Capítulo 7

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Él no sabía cómo había comenzado todo.
Un día sintió que el brillo de una mirada y una pequeña sonrisa, destacaban entre todos los demás.
Aquellos ojos, y aquella sonrisa, lo rodearon como si fueran brazos.
Él se sintió bien.
Feliz.
Como nunca se había sentido.

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La encontré en un rincón haciendo poses y practicando posturas al lado de ese tubo raro de madera pegado a la pared, vestía una falda blanca a juego con todo lo que traía puesto que también era blanco.

Se veía preciosa, su maquillaje no era exagerado, pero hacía resaltar todos sus rasgos... se veía magnífica.

Construí mi camino hasta ella. Al parecer aún no había llegado la instructora puesto que, la mayoría de las chicas que ahí se encontraban estaban charlando cómodamente en pequeños grupos alrededor del gran salón. Algunas estaban vestidas de negro y otras de blanco como Emma.

Ojos curiosos se posaron en mí, sin embargo, hice amago de ignorarlos. Suponía que no todos los días se presentaba un chico de traje a lugares como esos, o en cualquier otro lugar a menos de que fuera una fiesta elegante, o por la razón por la que yo me encontraba vestido de esa forma.

Me acerqué lentamente, terminando con los pocos pasos que nos separaban, y al llamar su atención volteó hacia mí sorprendida. Sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas.

Insite nuestras miradas a vernos. Nos observábamos a los ojos sin decir nada.

La forma en que me veía me hacía sentir tan... no lo sé. Era una sensación diferente que no lograba reconocer, pero que se hacía familiar al paso de los días, cada vez que estaba más tiempo junto a ella. Ni siquiera sabía que era lo que sentía a ciencia cierta, es como si no necesitara nada más cuando estaba junto a ella.

Me concentré tanto en su rostro que no me di ni cuenta de que sus labios habían pronunciado palabras.

Sí. Realmente ejercía una influencia preciosa sobre mí. Y se las arreglaba para borrar cualquier pensamiento lógico de mi mente.

— Eh... Lo siento. —traté de tranquilizarme para poder llevar a cabo mi objetivo al venir hasta aquí— ¿Qué dijiste? —pregunté algo avergonzado.

Sentía que estaba rojo a más no poder. Algo usual cuando estoy junto a ella.

Ella sonrió un poco y eso me tranquilizo.

— Te pregunté el porqué estás aquí, deberías de estar en el baile, como los demás. —respondió ella repentinamente nerviosa.

Esta vez fue mi turno de sonreír.

— Te prometí que vendría a verte algún día, y para serte sincero, soy un hombre de palabra.

Ella sonrió y se sonrojó, pero no hizo ademán de persistir, por lo que reanude mi respuesta.

— La verdad, —empecé, perpetuando sus ojos preciosos en mi mente—, me lo pensé mejor en los cinco minutos que estuve en el gimnasio, con esa música aburrida, ese montón de gente con la que he compartido lo más mínimo a lo largo de estos años y ni siquiera sé si las volveré a ver algún día. —me encogí de hombros, sin dejar de contemplar su mirada— No tuve que pensarlo dos veces. Supe, en ese momento que no hay mejor lugar en el que quisiera estar que aquí, contigo.

Al fondo se escucharon algunos murmullos y chillidos tipo "aaawwww", y Emma para ese entonces se veía terriblemente adorable, parecía un pequeño tomate.

Un carraspeo interrumpió nuestras miradas.

Volteé mi cuerpo y me encontré con una señora mayor que me miraba con las cejas alzadas.

Find Me.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora