Al día siguiente desperté y el juego no estaba en mi mesita, y aunque lo busqué no lo encontré por ningún lado, ni mis padres lo habían visto. No quería pensar mucho en el tema, pero me deprimí más de lo que ya estaba por no guardar ningún recuerdo suyo. Los próximos días estuve todo el día dando declaraciones a la policía sobre lo que ocurrió, lo que no me permitió distraerme sobre Ben y todo lo sucedido.
A Matt no le metieron en la cárcel por ser menor de edad, pero planeaban internarlo en un centro de menores. Tres días después, me enteré de su muerte. Decían que los ojos se le salieron de sus cuencas mientras jugaba a un videojuego, The Legend Of Zelda: Majora’s Mask y en la televisión salió una foto del cartucho. ¡Una foto del mismo cartucho que desapareció de mi mesita días antes, con las mismas letras escritas en él! Ese cartucho desapareció después del crimen. Al oír esto, un sentimiento de terror y de curiosidad me recorrió el cuerpo.
Entonces fue cuando empecé a investigar sobre Ben, y descubrí que tanto Alex como Jacke habían muerto de forma similar a Matt. Supe que Ben estaba detrás de todo esto, que tenía ansias de venganza, pero esperaba que fuera a parar tras matar a sus verdugos, aunque para mi desgracia, me equivoqué: hubo más muertes, gente que no tenía nada que ver con lo sucedido. Luego de un tiempo, la masacre se redujo, ya no se cometían con tanta frecuencia. Logré hablar con gente y me describieron cómo era el juego y en qué se diferenciaba del original. A Ben le gustaba jugar con sus mentes, quería que sintieran miedo. Alguien que tenía el juego, me dejó jugar una vez. Miré la partida vacía. Si no hubiera pasado aquello, mi nombre estaría ahí, y debajo el de Ben. Conforme pasaban las pantallas, me di cuenta de que en una parte decía:
“Encontraste un final terrible, ¿no es así?” Eso me recordó a esa historia que me contó con lágrimas en los ojos, la de la charla antes de que su padre haya salido de casa para encontrarse con un destino mortal.
Hubo una parte, que según me dijeron, no les salió a los demás jugadores. Sólo a mí. Cuando Link se quemaba, abajo aparecía un diálogo, donde ponía:
“Aunque no me ayudaras, no te guardo rencor, amigo” Esta parte hizo que se me empaparan los ojos.
Quizás ustedes piensen que mis reacciones eran demasiado sentimentales, pero no es fácil ver a tu mejor amigo morir cuando sólo tienes 12 años.
Las muertes causadas por el juego habían llegado a su fin pero de vez en cuando, Ben cometía algún crimen a través de él. El anciano que vendió el juego al usuario que lo compró, era el abuelo de un niño ahora muerto. El niño dejó el juego en su casa, y quería irse de allí para no recordarlo más, además de vender alguna que otra de sus pertenencias. Logré hablar con el anciano, siguiendo la pista del juego. No puedo dejar de pensar que podría haberle salvado, podríamos haber seguido jugando juntos, pero no. A pesar de eso, después de 12 años, me he dado cuenta de que no puedo seguir viviendo con esta culpa que llevo en la espalda, me está comiendo por dentro. Pero antes de precipitarme a la muerte y acabar con esto de una vez por todas, sentía la necesidad de aclarar la historia de Ben, el amigo al que nunca pude salvar.
El amigo del que pude evitar su muerte, pero no lo hice por miedo.