P. D. V Narrador Omnisciente.
El auto se detiene lentamente frente a la casa de la muchacha.
Tyler, sin poder evitarlo, se baja rápidamente para abrir su puerta. Acto que ella agradece con una risita nerviosa.
No podía evitar reaccionar de esa manera ante todos los gestos del muchacho. Siendo la primera vez que se sentía tan afectada,—de una buena manera—, por una persona. Definitivamente, era la primera vez que un chico se le acercaba de esa manera.
Le agradaba. Y en un punto, eso le aterraba.
Justo en el momento en el que estaban por despedirse, de la casa oscura y silenciosa salió una mujer, quien inmediatamente al ver a aquel muchacho no desaprovecho su maliciosa oportunidad y se apresuró a hablar.
— ¿Quieres pasar? —dijo con una sonrisa falsa aquella mujer con aspecto imponente, hostil, y esa pizca de maldad en los ojos.
Tyler, en esa ocasión, ignoró su apariencia y lo que transmitía si la analizaba lentamente, pensó en que quizás fuera la madre de Emma.
Miró a ésta última, quien lo miraba de manera un tanto alterada; ella en ese instante tenía tantas emociones aglomeradas que sentía que se desvanecería. La desesperación, el disgusto y el enfado que padecía no era una buena combinación.
Así que, como última alternativa, lo miró, llena de desasosiego, y le susurró tan bajo, que si no estuvieran tan cerca, quizás él no la habría escuchado:
— Dile que no puedes. —masculló.
Ignoró su súplica, que para él sonó más como un juego, y sonrió un poco al pensar que ella sólo exageraba.
— Me encantaría. —contestó sonriendo, amable.
Pasaron hacia adentro. Tyler literalmente sin prestar mucha atención, sin embargo Emma, quien estaba sumida en profundos pensamientos, no dejaba de mover sus manos nerviosamente.
Entonces, fue el muchacho, quien al notar su nerviosismo, entrelazó sus dedos repentinamente, lo que hizo a Emma parar inmediatamente, al sentir el sabor dulce de la tranquilidad ante ese sutil toque.
Se sentaron juntos en el mueble que se encontraba en el medio de la habitación, aún con sus manos enlazadas, estendidas en el regazo del muchacho.
Un silencio largo e incómodo llenó la estancia. La mujer se postró en la pared contigua. Justo frente a ellos. Mirándolos detalladamente.
— Umm... —mostró genuino interés hacia el muchacho— ¿Quién eres?
Ahora fue el turno de Tyler de ponerse nervioso.
— Soy Tyler Leblond. Soy, amm... amigo de Emma. De la escuela. —miró a Emma de soslayo y ella tenía la mirada pérdida en algún punto de la habitación.
La mujer mayor alzó una ceja con incredulidad.
— Vaya. ¡Pero qué sorpresa! —miró hacia Emma, con una mirada burlona— No es para hacerte sentir mal, pero mi querida Emma siempre hace cosas como estas. —trató de aparentar amabilidad con una sonrisa que simulaba disculpa, pero que era tan falsa como una peluca sintética.
Él sólo atinó a fruncir el ceño confundido totalmente por lo que ella le decía. Así que hizo el amago de replicar, sin embargo la madre de Emma lo interrumpió de manera abrupta.
— Estar con un chico, engatusarlo para luego, dejarlo después de conseguir lo que quiere. Siempre lo mismo. —negó despectivamente moviendo la cabeza de un lado a otro— Deberías dejar de hacer esto Emma, no es bueno lo que haces. Mal, mal, mal. Muy mal Emmita.
En cuanto la última palabra escopó de sus labios miró hacía Emma, que en ese momento se veía pálida. Algo dentro de ella se rompió, sus ojos se cristalizaron y un nudo espeluznante atravesó su garganta, lo que arrancó una sonrisa triunfal de su madre.
Tyler, por otra parte, no pudo evitar funcir el ceño totalmente desconcertado y molesto por lo que decía.
— Creo que tiene un concepto diferente al mío acerca de su hija. —respondió mirandola fijamente tratando de no sonar grosero.
Sus dedos se aferraron a los de Emma que temblaban de nuevo.
Una sombra perversa y vil cruzó los ojos de aquella mujer. Llena de furia y recelo.
— Ya veremos si vives para defender lo que dices... —dijo en un susurro filoso, peligrosamente cerca de aquellos dos jóvenes. Tyler pudo percibir la abrupta manera en la que apretaba sus manos en puños, al punto de lastimarse así misma.
Una risa enmascarda de perversidad y endemoniado estrépito llenó la estancia.
Escalofríos llevaron a Tyler a levantarse inmediatamente llevándose a Emma en el inesperado movimiento con sus manos aún entrelazadas.
— C-creo, me... —se aclaró la garganta sintiéndose imposible de seguir—, me tengo que ir. Emm, nos vemos... luego. —le dio un rápido beso en la mejilla y, totalmente abrumado, salió de ese lugar que ahora le parecía escalofriante. Apenas puso un pie fuera se arrepintió de cómo había salido de esa casa, pero, sin embargo, no dio vuelta atrás.
En la casa, las voces se hacían oír como rugidos feroces.
— ...por qué ibas a gustarle, vamos, ¿en serio? Mírate, ¿Crees que lo has impresionado? —agarró un mechón de la muchacha despectivamente, a lo que Emma se alejó bruscamente fulminándole con la mirada.
La mujer estaba regocijandose en su dicha por haber logrado su cometido.
— Ese mocoso no te traerá nada bueno, ya verás. —dijo con desprecio y una carga de repulsión hacia ella.
— ¡No te preocupes! —dijo con fuerza entre lágrimas, bajo su propia cólera y su visible enojo— ¡No creo que vuelva a venir jamás!
— ¡Recuerda lo que eres, niñata, lo llevas en tu asquerosa sangre! —le espetó vilmente furiosa dando algunos pasos hacia adelante mientras Emma retrocedía y negaba lentamente.
— ¡No! ¡No, no es cierto! Jamás seré como tú. —susurró mirándole fijamente.
Y sin más salió de ahí en dirección a su habitación, donde se encerró por horas hasta despejar su mente; pensando en todo aquel peso que traía encima de sus hombros, recordando y queriendo tener una vida donde el 'que hubiera pasado sí...' tuviera un real sentido.
Fue entonces cuando el murmullo en sus pensamientos tomó rienda suelta e intensificó su volumen prolongadamente. Los susurros y alaridos en su cabeza dejaban pensamientos horribles a su paso, aumentando la velocidad en sus palabras.
Un pensamiento fugaz apareció de repente. Como un halo de luz en medio de una pesada y siniestra oscuridad.
Tyler...
De pronto, le entró un miedo terrible, de nunca más saber de él. De que se fuera para siempre.
Ya cuando no escucho ningún ruido en la otra habitación se permitió soltar un fuerte chillido acompañado de varios sollozos mientras agarraba su cabello desesperada.
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Find Me.©
عاطفيةEl día tortuoso en el que comenzó todo me genera escalofríos de tan solo recordarlo. Era solamente un niño, incapaz de imaginar lo que se avecinaba. Es increíblemente triste ver como pueden destruir a la persona que más amas hasta dejarla hecha peda...