Miro el cielo.
Se ha nublado-por fin-y me pongo a buscar formas en esa masa vaporosa y esponjosa de tonos grisáceos. Ojalá llueva pronto, porque amo la lluvia, mojarme hasta escurrir.-Lluvia, lluvia....-tarareaba, alzando mis manos al cielo-lluvia cae ya, moja todo pronto, que tus aguas borren todo....lluvia llevatelo todo-seguí improvisando esa cancioncita. Era un momento muy tranquilo, allí en ese pequeño bosque a donde fuimos de paseo. En ese lugar cada que llovía los riachuelos que se formaban literalmente lavaban el terreno....y esta vez urgía una "limpieza".
-¿Ustedes no quieren que llueva?-les tomé las manos, había algo húmedo...creo que era yo, pues me había ensuciado las manos tras mi arduo trabajo. Una me miraba fijamente de un modo que me incomodaba un poco, y la otra me ignoraba por completo-no dicen nada...¿por qué? nunca dicen nada....sólo me ignoran o se burlan.
Las solté y me puse de pie. Me empecé a sentir molesta de nuevo, molesta y triste. Mis "buenas amigas" nunca lo fueron...en el fondo siempre se burlaron de mi, pero yo con tal de no estar sola no hacía caso de ello. Pero me cansé y hablé con ellas dejando muy en claro mi postura y creo que se enojaron y por eso no dicen nada....quizás así calladas estaban mejor; ya no soportaría sus voces chillantes.
Se obscurecía más, llegaría la hora de irnos y justo cuando comenzaba a preocuparme, llovió. Primero fue una llovizna sutil, fina y suave como una brisa del alba, poco a poco la fría precipitación se volvió más fuerte, impetuosa. Reí y elevé las manos.
-Lluvia lávalo todo, borra los senderos hechos, llévate la porquería y deja sólo la calma-susurré mientras el agua me iba empapando, generando varios tonos en mi y en el suelo. Agua incolora que purifica....¿qué colores ha tomado ahora? rojo....rojo intenso, rojo pálido....rojo. Los pequeños riachuelos eran rojos, rojo carmín, ese hermoso color que se llevaba la vida con él.
Tomé el cuchillo que había llevado para quitar la vegetación estorbosa y lo hundí en el piso, era hora de volver o me perdería. Miré a mis ex amigas de la forma más despectiva que pude y luego reí. No eran la sombra de lo que siempre fueron, ni se diferenciaban bien sus facciones. Me despedí de ellas dándoles un besito a cada una, descubriendo cada vez más el profundo odio que les tenía....esas malditas. Ahora estaba libre de ellas, por fin. Antes de irme tomé algo que siempre me gustó...
Llegué al autobús empapada como me gustaba, el profesor preguntó por esas arpías. Sólo pude negar. Con la lluvia no podían ir a buscarlas y debíamos irnos, ya mandaría a alguien. Me senté en un lugar vacío y miré mi tesoro en el bolsillo del pantalón: dos grises, dos azules, y lo mejor de todo es que ya no tenían esas miradas insolentes y burlonas. Los guardaría con cuidado junto al resto.
-Siempre me gustaron sus ojos...