Vecinos

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Al día siguiente desperté preso en aquellos brazos fuertes ante los que me rendí la noche anterior. Sin embargo su dueño aún no estaba consciente, dormía profundamente y aun así se aferraba a mí con fuerza. Intenté por todos mis medios separarme de él sin que se despertara pero obviamente fracasé en mi intento. Alejandro se despertó y fijó sus ojos sobre mí, aquellas pupilas brillaban con un color marrón oscuro, casi negro y parecía querer profundizar en mi cabeza a través de las mías.

- Tus ojos...

- ¿Que pasa con ellos? -preguntó con una voz suave-.

- Son muy oscuros.

- Sí... ¿y?

- Que no me había dado cuenta... de que son muy bonitos.

- Los tuyos también -dijo mientras apartaba algunos mechones de pelo de mi cara- Cambian con la luz.

- ¿Eh?

- Tus ojos son verdes... pero a veces se vuelven azules y grisaceos.

- ¿Y... de que color son ahora?

- Me gustan todos -sonrió- pero mis favoritos son los verdes... esos que tienes ahora mismo.

- Gra-gracias...

- Bueno... empiezo a tener un poco de hambre -dijo antes de incorporarse y quedarse sentado- ¿quieres ir a desayunar a algún sitio?

- Sí...

- Será el comienzo de nuestro día juntos...

- ¿Que debo hacer exactamente? Nunca he estado en una cita...ni con otro hombre.

- Solo se tu mismo

- Vale...

Dicho esto ambos nos vestimos y salimos juntos a desayunar. Alejandro fue el que llevó la iniciativa, al parecer el tiempo en el que no estuvimos juntos pudo explorar gran parte del centro de París. Hacía varias semanas desde que había empezado la primavera, sin embargo el frío es algo normal en un país frío, ambos ibamos bien abrigados y con una buena bufanda al cuello que nos tapaba gran parte de la cara.

Estaba nervioso por lo que estaba haciendo, empezar a salir con alguien por primera vez es raro pero aún más cuando mi pareja era de mi mismo sexo. Al parecer Alejandro se dió cuenta de mi nerviosismo porque mientras ibamos caminando de repente sentí como me daba la mano, yo lo miré inmediatamente sin embargo el no parecía inmutarse, miraba al frente y caminaba como si nada aunque en realidad estaba pendiente de mí, su mano apretaba la mía con fuerza y yo solo podía responder cerando mi mano alrededor de la suya.

Nadie pareció fijarse en nosotros, quizás por la multitud de la gran ciudad o puede que el hecho de que hiciera mucho frío justificaba ese gesto. Sin embargo yo aún me sentía asustado por hacer algo tan descarado en mitad de una vía  pública, cada vez que veía a un policía o notaba que alguien nos miraba raro intentaba desacerme de su mano con fuerza pero él no me lo permitía.

- Elliot... si no te sientes cómodo dandome la mano te dejaré ir, pero no me gusta que me sueltes así y vuelvas a darme la mano como si fueras un niño hiperactivo... -dijo sin dejar de mirar al frente-.

- ¿Que pasa con la gente que nos mira?

- Nadie hace tal cosa.

- Pero...

- Mira... entiendo que estés nervioso o incluso paranoico pero hazme caso cuando digo que todo va a ir bien. Nadie que vea a dos hombres de la mano va a gritar "Maricón" o va a llamar a la policía, normalmente eso es una suposición a la que rara vez llega la gente. Las personas tienden a buscar la opción más racional y hay muchas mas razones por las que podríamos ir de la mano.

- ...

- A menos que te de un beso en los labios o grite a los 4 vientos que te amo no va a pasar nada fuera de lo común.

- ¿Eso pasaba en España?

- Sí... y las ciudades españolas son bastante pequeñas, nada comparadas con París donde hay mucha mas gente y destacamos menos...

- ¿Me llevaras algún día a España?

- ¿Eh? ¿Porqué?

- Porque me gustaría conocer tu país... Además, he estado en muchos países Europeos pero nunca he cruzado los pirineos.

- ¿Nunca? Eso es como dar una vuelta para conocer al barrio y no ir a conocer a tus vecinos.

- Simplemente... esperaba ir contigo alguna vez...

- Esta bien, te llevaré si quieres.

- Gracias...

- Claro.

- ¿Porque... no te gusta tu país?

- ¿Eh?

- Quiero decir... no pareces tenerle mucho aprecio.

- Lo tengo... me gusta mi país y me siento orgulloso de ser español... Pero los tiempos cambian y España empieza a vivir en la sombra de tu país.

- ¿hm?

 - La guerra de independencia y la incompetencia de los reyes que nos prestasteis están haciendo un daño enorme.

- Lo siento...

- No te disculpes, no pidas perdón por algo que ocurrió antes de que nacieramos y mucho menos por algo que no tiene que ver contigo... Me dan igual las guerras que hayan habido entre nuestros países porque son solo eso... guerras. Yo te amo Elliot, por quien eres y no por tu bandera...

- Gra-gracias.

- Ademas, amo a este país... Francia ha sido mi segundo hogar y por eso también me considero francés... aunque no haya nacido aquí... o no sepa mucho de su historia...

- Me alegro mucho... de haberte conocido...

- Y yo.

La Ciudad De La Luz (GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora