Lo más deprimente de mi existencia, es eso.
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En los tiempos de cólera, lo que menos da es hambre.
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Hace tiempo que sospecho que acomodada en tu pecho yo alcanzaría la gloria.
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Eres mi pedazo de estrella.
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Te quiero cómo el mar quiere al pez que nada dentro, dándole de respirar y protegiéndolo del viento.
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Con tan sólo una sonrisa, mi cabeza volvió loca.
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Quiéreme por lo que pueda llegar a ser en tu vida, tan loca y absurda como la mía.
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Tú piensas que la luna estará llena para siempre. Yo busco tu mirada entre los ojos de la gente.
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Sufres porque no sabes cómo parar el tiempo, yo sufro porque no sé de que color es el viento.
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Tú guardas en el alma bajo llave lo que sientes, yo rompo con palabras que desgarran como dientes.
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Siempre era ella la que se desnudaba, prefirió sola que mal acompañada.
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Maldita vida loca, maldita su boca que dijo no quererle más.
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Llorando preguntó —Por qué?! —con rabia a un espejo, lejos de contestar, éste le envió un cruel reflejo.
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Él siempre creyó que un disco duro era un disco de metálica, que las varillas del paraguas eran mágicas, y los gemidos de las putas de verdad.
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Dibujaba siempre su nombre en los cristales.
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Fumar puede matar, pero también matan tus besos.
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Me siento pulgarcito recién salió del cuento, pequeño y atontado delante de tu cuerpo.
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Hoy siento que la vida se ríe de mí en la cara, tan grande el paraíso y yo he escogido tu manzana.
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Para qué tanto trabajo, que pongan más bajos los techos del cielo, por mucho que salto no llego.
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Hoy tus ojos no tienen color, y la única foto tuya se me rompió.
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Empiezo a pensar que era verdad lo que dijiste un segundo antes de marchar.
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Y aunque en realidad yo no lo he pasado bien, te sigo esperando.
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Sabes mejor que nadie lo mucho que te quiero.
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Y me consumo como una vela, no quiero a nadie a mi alrededor que me salpique es puta mierda, que algunos todavía llaman "amor".
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No he vuelto a saber de ti, y éste invierno es frío.
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Tienes un antojo en lo más bajo de la espalda, donde pierdo la memoria.
