Capítulo 11

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Pasó una semana desde que me enteré de que Eva y Adri estaban juntos.

Adri aún no me lo había contado y, por supuesto, Eva tampoco. Desde aquella noche en la que me di cuenta de que la chica que había besado al chico que me gustaba era ella, no había querido saber nada. Sobre mi amigo, al chico del cual estaba enamorada y por el que hubiera hecho miles de cosas, no sabía qué hacer.

Una tarde Clara y yo quedamos para ir a tomar un helado al centro, comprar algo de ropa y hacer nuestra noche de chicas en mi casa.

Ya en la heladería, Clara pidió un helado de vainilla mientras yo me tentaba más por el chocolate, nos sentamos en unos bancos y empezamos a criticar y a comentar sobre todos los que pasaban por delante nuestro. En cuanto nos acabamos hasta la última gota de helado, nos dirigimos a unas tiendas cercanas.

-Mimi, tienes que alejarte de él. Te sigue gustando, pero él está con otra. Cuanto más cerca estés de él, más sabrás y más daño te hará. -me dijo Clara mientras miraba una blusa colgada cerca de ella.

-Lo sé, pero no puedo. En cuanto dice "Mimi" yo ya estoy pegada a él. No puedo evitarlo. -dije. Aunque tal vez sí que podía, pero no quería.

-Haz algo: cada vez que diga tu nombre, imagínate la escena que viste en el portal de Eva.

Y así fue. Las siguientes semanas fui capaz de irme alejando de Adri poco a poco. Tanto, que varias veces me preguntó si me pasaba algo. No nos tocó hacer más trabajos juntos, pues ya me había encargado de hacerle saber al profesor que me incomodaba un poco y lo entendió a la perfección.

Eran las diez de la noche, estaba en mi cama tumbada mirando mi cuenta de Instagram cuando me llegó un mensaje al móvil.

Adri: *¿Sales?*

Miriam: *¿A dónde?*

Adri: *Estoy en tu calle. No podía dormir y necesito hablar contigo.*

Miriam: *¿A las 10 de la noche?*

Adri: *Porfa*

No podía decirle que no. Sabía que no debía salir a hablar con él, pero no pude evitarlo. Mi amor por él aún estaba jodiéndome. Abrí mi ventana y salí a mí balcón, me subí al árbol y bajé a la calle.

-Mimi. -oí detrás de mí.

-Hola. -respondí.

-¿Vamos a sentarnos? -asentí con la cabeza ante su proposición y fuimos a unos bancos de un parque cercano.

De golpe, empezó a narrar:

-Estoy medio saliendo con Eva. Yo no quería relaciones, no quería líos, no quería nada, solo amigas. Pero un día ella me pidió que la acompañara a una fiesta en la que no conocía a nadie y, borrachos, nos liamos. Luego, Eva se pensó que era una relación seria, pero yo no lo veía así. Nos vimos algunas veces más hasta que decidí intentarlo de verdad. No estoy enamorado de ella, al menos no aún, pero lo estamos intentando. Si te cuento esto es porque eres mi amiga, una gran amiga y creo que me podrías ayudar en distintas cosas. A parte, necesitaba contártelo. Des de que te conocí has estado a mi lado y quiero que lo sigas estando.

Intenté digerir todo lo que me había dicho pero no pude.

-¿Medio saliendo que significa? -fue no único que pude decir en ese instante.

-Miriam, a todo lo que te he dicho, ¿sólo se te ocurre decir esto?

-¿Qué quieres que diga? ¿Qué gracias por contármelo un mes y poco más tarde? ¿Qué soy tu amiga ahora pero antes no?

-¿Qué? -me preguntó, confuso.

Decidí contárselo todo.

-Te vi. Os vi. Iba a la academia cuando me crucé con vosotros dos y luego vi como os besabais en su portal. Sé que no hace dos días de eso, hace mucho más. Así que el hecho de que me lo cuentes ahora no me sirve nada más que para saber que, a parte de pensar que soy tonta, eres un arrogante y egoísta que, como tiene problemas y necesita ayuda, viene a contármelo y a ver si le ayudo, pero a mi no me la cuelas tan rápido. Yo todo eso ya lo sabía. Y lo peor es que yo estaba enamorada de ti.

-Lo último que vi fue como su boca se cerraba de golpe y sus ojos buscaban un sitio donde mirar, tal vez para salir corriendo. -le conté a Clara.

-¿Cómo pudiste decirle todo eso y luego irte sin esperar a que te respondiera?

-No quería saber nada más. Y prefería sacármelo todo de una vez. -le dije, finalizando la conversación.

Lloré. Hubo noches en las que lloraba por lo idiota que había sido al confiar en un chico como él. Debería haberme alejado en cuando le oí decir que él no quería relaciones. Pero por más que intentase hacerle creer a Clara que le odiaba, no podía engañarme a mí misma.

Una tarde, cuando volvía a casa después de la academia, opté por ir a mirar algunas tiendas al centro. Pasé por al lado de un escaparate en el que lucía una chaqueta de cuero negra y, recordando que el cumpleaños de Hugo era en un mes, decidí comprarla. Entré en la tienda, pedí la talla de mi hermano y, mientras pagaba la chaqueta y un vestido turquesa que había visto para mí, una voz conocida me habló.

-Es bonita, ¿pero no crees que te iría mejor alguna talla menos? -dijo la voz.

-¡Hola Mario! ¿Qué tal estás? Ah, ¡no! La chaqueta es para mi hermano, será su cumple en un mes. -respondí alegre al ver de quien se trataba.

Estuvimos hablando un rato en la cola para pagar y, cuando puso una montaña de ropa encima del mostrador, mientras sacaba su cartera para pagar, no pude evitar que mi boca se abriera y mis ojos también.

-¿Todo eso es para ti? -pregunté, aunque más tarde me moría de vergüenza. Eso no era de mi incumbencia.

-Si, ¿para quién sino? Mi hermano pequeño usa muchas de mis camisetas y camisas y se me estaban quedando cortas. He aprovechado para comprar todo lo que podía ya que están de rebajas.

-¿Tienes un hermano?

-Ahá, se llama Eric. No nos parecemos mucho, pero es igual de alto que yo.

Me contó pocas cosas más de su familia y, al salir, me propuso acompañarme a casa. Encantada de que alguien me hiciera compañía, acepté.

Hubo muchos temas de conversación. Me enteré de que estaba estudiando para ser químico, algo que, por lo visto, le venía de familia. Le conté que ya dominaba el catalán mayormente, aunque había palabras que aún no conocía. También le expliqué que hacía danza contemporánea y él me explicó que le gustaba hacer skate.

-¿Enserio? Recuerdo que una vez que probé de subirme a uno me acabé rompiendo la mano izquierda.

-¡No es tan difícil! Una tarde te vienes con nosotros al parque y verás todo lo que hacemos.

-Ya veremos.

Llegué a casa y escondí el regalo de mi hermano bajo la cama. Estaba cansada, me hubiera encantado irme a dormir, pero mi madre estaba cocinando la cena así que no podía acostarme.

Encendí el portátil y me puse a mirar las fotos que tenía en él. Salía con los chicos de Madrid, alguna con Clara y Christian y las otras con Hugo haciendo muecas divertidas. Mientras recordaba todos esos instantes, llamaron al timbre de casa.

Hasta el finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora