Capítulo 17

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-Oh, mi querida, ¡pensé que lo sabías! -saltó Olivia.


-Vete al infierno -dijo Adrienne suavemente cuando ella la forzó a levantarse.


-Estoy intentando ayudarte.


-No, no lo haces. La única persona a la que estás intentando ayudar es a ti misma, y ayudando a


colmar a mi marido.


-Ah, sí. Tu precioso marido. ¿No tienes ninguna curiosidad de su tiempo en la corte?. -


Ronroneó Olivia invitadoramente.


-¿Piensas realmente que soy lo bastante tonta para creer que me dirías la verdad sobre él? ¿A


alguna mujer le gustas?


Olivia detuvo a mitad de una frase, su boca ligeramente entreabierta.


-¿Y qué se supone que significa eso?


Los ojos gris pizarra de Adrienne se encontraron fríamente con los de Olivia, recargadamente


ovalados con kohl.


-Sólo que eres el tipo de mujer que mide su éxito por los hombres que tiene en la cama y las


mujeres que lastima, y un día, no demasiado lejos, vas a ser nada más que una mujer vieja, gorda,


no deseada y sin amigos. ¿Y entonces cómo vas a pasar el tiempo?


Olivia podría haberla vapuleado hacía años, pero nadie la engañaría ya.


-¿Cómo te atreves, tú, petite salope? -escupió Olivia-. Yo sólo estaba ofreciendo mi ayuda.


-¿Siguiéndonos, espiándonos, y después planteando su pasado? Su pasado se ha ido, Olivia. -


Adrienne no era consciente de que estaba defendiéndolo sino hasta que se oyó a sí misma hacerlo-.


Algunas personas aprenden de su pasado, se hacen mejores y más sabias. Mi Hawk ha hecho eso.


Simplemente estás enfadada porque sabes que él no es el hombre que fue una vez. Si lo fuera, se


habría quedado en los jardines contigo en lugar de pasarse la tarde hablando conmigo.


-¿Hablando? Él y yo usamos una... charla... parecida a esa también. Él sólo se ha excitado


temporalmente con un nuevo cuerpo. Lo superará. Y cuando lo haga, regresará a mi cama.


-Estás equivocada -dijo Adrienne serenamente-. Y lo sabes. Eso es lo que realmente te


perturba.


-Los perros viejos no aprenden nuevos trucos, estúpida y dulce joven. -Olivia sonrió con


desprecio.


Adrienne dedicó una sonrisa de sacarina a la mujer mayor.


-Quizás no. Pero a veces los perros viejos dejan sus trucos por completo.


-Hablas como una mujer enamorada. Pero aún así no dirías su nombre -declaró Olivia,


arqueando una ceja delineada con lápiz.


La sonrisa de Adrienne se marchitó.


-Hablo por mi marido y por mí misma cuando sugiero que dejes Dalkeith con la primera luz,


tanto si los caballos están descansados como si no. Ya no eres bienvenida aquí. No regreses nunca.
¿Seguro que puedo distinguirlos?, meditó Adrienne cuando escogió su camino a través del

Las Nieblas De HighlanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora