c i n c o

42 8 1
                                    

Alma;

Hoy de nuevo estabas mal; lo supe en cuanto me observaste desde tu asiento.

Me lanzaste una mirada, como esperando que viera lo que había en tus ojos; dolor.

Créeme, Alma; lo vi.

Estaba tan emocionado de que por lo menos compartieras eso conmigo; te devolví una mirada, diciéndote «lo sé».

Seguías rota, eso nadie lo puede arreglar; no sé exactamente qué o quién te hizo esto, pero estoy seguro de que es permanente.

De que estas heridas no cierran.

No te preocupes Alma; te regalaré unas vendas;

te ayudaré a cubrir las cicatrices que nadie ve; y si lo necesitas, puedo darte un abrazo.

Creo que nunca te han dado uno, o al menos no desde hace mucho tiempo.

Un abrazo de verdad, Alma; que junte un poquito todas tus partes rotas.

Volvimos en el autobús, sentados los dos en el mismo asiento; y fumamos un cigarrillo cada uno

Me prestaste uno de tus auriculares; una música tan rota y maravillosa como tú.

¿Recuerdas cuando éramos niños y solíamos ser amigos?

Luego, la sociedad nos separó, como suele hacerlo con todo el mundo.

Me observaste a los ojos todo el camino; como queriendo decirme algo, queriendo que entendiera;

parecías a punto de estallar.

Todo esto sin decir una palabra.

Dime, Alma;

¿Que sucede dentro de ti?

¿Qué es eso que te llena los ojos de lágrimas?

¿Qué es lo que quieres decirme?

¿Por qué, Alma?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora