Si ese hombre en la forja no era su marido, querido Dios en el cielo, ¿qué iba ella a encontrar
cuando se diera la vuelta? ¿Se atrevería?
Se volvió ligeramente, como si un pequeño atisbo pudiera ser más seguro, minimizar el impacto.
Adrienne descubrió pronto cuán equivocada estaba. Nada podría minimizar el impacto de ese
hombre.
Valhalla a la derecha. El paraíso recobrado a la izquierda.
Atrapada entre una trufa de Godiva y un eclair de chocolate.
Entre una roca y un lugar muy duro. Dos lugares muy duros hasta donde podía ver. Odio a los
hombres guapos, se recordó internamente. Los odio. Los odio. Los odio. Todavía puedo
resistirme...
Unas manos sujetaron su cintura desde atrás mientras el herrero la empujaba contra su cuerpo
esculpido.
-¡Permite que me vaya! -gritó ella, la niebla extraña alzándose de su cerebro.
El herrero la soltó.
Y ese hombre muy grande, hermoso que la enfrentaba -el legendario Hawk- estaba brillando
como Odín, preparándose a desintegrarla con un rayo. Ella resopló.
-No me mires a mí. No te molestaste en presentarte a nuestra boda siquiera. -Adrienne empezó
furiosamente. Si ella realmente fuera Janet, ¿cómo se habría sentido? ¡Cuán terrible ser casada
como un pedazo de propiedad y tratada tan miserablemente por los nuevos parientes!-. Me paso dos
miserables y húmedos días en la parte de atrás de una jaca y... ¿deja de llover alguna vez en este
lugar alejado de la mano de Dios? ¡Dos días nos tomó llegar aquí! El cortés Grimm me descarga al
minuto que pusimos un pie en Dalkeith. No te molestas en saludarme siquiera. Nadie me muestra un
cuarto. Nadie me ofrece algo de comer. O beber, ya que estamos. -Ella hizo una pausa en su letanía
y se apoyó contra un árbol, las manos en sus caderas, un pie tamborileando-. Y entonces, ya que no
puedo encontrar ninguna parte donde dormir sin temer que pertenezca a alguien más, me marcho
vagando finalmente, hasta que te molestas lo bastante para presentarte, ¿y ahora me miras así? Bien,
quiero saber...
-Silencio, chica.
-No soy el tipo de mujer que puedes empujar a un lado y después tomar dócilmente. Sé cuandono me quieren.
-Te quieren, ciertamente -ronroneó el herrero.
-No necesito que me peguen en la cabeza con una tonelada de piedras...
-Dije que hagas silencio.
-¡Y yo no me casé sin estar presente! -agregó ella, orgullosa de haber pensado en eso. Sí, Janet
ciertamente se habría ofendido.
-¡Silencio! -rugió Hawk.
-¡Y no recibo órdenes! ¡Ummmph!
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Las Nieblas De Highlander
RomanceBELTANE - (primavera) Descubriste serpientes con lengua doble Los erizos espinosos no han sido vistos; Tritones y gusanos ciegos, no hagan mal: No se acerquen a nuestra reina de las hadas. ... «Sueño de una Noche de Verano», SHAKESPEARE