d o c e

35 8 0
                                    

Alma;

Empezamos a hablar más.

Hoy, cuando me invitaste a tu casa, estaba fría y oscura, no como antes la recordaba.

Pero qué mas da.

Fue maravilloso volver a sentarnos abrazados en el tobogán que hay en tu patio.

Te rodeé con mis brazos. Y pude ver lo frágil que eras. Tan liviana que temía romperte.

Luego subí las mangas de tu abrigo. Tus brazos estaban repletos de cicatrices antiguas. Las acaricié, como pensando que de algún modo mi tacto te sanaría.

Encendí un cigarrillo para ti, y entonces comprendí todo.

Comprendí que te había logrado desnudar frente a mis ojos.

Acaricié tus cicatrices. Oí tus penas. Memoricé tus manías. Te oí hablar de las cosas que odias. De las cosas que amas.

De esa manera tan peculiar que tienes de amar las cosas, de amar hasta que duela por dentro y por fuera.

Y en ese momento te estaba amando. Cada detalle que aquél día saqué de ti y me lo memorice, por si acaso.

Y te amo.

¿Es eso bueno o malo?

No huyas de mi, te lo pido por favor.

No sería capaz de vivir sabiendo que le hice daño a alguien tan frágil y que ha soportado tanto.

¿Por qué, Alma?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora