Salimos juntos de la cafetería y fuimos mirando por algunas tiendas buscando ropa para Alejandro. Estuvimos varias horas dando vueltas por el centro de París y cuando llegamos a casa ya era la hora de comer. Veníamos cargados con un par de bolsas llenas con jerseys, abrigos, pantalones y cualquier cosa que ayudara a Alejandro a sobrevivir en el basto invierno parisino.
Al llegar a caso nos encontramos con mi padre que ya había vuelto a casa, se encontraba en el sofá del salón tomándose un café mientras leía el periódico, cuando nos vió llegar se centró en aquel desconocido que iba conmigo al cual intentaba identificar como algún amigo o compañero de clase. Sin embargo tras un vistazo intensivo pudo ver rasgos familiares en aquel chico y sus ojos se abrieron bastante sorprendidos.
- ¿Alejandro? -preguntó sin creerlo del todo-.
- Sí padre, es él.
- ¿En serio? ¡Que de tiempo ha pasado! ¡Has crecido mucho!
- Gracias señor -sonrió-.
- No seas tan formal hijo, todos somos familia aquí.
- Padre... Alejandro se ha mudado aquí a París... Me preguntaba si él podría...
- ¿Que pasó con tu padre? -dijo sin necesitar escuchar el resto de la historia-.
- Murió hace poco... Y sin más familia en España decidí volver al sitio al que de verdad pertenezco.
- Me alegra oír eso, también veo que has mejorado tu francés.
- Nunca dejé de practicarlo.
- Eso es bueno... Quieres quedarte aquí ¿no es cierto?
- Si fuera posible...
- Lo es chico, no es molestia ninguna... Elliot.
- ¿Padre?
- ¿Puedes mirar si hay sitio en la buhardilla?
- Claro, lo haré en seguida.
Después de una pequeña charla fui con Alejandro al ático, el lugar estaba sucio, polvoriento y lleno de trastos inútiles. El ático era algo pequeño, su suelo consistía en un parqué de madera oscura, además el techo estaba inclinado hacia ambos lados. En sí el atico no era una habitación lujosa al contrario que las otras habitaciones pero era posible vivir allí, además había algo que hacía que valiera la pena, al final de la habitación había una pequeña ventana desde la que había una vista preciosa del Campo de Marte.
Aquella habitación era un sitio que solía visitar cuando me encontraba mal, Alejandro vivió allí cuando eramos pequeños y solía quedarme a dormir con él por lo que siempre me acostaba allí intentando traer a mi mente buenos recuerdos.
- Ha pasado mucho tiempo -dijo contemplando la habitación-.
- ocho años...
- Sí... Pero sigue como lo recordaba, solíamos jugar aquí con tus hermanos.
- Fue hace mucho tiempo... Siento el desorden por cierto.
- No es nada, Lo pondré todo en orden.
- No es necesario, llamaré más tarde a las sirvientas.
- Solo es unas cuantas cajas, puedo hacerlo solo.
Alejandro entró en la habitación, abrió la ventana para que entrara un poco de aire y se fuera aquel olor a suciedad, luego empezó a mover cajas y trastos haciéndose un pequeño sitio entre toda esa basura. Me quedé mirándolo unos minutos y finalmente me decidí a ayudarle.
Juntos limpiamos todo el lugar aunque al acabar me sentía un poco humillado, él podía llevar 3 cajas llenas de objetos pesados perfectamente mientras que yo apenas podía con una, mis delicadas manos no estaban hechas para el trabajo físico, por otro lado Alex estaba muy experimentado en aquello. Me distraí contemplando su cuerpo de nuevo y debido a aquel despiste tropecé con una caja pequeña y caí al suelo esparciendo por el suelo decenas de tubos de pintura y pinceles.
- ¿Estás bien? -me dijo arrodillándose a mi lado-.
- S-sí... Tropecé y me he caído... Siento lo de tus cosas...
- No te preocupes, no se ha roto nada ¿Que tal estás tú? ¿Te has hecho daño?
- No importa...
- A mí sí.
- Estoy bien -dije levantándome con su ayuda- me duele un poco la rodilla.
- ¿Puedes andar?
- Sí, no ha sido grave...
- Vale, pero será mejor que te sientes -dijo señalando a un catre improvisado con un montón de sábanas y mandas en el suelo-.
- Lo siento... Se supone que debía ayudarte y solo te he entorpecido.
- ¿Que te ha pasado? -empezó a recoger sus cosas-.
- ¿Que?
- Quiero decir... Has cambiado desde que éramos niños, antes eras un niño alegre.
- Quizás me recuerdas mal...
- No, te recuerdo perfectamente Elli...
- La gente cambia...
- ¿Y yo? ¿He cambiado?
- Sí... Eres fuerte... Y me confías seguridad...
- ¿Antes no lo hacía? -bromeó-.
- Es diferente...
- Bueno...
No pudo terminar su frase cuando Catherine irrumpió en la habitación, ella era una chica de mi edad, unos meses menor que yo, rubia y de ojos azules.
Al entrar en la habitación se sorprendió al verme acompañado por Alejandro, supongo que le extrañaba que alguien sin amigos como yo tuviera a otro chico en su casa.
- Elliot ¿Quien es ese?
- Oh... Este es Alejandro, un amigo de la infancia.
- Hola -sonrió-.
- ¿Alejandro?
- Sí.
- ¿Es español?
- Sí...
- ¡Elliot! ¡Los franceses y los españoles somos enemigos naturales! Como los españoles y los ingleses... O los españoles y los portugueses... O los españoles y los estadounidenses... O los españoles y otros españoles.
- ...
- Es broma, estoy encantada de conocerte Alejandro.
- Gracias.
- Em... Catherine... ¿Que haces aquí?
- Madre me pidió que le entregara a tu padre un regalo y vine a saludarte de paso.
- Entiendo.
- Debo irme ya... Nos vemos luego.
- Sí... Vale.
Catherine dejó la habitación, por suerte no hizo preguntas innecesarias. Tras irse miré a Alex que se había quedado mirando al lugar donde antes se encontraba Catherine, más tarde giró la cabeza y me miró.
- ¿Quien era?
- Catherine... Ella es mi prometida...
- ¿Tu prometida? ¿En serio?
- Sí...
- ¿Y porque no fuiste con ella?
- ¿Porque debería?
- La amas ¿no?
- ¿Amarla?
- Si te casas con alguien se supone que la quieres ¿No?
- No... Este matrimonio es concertado por nuestros padres.
- ¿Concertado?
- Su familia es rica y la mía también... ¿No es suficiente?
- Pienso... Que deberías estar con la persona que amas y no por lo que diga tu padre.
- No... Yo solo quiero ser útil... Cumplir con las expectativas...
- Elliot...
- No te preocupes, soy feliz si los demás son felices y Cath está feliz conmigo... Y mi padre... Y...
- Como veas.
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La Ciudad De La Luz (GAY)
Romance1887: Elliot es un joven francés, hijo menor de una familia de la alta burguesía parisina. Su familia está llena de triunfadores y de gente increíble pero él no consigue encontrar su vocación en la vida. Por suerte siempre tuvo a su lado a su amigo...