La mística isla de Morar se cubrió de eventide, la arena de sílice reluciente como plata, bajo las
botas del Rey Finnbheara mientras se paseaba de un lado a otro, esperando el retorno del Bromista
de la corte con impaciencia.
La Reina y sus cortesanos favoritos estaban celebrando Beltane alegremente en un pueblo de las
remotas Highlands. Ver a su elfina Aoibheal bailar y coquetear con los Highlanders mortales había
estimulado sus celos en una ira insomne. Había huido de los fuegos de Beltane antes de sucumbir al
deseo de aniquilar el pueblo entero. Estaba demasiado enfadado con los mortales para confiar en sí
mismo junto a ellos en esos momentos. El simple pensamiento de su Reina con un hombre mortal lo
llenaba de furia.
Como la Reina de las Hadas tenía sus favoritos entre sus cortesanos, también los tenía el Rey de
las Hadas; el taimado Bromista de la corte era su compañero desde hacía mucho tiempo de copas y
espadas. Lo había despachado para estudiar al mortal llamado Hawk, para recoger información con
la que pudiera preparar una venganza digna para el hombre que se había atrevido a entrar en
territorio de las hadas.
-Su masculinidad a media asta pondría envidioso a un semental... él exige el alma de una
mujer. -El Rey Finnbheara se burló de las palabras de su Reina en falsete acerbo, entonces escupió
irritado.
-Me temo que es verdad -dijo el Bromista rotundamente cuando apareció a la sombra de un
serbal.
-¿Realmente? -el Rey Finnbheara hizo una mueca. Se había convencido de que Aoibheal había
embellecido un poco su historia; después de todo, ese hombre era un mortal.
El Bromista frunció el ceño.
-Me pasé tres días en Edimburgo. El hombre es una leyenda viviente. Las mujeres claman por
él. Pronuncian su nombre como si fuera alguna encantación mística garantizada para brindar el
éxtasis eterno.
-¿Lo viste? ¿Con tus propios ojos? ¿Es hermoso? -el Rey preguntó rápidamente.
El Bromista asintió y su boca se torció amargamente.
-Completamente. Es más alto que yo.
-¡Tienes más de seis pies en todo tu esplendor! -objetó el Rey.
-Es casi una mano más alto. Tiene el cabello color del cuervo, atado en una cola lisa; los ojos
negros ardiendo sin llama; la perfección cincelada de un dios joven y el cuerpo de un guerrero
vikingo. Es repugnante. ¿Puedo mutilarlo, mi liege? ¿Desfigurar su semblante perfecto?
El Rey Finnbheara ponderó esa información. Se sentía enfermo, con un hoyo en el estómago
ante el pensamiento de ese oscuro mortal tocando los blancos miembros de su Reina, trayéndole
placer incomparable. Exigiendo su alma.
-Lo mataré para ti -ofreció el Bromista esperanzadamente.
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Las Nieblas De Highlander
RomanceBELTANE - (primavera) Descubriste serpientes con lengua doble Los erizos espinosos no han sido vistos; Tritones y gusanos ciegos, no hagan mal: No se acerquen a nuestra reina de las hadas. ... «Sueño de una Noche de Verano», SHAKESPEARE