Capítulo 1

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Nos mudamos. A mi padre le han trasladado el trabajo la central de Catalunya y tenemos que irnos a vivir ahí. A Catalunya. Nada más y nada menos. Me tocará aprender a hablan el catalán, hacer nuevos amigos, estar en una nueva escuela, lo odio. Me encanta Madrid, no quiero irme, no quiero despedirme de él.

Estamos en el aeropuerto esperando al avión mientras nos despedimos. Mis amigos han venido a decirme adiós, les echaré de menos

-No te preocupes, Mimi, sabes que nos veremos y hablaremos por Skype. –me dijo Laia, mi mejor amiga.

-Lo sé pero no quiero dejaros, no quiero irme.

-Mimi ven aquí, anda. Como te voy a echar de menos. –me llamó Carlos.

Le abracé y vi como aparecía alguien detrás suyo.

-¿Óscar? –pregunté.

-¡Sorpresa pequeña! –exclamó. -¿Pensabas que no me despediría de ti? Eres como mi hermana y no quiero que te vayas. –dijo.

Estallé en un mar de lágrimas cuando le oí decir aquello. Óscar es uno de mis mejores amigos, llevamos juntos desde enanos pero creo que lo que siento por él es algo más que un bonito amor de amigos.

A las 18:00 despegaba nuestro avión. Adiós Madrid.

Durante el vuelo estuve leyendo hasta que mi hermano pidió un refresco y me distraje viendo como se lo tomaba.

-¿Quieres Mimi? –me preguntó.

-No, gracias, sabes que no me gusta el gas. –respondí.

Mi hermano era 3 años mayor que yo pero nos llevábamos genial. Lo miré, tenía sus cascos puestos y movía la cabeza al ritmo de la música.

-¿Qué escuchas, Hugo? –dije, quitándole uno de los cascos.

Él me miró sorprendido.

-No te gusta mi música, siempre lo has dicho. "Es una música estridente donde hablan más que cantan." –dijo, imitando mi voz.

-¡Idiota! Va déjame un casco y oigamos la música del señor.

Efectivamente, seguía escuchando las mismas canciones de siempre. Intenté entender algo de la letra pero hablaba muy rápido. Le miré, ¡se las sabía todas!

Se encendieron las luces que indicaban que debíamos atarnos los cinturones. Supe que ya llegábamos a Barcelona.

En el Aeropuerto del Prat recogimos nuestras maletas y cogimos un taxi que nos llevó hasta nuestra nueva casa.

No era la primera vez que venía a la casa, la había visitado algunas veces con mi padre para traer algunas cosas y montar algún mueble. Era más grande que la de Madrid y mi habitación había salido beneficiada con gran parte de la vivienda.

Entré en mi dormitorio y vacié las cosas que necesitaba de mi maleta, mañana ya vaciaría lo demás y lo ordenaría en mis armarios.

Estaba sentada en la cama cuando entró mi madre

-¿Estás bien, hija? –me preguntó preocupada.

-Mamá, yo no quería venir aquí, Madrid me gusta mucho y mi vida está ahí.

-Lo sé Miriam, pero tu padre tenía que trasladarse aquí, ya lo sabes. Barcelona te encantará, la gente es estupenda y hay una playa magnífica.

-Debe ser lo único bueno. –dije sin ganas de hablar.

-¡Mónica! –se oyó a lo lejos.

-¡Voy, cariño! –respondió mi madre. –Miriam, relájate y disfruta de las nuevas cosas.

-Intentaré, mamá.

Me puse el pijama y me acerqué al comedor para cenar.

En la mesa hablábamos de mi nuevo instituto y de la universidad de mi hermano cuando decidí irme a la cama, mañana era mi primer día de instituto e iba a ser muy largo.

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A las 6:40 sonó el despertador, no quería levantarme. Me aseé, me vestí y fui a desayunar.

-buenos días, pequeña. –me saludó mi padre.

-buenos días, papá.

-¿Estás preparada para tu primer día? –me preguntó mi hermano.

-No tanto como tú, hermanito.

Me comí las tostadas y me fui hasta el instituto. Debía llegar pronto, pues tenía que pedir muchas cosas en secretaría.

Me dieron el horario, la agenda y una hoja donde escoger mis clases optativas. Era martes, primera hora. Miré en el horario: "Clase1 13, primera planta." Fui al aula mientras todo el mundo que se encontraba en los pasillos me miraba extrañado. Entré en la clase y me senté en uno de los pupitres libres. Minutos después entró el profesor de filosofía y dijo:

-Nois, avui faré classe en castellà ja que la nova alumna de Madrid no entén el català. Serà així fins que pugui entendre més coses. –entendí algunas cosas, las cuales me sorprendieron, en Madrid eso no lo harían. –Por favor, Míriam, acérquese.

Me levanté cuidadosamente y fui hasta el frente de la clase donde estaba el profesor.

-¿Podrías contarnos algo de ti para que tus nuevos compañeros te conozcan? –me pidió.

-Intentaré.

Hasta el finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora