Me encontraba cenando con mis padres, Hugo y Mario.
Cuando picaron al timbre mi madre fue a abrir mientras yo bajaba las escaleras.
-Hola, Mario. ¿Cómo tu por aquí? -le preguntó mi madre.
-Buenas noches, vengo a traerle a Miriam la bolsa de su nuevo vestido.
Mi madre, como de costumbre, le invitó a quedarse a cenar con nosotros y, finalmente, se quedó. Estuvimos hablando de que iban a hacer mi hermano y él al acabar la universidad. Hugo quería hacer un doctorado, mientras que Mario se quería ir a vivir a Inglaterra con sus tíos.
-¿Y cómo que mi amigo tenía tu nuevo vestido? -me preguntó Hugo extrañado.
No sabía que contestar. No podía contarle lo de su regalo y Mario lo entendió.
-Me la he encontrado en el centro con mi hermano. Queríamos comprarle un regalo a mi madre para su cumpleaños y en esa tienda estaba ella. Luego la he acompañado a casa y sin querer me he llevado su bolsa. -dijo él.
-¿Y tú porque estabas en el centro? -volvió a preguntarme mi hermano.
-Necesitaba un vestido para la fiesta de Clara.
Se notaba como mi hermano no las tenía todas consigo sobre la historia que, a medias con mi aliado, nos habíamos inventado. Hugo no preguntó ni hizo referencia a nada más relacionado con esa tarde. Comimos un pastel de crema que hizo mamá y, tras hablar un poco más, acompañé a Mario a la puerta.
-Muchas gracias por el vestido.
-No hay de qué. Gracias por la cena y por la tarde que hemos pasado juntos.
Desperté con el timbre de la puerta de casa, me había dormido. Estaba muerta de sueño, pero había quedado con Christian y Clara para ir a la playa. Me vestí rápidamente con mi bikini blanco y me puse un vestido verde encima. Metí la crema solar, la toalla y el móvil en mi bolsa y bajé al piso de abajo donde, para mi sorpresa estaban los hermanos junto a un flotador gigante ya hinchado. Fuimos hasta el coche de Christian, aparcado dos calles detrás de la mía y nos dirigimos a la playa más cercana. Allí, tomamos el sol y nos bañamos varias veces cuando no podíamos aguantar más tiempo en la toalla. Jugamos con el flotador gigante y, entre los dos, me tiraron del hinchable hasta que conseguí tirarlos a ellos. A la 1 del mediodía fuimos hacia su casa a comer juntos. Su madre había dejado unos macarrones preparados para nosotros. Pues, por lo visto, Chris no era un cocinero muy bueno. Al acabar de comer, él se fue a su habitación y Clara y yo nos quedamos viendo una película. Nos pasamos toda la tarde llorando y comentando lo guapo que salía Leonardo Di Caprio siempre. Cuando llegaron sus padres decidí irme a casa de una vez, tenía que preparar cosas para el lunes.
Esperaba que estuviera toda la familia, pero no había nadie. Cogí mi móvil para llamar a mi madre cuando vi que no tenía batería. De golpe, la puerta se abrió y una mano me cogió de la muñeca y me metió en un coche.
-Joder Miriam, ¿dónde está tu móvil? Mamá y yo llevamos rato llamándote. -me dijo Hugo.
-No tengo batería. ¿Se puede saber qué pasa?
-Papá está ingresado, no sé porque, mamá dice que nos lo dirá al llegar.
Me fijé en el conductor, Mario. Qué raro, pensé irónicamente. Mario nos dejó en urgencias y se fue a dejar el coche mientras Hugo y yo subíamos a la habitación con mi madre, que estaba esperándonos en la puerta.
Mamá nos llevó a la habitación donde se encontraba mi padre. Antes de entrar nos contó que a papá le habían entrado unos dolores intensos de cabeza y se había desmayado. Cuando mi madre le llevó al hospital, supo que se había quedado en coma.
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Hasta el fin
Romance¿Es posible vivir en eterno amor? Quiero decir, es posible que, hasta cuando tienes que abandonar tu vida y mudarte, puedas enamorarte de alguien. ¿Es posible que con el corazón dañado te vuelvas a enamorar? Mi corazón está loco, igual que yo. Soy M...