02 de febrero del 2006
Habían pasado un par de meses después de navidad, Priscilla estaba convencida que la forma de no separarse jamás de Federikke era con un vínculo de sangre que les atara de por vida, su obsesión por no dejarle se convirtió en una forma alterna de vida para ella.
−Todo va a salir bien amor, ya verás− Helena hablaba mientras sujetándole de la mano caminaba al ritmo de la camilla de aquella clínica de fertilización.
−No sé como me deje convencer, no estoy segura de nada.
−Es por nuestra familia, te amo, y eso nada ni nadie en este mundo lo va a cambiar Fed.Aquella declaración de amor le lleno de paz y energía para continuar adelante.
−Hasta aquí nos acompañas, tienes que esperar afuera− El doctor dijo y obstaculizándole el paso en la entrada de aquella sala donde inseminaba a sus pacientes.
−Todo va a estar bien− le repetía a su amada en señal de una breve despedida.
−Priscilla− la voz de su hermano menor la saco de su concentración.
−No me llames así... ¿Qué ocurre Gi... digo Jhon?
−No solo ella tiene miedo, también yo... no sé como me deje convencer por ti, todo esto es una locura.Sus verdes ojos se clavaron en él.
−¿Locura? tú serás el padre biológico y nada más, si pudiera ser yo no te hubiese pedido esto.
−Si no funciona... creo que será lo mejor para todos.Sus manos aprisionaron dolorosamente su barbilla
−Jamás repitas eso Giuliano, quedará embarazada, y será nuestro hijo, al cual amare como mi propio hijo, porque al final es mi sangre la que llevará, te ha quedado claro?Presente. (Vancouver, 2009).
Los rayos de sol asomaban por la ventana, se había quedado dormida en el suelo, a su lado tenía una botella de whisky casi vacía, uno de los favoritos de su amada. Buscó con sus ojos el reloj del salón, marcaban las 9:30, recordó la charla con aquel que una vez fue su instructor, la herida de su alma volvió a revivir más fuerte que los días anteriores.
Intento levantarse, pero no tenía fuerzas, sintió que cayo sobre algo, con su mano buscó el objeto y lo divisó, una foto de ella con Priscilla y su hijo. La observó detenidamente, como si deseara meterse dentro de la fotografía y quedarse ahí por siempre. El teléfono sonó, la saco de sus pensamientos, no tenía la más mínima ganas de hablar con nadie, pero recordó que Aiden estaba bajo el cuidado de sus padres
−Si, diga.
−¿Federikke?
−Soy yo.
−Soy Joe, te llamo porque Harald salió de cuidados intensivos, lo llevan a una de las habitaciones, y quiere verte.
−Harald... dejó el teléfono deslizarse entre sus manos y se quedó absorta en sus pensamientos.Luego de lo ocurrido en Brasil, Federikke había olvidado el estado de su hermano, la razón que la llevo a buscar venganza en aquella mujer que resultó ser su alma gemela.
Con pesadumbre se ducho, tomó unos jeans, una camisa negra y una chaqueta y se fue en dirección de la sección tres. Dejó el auto estacionado a las afueras del lugar, sigilosamente llego al edificio donde estaba Harald, no quería encontrarse con su jefe, a quién en ese instante deseaba ver muerto.
−Te dejo para que hables con él, pero no puede ser mucho tiempo ¿vale?
Joe recalcaba cada una de sus palabras.
−Ok.
−Hola−le dijo con cierta dificultad al hablar.
−Silencio, no hables−se acerco y le tomó la mano− ¿Cómo te sientes?Harald apenas sonrío.
−Estaré mejor.
−Saldrás de esto, te lo prometo.
−¿Y tú?Las lágrimas asomaron, no quería contar la verdad a su hermano, pero la tristeza que reflejaba su rostro era difícil de ocultar.
−Perdóname Harald, lo siento, lo siento mucho.
ESTÁS LEYENDO
Mundos Paralelos
RomanceFederikke es una jóven de origen danés, estudiante de medicina y con una vida relativamente normal, hasta una día que tropieza accidentalmente con Helena, el destino interferirá en su camino, cambiando por completo cada uno de sus sueños, a partir d...