Capítulo 7 ♥

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El repiqueteo de la lluvia hacía que fuese casi imposible mantenerse concentrada. En el aula tan sólo se oían los firmes pasos del profesor de historia, que se paseaba de un lado a otro revisando nuestros folios. El mío, como de costumbre, aún estaba en blanco. Odio tener la cabeza llena de ideas y no encontrar nada al escribir, pensar mucho y expresarme muy poco. Hay veces en las que sabes qué quieres escribir pero tu cabeza está de viaje.

La campana me liberó de la mirada aniquiladora que Don Martín me hubiera lanzado de haber encontrado mi maravilloso ensayo de apenas una línea: ''Ruth Opazo Fernández 2º A''

Intenté escabullirme entre la multitud de jóvenes que se agolpaban en el pasillo. Un intento exitoso de no ser porque choqué contra alguien y mi montaña de libros, cuadernos y folios cayó al suelo. Alcé la vista pidiendo disculpas cuando me topé con el muchacho del autobús.

-Deberías mirar por donde vas.- contestó él.

-Deberías ser un poco más educado.- repliqué.

Puso los ojos en blanco y en un esfuerzo sobrehumano se agachó y recogió algunos de mis cuadernos. Hice un gesto con la mano para que me los devolviera, pero en vez de eso, abrió uno de ellos y empezó a pasar las páginas curioseando.

Encontró una en la que había dibujado en letras grandes: ''And after all, you are my wonderwall''

-Vaya, ¿fan de Oasis?-

Afirmé con una sonrisa. Quizás no era tan horrible como pensaba.

-Menuda mierda de música, no deberías estancarte en eso. Evoluciona un poco. - completó. Definitivamente, sí, es tan horrible como pensaba.

-Vete a la mierda...- repliqué tajante y le arrebaté mi cuaderno.

Una vez en mi taquilla, guardé en ella como pude aquel amasijo de papeles y libretas. Apoyé mi cabeza en ella. No sabía ni cuando había escrito eso en mi cuaderno pero de repente un recuerdo vino a mi mente: 

''-Esta canción me gustaría dedicársela a una persona muy especial en mi vida. Te quiero, enana- dijo dirigiéndose a mí. ''

Cerré los ojos, el recuerdo se hizo tan real que sentí como si pudiera verle en frente de mí. Como si aún estuviera ahí, subido en el escenario, micrófono en mano.

Unas manos se posaron en mi cintura. Por un momento dudé que estuviera sucediendo, que fuera real, que Isaac estuviera allí, pero no. Me giré rápidamente con un ápice de esperanza, pero quien me sujetaba era Izan.

-Perdón, ¿te he asustado?- sonrió.

-No, está bien, tan solo estaba en mis cosas...- Mi cara de desilusión era más que notable.

-¿Pasa algo?- dijo mientras acariciaba mi mejilla. Negué con la cabeza y fingí una sonrisa.

Izan me llevó en moto hasta mi casa, alegando que me veía demasiado triste como para irme yo sola.

Encendí el ordenador. Desde lo que pasó con Isaac,  había tenido en mente escribir un blog. Tenía la página creada desde hacía ya tiempo, desde que me cambié de colegio y conseguí liberarme del San Andrés, pero aún no había ninguna entrada.

Pasé más de treinta minutos con la página abierta intentando escribir algo, pero de nuevo, nada salía de mi cabeza. Finalmente me di por vencida, y lo dejé para otro día.

Barbie no siempre fue perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora