Soledad

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Tras aquella noche volví a caer en depresión una vez más tal y como me había sentido cuando era pequeño. Pero esta vez tenía un mínimo de esperanza por volver a verlo, eso me bastaba para seguir viviendo hasta que ese día llegara.
Todas las semanas, cada vez que iba a clases le preguntaba a Catherine sobre Alejandro sin embargo ella no me decía mucho, solo me contaba que le iba bien, que podía mantenerse una buena casa en el centro de la ciudad y que estaba preparando todo para el día en el que volviéramos a vernos. Sin embargo yo no me conformaba con eso e intentaba por todos los medios sonsacarle la información pero ella sabía guardar bien los secretos.
El tiempo fue pasando y finalmente llegó nuestra boda. Catherine y yo nos casamos por la noche a finales de agosto y con los últimos vientos del verano. Pero aún faltaba Alejandro... De algún modo esperaba que él se presentara en la boda como un invitado, de hecho le había pedido a Catherine que le diera la invitación.
No podía más, ya hacía mucho tiempo desde la última vez que escuché su voz, desde que sentí sus labios chocando con los míos. La noche de mi boda, al llegar a nuestro pequeño apartamento le supliqué.
- Catherine...
- Ya te lo he dicho Elliot -dijo mientras se quitaba el vestido de novia- No puedo decirte donde está...
- Catherine... Yo... Estoy enamorado de él...
- ...
- No se si lo sabías... Quizás él ya te lo dijo.
- Sí... Lo hizo...
- Por favor... Se que amas a alguien... Y que puedes sentir lo mismo que yo.
- Esto no tiene nada que ver con eso Elliot... Simplemente no puedo romper la promesa que hice con él...
- ¿Promesa?
- Él... Te dijo que solo serían unos meses... Pero tu padre aún sigue vigilandonos a todos.
- ...
- Quiere que este matrimonio vaya bien...
- ¿Cuanto tiempo...?
- Al principio era un año... Pero... No sabemos que hacer ahora...
- No... No puedo estar tanto tiempo sin él... Ya he sufrido bastante estos meses.
- Se que lo haces... Pero solo ten paciencia...
- Sí... Claro.
Pero no iba a tener paciencia, no iba a quedarme con los brazos cruzados, al día siguiente fui directo al taller de pintura cercano a mi casa donde Alejandro siempre iba a trabajar, si alguien más sabía donde vivía era el dueño de aquel lugar. Sin embargo Alejandro ya había dejado de trabajar allí hace mucho, había ido tomando influencia entre la alta burguesía y ahora hacía cuadros, retratos y cosas así. Aquel hombre no supo decirme donde estaba ahora mismo Alejandro.
Y con eso mis opciones se acabaron, era imposible que pudiera encontrar a Alex en una ciudad tan grande como París.
Solía ir todos los días a la cafetería con la que fui con él hace ya tanto tiempo, a desayunar y a rememorar viejos tiempos. Solía cerrar los ojos y recordar su voz diciéndome que dejara la carrera de derecho... En ese momento me arrepentí de no haberle hecho caso, aquel titulo de licenciado que colgaba en mi habitación no me aportaba otra cosa que asco.

Me levanté y fui a pagar la cuenta cuandonme fijé en una de las paredes del lugar y ví un cuadro bastante bonito y que me llamó la atención, sobre todo la firma. En la esquina inferior derecha había dibujada una A mayúscula y con muchas curvas y detalles, sin embargo, aunque se parecía a la firma de Alejandro no era igual, uno de los extremos de la letra se rizaba hasta formar una especie de corazón que luego acababa en una E. Por un momento me emocioné, me alegré de que siguiera pensando en mí y no me hubiera olvidado, esa Pequeña E había despertado en mí un sentimiento que no había sentido en mucho tiempo...
- Ese cuadro... -dije a uno de los dependientes- ¿Sabeis quien lo ha dibujado?
- Es de un joven que se está haciendo bastante popular últimamente.
- ¿Sabrían... Donde puedo contactar con él?
- Claro, hemos hecho unos cuantas compras al artista... Pero no creo que pueda decirte su dirección... Es bastante personal.
- Por favor... Soy conocido suyo -dije dejando 5000 francos sobre el mostrador-.
- S-sí... Claro.
El dependiente fue un momento a buscar la dirección y luego me dió una de las tarjetas de Alejandro, allí estaban su nombre y sus dos apellidos así como su dirección.
Rápidamente salí del local y tomé una diligencia que pasaba por allí. Cuando por fin llegamos al lugar me bajé del carruaje y me planté frente a la puerta.
La casa de alejandro era muy bonita, de estilo barroco y que había sido algo renovada, la puerta era de madera oscura que hizo un sonido seco cuando golpee con mis nudillos.
Esperé frente a la puerta hasta que Alejandro la abrió y me miró impresionado, yo no le dí tiempo a reaccionar y me lancé contra él a abrazarlo mientras invadía su casa y cerraba la puerta tras de mí para tener privacidad.
- ¿Que haces aquí? -dijo con cariño en sus palabras-.
- No podía aguantar un año... Sin ti...
- Ya veo... -sonrió mientras acariciaba mi pelo-.

La Ciudad De La Luz (GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora