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Narra Tifany

Despierto con el Leo al lado, siempre viene a acostarse a mi cama y no me doy cuenta. Él sigue durmiendo, ni se mueve, hasta que comienzo a hacerle cariño. Se molesta un poco, pero después se deja querer. Es el mejor gatito y el más lindo del mundo. De repente, comienza a maullar, siempre que lo hace es porque tiene hambre o sed, o ambas, así que me levanto para darle el desayuno a mi pequeño gatito.

-Debes estar agradecido de que tienes a la mejor dueña del mundo-le digo a Leo cuando se pone a comer, él me mira con cara de "no entiendo nada estúpida humana".

Después de eso, voy a preparar el desayuno para mí, ya que me muero de hambre. ¡Siempre que despierto estoy muerta de hambre! No entiendo porqué. Me preparo unos huevos fritos y caliento el pan. El huevo es lo más rico que hay en el mundo, adoro el huevo.

Cuando termino de comer, subo a mi habitación y veo el teléfono, nada. Dejo mi orgullo de lado y le hablo a la Pancha, claro. No quiero parecer desesperada así que dejo pasar una hora antes de contestar si es que me ha respondido el mensaje. Cuando veo el teléfono, veo que lo ha respondido.

Hablamos por WhatsApp por un par de horas, hasta que me dice que tiene que irse y que me hablará más tarde, sé que es mentira, porque siempre me ha dicho lo mismo en todos estos años y nunca lo ha cumplido, pero la amo tal y como es, olvidadiza.

Busco un libro para no aburrirme y leer un rato, leeré el primero que encuentre. Encuentro una mierda llena de polvo y se me sale un estornudo.

-Joder que viejo está esto-digo pensando en voz alta. Me acuesto en mi cama y me dispongo a leer el viejo libro.

Esta es la mierda más aburrida que puede haber existido, no entiendo como el autor puede haber publicado tal escoria, pero bueno, no tengo otra cosa qué leer. Mientras sigo leyendo la mierda de libro, suena mi teléfono y me asusto.

-¡MIERDA!-se me escapa un grito de susto.

-¡Hermana, no digas malas palabras-me regaña mi hermano pequeño entre risas.

-Cállese, muchachito-digo riendo.

-¿Aló?-contestó y no me doy cuenta de quién llama.

-¡Prima! ¿Cómo estay?- es la Gabi.

-¿Bien y tú?- mi mente hace un flashback a la noche en que me invitó a su fiesta, o lo que haya sido eso.

-Bien, oye.. Sabes que la Pauli no ha dejado de preguntar por ti, siempre dice que por qué no le doy tu numero o algo así, obviamente no se lo he dado, porque no sabía si querías que se lo diera y..-la interrumpo.

-Entiendo, hiciste bien en no dárselo, fue un error, no le des información mía, por favor-digo desesperadamente rápido- en serio, no sé porqué hice eso..-digo decepcionada de mí misma, todavía no puedo creer lo que hice esa noche.

-Tranquila prima, no lo haré. Igual, deberías venir un día para acá, en serio, podrías conocerla mejor.. es súper simpática y es buena chica-dice tratando de convencerme- te juro que la conozco bien y.. está loca por ti-dice entre risas.

-No lo sé, tendría que pensarlo-digo poco convencida.

-Piénsalo, me avisas, ¿ya?-dice en tono chillón.

-Que sí..-respondo.

-Ok. Hablamos por WhatsApp, ¡cuídate!

-Tu también, chao- y corto la llamada.

Ahora que lo pienso mejor, tampoco es mala idea, sería una forma de relacionarme con otras mujeres que son igual que yo, una forma de no estar siempre pasando el tiempo con la Pancha, siento que la abrumo y la presiono demasiado.

Luego de almorzar, le envió un mensaje a la Gabi de que iré cuando se junte con sus amigos. Me responde al instante con caritas sonrientes y un "wujuuu!". Dice que vaya el próximo fin de semana.

Si es que voy a Concepción tendré que decirle a mi papá y.. mierda..

Será una larga semana.

Cómo ser lesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora