Misión secreta

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Giro y ahí estaba, más bella que nunca, su pelo se movía al compás del viento helado, sus ojos brillaban con el reflejo de las luces de su entrada,

F: pensé que no volvería a verte

H: ni por un solo día deje de pensarte... avanzó rápidamente y sin pronunciar más palabras la tomo en sus brazos y la beso, Fede sintió nuevamente el sabor de aquellos labios en los suyos, un arrebato de pasión la invadió y continuo el beso, Harald quedó paralizado por el lado de adentro de la casa, nunca se le cruzó por la mente que su hermana tuviese una orientación sexual diferente.

Durante un par de minutos había perdido la conciencia del lugar donde estaba, pero como un rayo de claridad, cayo en cuenta de ello, se apartó velozmente de sus brazos

H: ¿Qué pasa? ¿No te gusto? Le decía mientras la miraba sensualmente

F: estamos en la entrada de mi casa, no es correcto

H: oh, entiendo, no saben que eres... la interrumpió bruscamente

F: no, y no quiero que...

H: lo sepan -termino la frase Helena-

F: ¿donde estabas?

H: viajando por el mundo, es mi trabajo ¿lo olvidaste?

F: pensé que... no volverías a buscarme

H: ¿por qué?

F: no lo sé... yo... en ese instante la puerta se abrió, Harald camino hacia ellas y se instaló a su lado

Ha: Hola, soy Harald Heinsen, su hermano le decía mientras observaba fríamente a la desconocida

H: Un gusto conocerte Harald, soy Helena... Helena Boelinger

Ha: veo que se conocen bien, ¿no Fede?

F: Harald ahora no, por favor

Ha: el placer es mío señorita Boelinger, se quedo en silencio unos segundos sin dejar de mirarle, entra pronto, te vas a helar, se giró y se devolvió por el mismo camino.

H: creo que tu hermano nos ha visto

F: seguramente... mientras la confusión se apoderaba de su cabeza

H: búscame mañana para almorzar, despidiéndose con un beso en la mejilla y girando para marcharse

F: te extrañe Helena le dijo en voz alta

H: lo sé... alejándose por la calle, con una sonrisa dibujada, en casi un susurro si supieras que eres lo único que me motiva a seguir.

F: ¡el viaje! Su rostro palideció, no recordó su misión, su felicidad desapareció, dando paso a la desolación.

Entro, saludo a sus padres,

Ma: ¿te ocurre algo hija?

F: no má, todo esta en orden, agarrando una manzana de la mesa que estaba en la cocina

Ma: si quieres hablar... estoy acá

F: gracias má, beso su mejilla dulcemente y subió las escaleras, temiendo encontrarse con su hermano, que seguramente le esperaba, abrió la puerta, y sus nervios confirmaron sus pensamientos, ahí estaba Harald, de pie observando una foto de familia

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