−Y si no los acompaño ¿Qué harán?−replicó en un tono que ni ella misma sabía cómo lo había logrado.
−No querrás dejar de vivir a tan temprana edad o ¿si?Fede lo pensó segundos, y agarró sus prendas para vestirse. Apresurada se colocaba la ropa, pensaba "si me quisieran matar, lo habrían hecho ya, y sino me doy prisa mi familia estará involucrada en algo que ni yo tengo idea, quién me mando a salirme del hotel".
−Estoy lista.
−Vamos−respondió la mujer de estatura mediana, cabello oscuro y de ojos café, tenía un acento particular, lo que deducía que no era americana.Salieron del hotel por la puerta de enfrente, mientras Federikke con la mirada busco al recepcionista, le preocupaba lo que le habría ocurrido, para su confirmación no estaba en su lugar de trabajo.
−¿Qué le han hecho?
−Sube−fue lo único que obtuvo a cambio como respuesta.Era un auto color plateado, alcanzo a notar el modelo, un Toyota corolla del año. Subió, adelante había un hombre con lentes oscuros conduciendo, uno de los hombres que la abordo a ella se colocó en el puesto del copiloto y la mujer y el otro hombre la cercaron en la parte trasera, quedando ella en intermedio.
−¿A donde vamos? ¿Quienes son ustedes?
−No preguntes ¡ponte esto!Pasándole una capucha totalmente cerrada, Fede sintió como el miedo recorría cada centímetro de su piel, miro a la mujer con desconfianza plena, pero le obedeció, lo último que quería era ser asesinada por unos extraños en un país ajeno al suyo.
Los minutos fueron pasando, el silencio se hacia insoportable, sólo el sonido del auto se escuchaba, el silbido del aire acondicionado enfriando el ambiente, y nada más. Percibió como luego de unos veinte minutos según sus cálculos mentales, se habían detenido. Escucho bajarse a los pasajeros, la mano fuerte de un hombre le sujetó del brazo e hizo que bajara también. La condujeron aún con la capucha colocada en su cabeza.
−Hay escaleras, baja con cuidado - le indico el hombre.Continuaron el andar unos metros más y sintió como la empujaban para que se sentara. En seguida le sacaron la capucha.
−Así que Federikke Heinsen, ¿Quién eres y qué hacías en el lugar donde ocurrió todo?
Entre abriendo los ojos vio donde estaba, un salón amplio, bien acondicionado con un mini bar, un plasma enorme, alfombra, muebles, un sitio perfecto, noto que estaba dentro de un yate, por como se movía levemente el espacio.
−No sé quienes son, no sé que paso, solo salí del hotel a dar un paseo, tomé un taxi, camine unas calles, entré a un bar, bebí unos tres tragos, vi a la gente bailar, y disfrutar, luego salí de ahí para seguir el recorrido y una calles más adelante, vi a eso dos tipos disparándole a quema ropa al otro. Sentí miedo, corrí a un callejón que estaba a un lado mío por la distancia que había, me escondí entre unos tanques o cajones no sé bien... solo sé que estaban al final del callejón.
Hizo una pausa para tomar aire.
−Esperaba que me siguieran y como eso no paso, varios minutos después salí de ese lugar para irme, cuando llegue nuevamente a la calle donde vi todo, el chico estaba tirado ahí, su sangre lo bañaba, me acerque para ver si tenía pulso, aún tenía pero estaba muy mal, tomé el móvil para pedir ayuda, pero me dijo que no tenia solución, dictó esos números, me dio ese mensaje y dijo que tomara lo que estaba en su zapato izquierdo, luego murió, yo salí despavorida del lugar y eso es todo. Los contacte para cumplir la voluntad de ese chico, ¿ahora me puedo ir?Todos escuchaban la historia sin hacer ningún gesto en sus rostros, era como si fuesen de otro mundo, el hombre la miro mientras tomaba un trago de algo que parecía whisky.
−No tienes idea de en que estás metida ¿verdad?−Si la tuviera, quizás no estaría viva aún ¿cierto?
El hombre sonrío con sarcasmo.
−Ese hombre que asesinaron en tus narices, se llamaba Victor Petrov, era un agente del servicio secreto ruso -se desplazaba y tomaba otro trago de su bebida, sin que ella perdiera de vista cada movimiento.−Estaba investigando un caso muy delicado, y por lo visto lo han descubierto, tú has sido la única testigo, lo que significa...
Fede empezaba a entender el lío tan grande en donde estaba implicada.
−Que vendrán por mí y me mataran ¿cierto?El hombre se giro, la miro confirmando su teoría. El silencio volvió a invadir la habitación, ellos esperaban un ataque de nervios por parte de la desconocida, suplicas de auxilio para salvar su vida y quizás la de los suyos, pero inmutados se quedaron al no ver ninguna reacción.
−Bueno.... la vida es corta ¿no?−observándolo con una especie de mueca que lejos se asemejaba a una sonrisa.−Tienes dos opciones Heinsen, la primera es contar lo que vistes y entrar en el programa de protección de testigos.
Ella bajo la mirada, ahora lo entendía todo, esas personas eran seguramente del servicio secreto también.
−La segunda, unirte a nosotros.Giro su cabeza para que sus ojos buscaran los de aquel hombre.
−Esto es una broma ¿verdad?
−¿Tengo cara de bromear Heinsen?
−No -bajo su cabeza en señal de arrepentimiento.
−Esto es muy serio, estuviste en el lugar equivocado, a la hora equivocada, y eso te pone en una situación de riesgo -la mujer se acerco, le entrego una carpeta al hombre, este saco de su bolsillo del traje unos lentes para leer el contenido.−Federikke Annette Heinsen, nacida el 05 de abril de 1981 en Copenhague, Dinamarca. Hija del ingeniero Fritz Heinsen y Marry Sorensen, estudias en la universidad de Columbia medicina, vaya Heinsen, muy bien -continuo leyendo en silencio- ¿cuanto tiempo crees que tarden los perpetradores en localizarte? cerrando la carpeta y mirando la expresión de su rostro.
−Quince minutos ¿quizás? -nuevamente torno serio su rostro.
−Tienes una vida normal, al menos en el papel, tienes que tomar una decisión.
−No es cómo si tuviera muchas opciones o ¿si?−Solo dos.
−Si elijo la segunda, ¿Tendríamos que dejar todo? el programa de protección tengo entendido que es prácticamente borrar tu vida, y la de mi familia, cual es la diferencia entre ambas opciones.−Que en la segunda nosotros borramos las huellas que puedan conducir hasta ti, serás normal ante la sociedad, pero tu vida estará compartida, entre la que decidas tener y lo que te ordenemos hacer.
−Que lindo ¡Suena al paraíso!
−Sabes... otra chica en tu lugar estaría llorando a mares, lamentándose, pero se nota que tienes madera para esto.
−¿Debo agradecer sus palabras?
−No, claro que no.Presente.
La tensión en el lugar crecía desproporcionalmente. Se arrecostó a la ventanilla del avión, su compañera estaba sentada enfrente.
−Fede, hasta las heridas más profundas cierran, solo queda la cicatriz nena -su voz era un forma de solidaridad, pero sus pensamientos le arrancaban el alma, una lágrima recorrió el camino de sus mejillas, y el silencio se apodero del viaje.
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Mundos Paralelos
RomanceFederikke es una jóven de origen danés, estudiante de medicina y con una vida relativamente normal, hasta una día que tropieza accidentalmente con Helena, el destino interferirá en su camino, cambiando por completo cada uno de sus sueños, a partir d...