaste. —voltea hacía mí con genuina sorpresa.
Sonrío más, reduciendo el espacio entre nosotros, situándome a su lado.
Es tan encantadora. La imagino tan acendrada, tan delicada y frágil, pero sin duda, inigualablemente fascinante.
Me arrodillo justo en frente de ella importandome poco que mis jeans negros se empolven. Una temerosa y tierna sonrisa aparece de inmediato entre sus labios cuando, sin poder evitarlo, acaricio su mejilla con la punta de mis dedos.
— Sí. —afirmo sonriendo. Pronto me encuentro tomando su mano, sintiéndome terriblemente arrepentido- Lo siento, por lo del otro día. —agrego sincero. Una inquietud imperiosa se instaló en mi pecho desde el momento que puse un pie fuera de esa casa.
Ella me da una mirada cargada de sosiego e intranquilidad que no me gusta nada.
— No te preocupes, no fue tu culpa. —dice al fin mirándome fijamente a los ojos.
La miro. La miro un poco más de lo necesario antes de poder formular la pregunta que me mantuvo tan inquieto.
La paz que me transmitían aquellos ojos preciosos los cuales idolatraba, me extrañó. Y fue por el hecho de que había un peculiar y misterioso brillo que no me dejaba respirar tranquilo.
— ¿Me dirás que fue lo que pasó? —le pregunto luego de unos segundos.
— Creo que ciertas cosas deben quedar sin explicación. —responde con expresión seria.
Sin poder evitarlo sonrío, ya acostumbrado a ella y sus secretos.
— ¿Un secreto más para guardar? —le digo, aún sonriendo sin esperar una respuesta.
Ella se carcajea de vuelta, mirándome como sólo ella sabe hacerlo. Cautivandome.
Me pierdo en ella.
De nuevo.
Y creo que me gusta.
Me refiero a su mirada, obviamente, porque no me gusta ella.
¿no?
Niego distraído alejando esos pensamientos y digo lo primero que se me viene a la mente para interrumpir el silencio.

ESTÁS LEYENDO
Find Me.©
RomanceEl día tortuoso en el que comenzó todo me genera escalofríos de tan solo recordarlo. Era solamente un niño, incapaz de imaginar lo que se avecinaba. Es increíblemente triste ver como pueden destruir a la persona que más amas hasta dejarla hecha peda...