Me quedé embobada mirando a la nada, y sin darme cuenta de que la moto ya no estaba en movimiento. El atractivo rubio, cuyo nombre aun no me había desvelado, se bajó primero.
-Vamos, que al final llegamos tarde- dijo con su, ya característica, sonrisa. Me tendió la mano invitándome a bajar del vehículo.
-¿Sabes que tutor nos ha tocado?- pregunté realmente curiosa.
-Sí, la hamster- dijo entre carcajadas- Bueno, es verdad, que eres nueva- continuó riendo- Su nombre es Carolina- dijo, ahora ya con un toque de seriedad. Sabía perfectamente quien era esta profesora, era mi profesora de Lengua. Era una mujer amable, a la que la gente apreciaba, pero a mí nunca me terminó de caer bien.
-Es amable y suele caer bien-. Parecía que me leyera la mente.
-¿Y por qué la hamster?- Reí fingiendo ignorancia.
-Bueno... Digamos que tiene unos exuberantes incisivos- Reímos los dos. Era cierto, sus paletos destacaban bastante en su cara.
Pasamos los diez minutos que quedaban sentados en un banco del patio, hablando, conociendonos... etc. Estabamos en medio de un serio debate sobre por qué los hamsters molan más que los conejos (no preguntéis como llegamos hasta ese tema) cuando la alarma empezó a sonar. Eran las 8:30, la alarma era realmente puntual. Al ser el primer día no haríamos absolutamente nada, el típico ejercicio de presentación que hacían todos los profesores para rellenar las dos horas del primer día.
El aula era bastante amplia, cabrían unos 40 alumnos. Tenía un corcho al fondo, decorado de manera infantil, con trabajos y murales de años anteriores. Una de las cosas que mas odiaba de Carolina, o Carol como la llamaban el resto del profesorado, era que nos tratara como a niños pequeños. Solía dar clases a niños de parbulario y no se daba cuenta de que ya no tenemos 5 años, si no 18. Un ejemplo claro de este enervante comportamiento eran los trabajos, nos mandaba hacer murales, lo cual yo consideraba, y considero, jodidamente estúpido.
En la parte delantera del aula había una pizarra digital, odiaba este tipo de tecnología. Y sí, supongo que os iréis dando cuenta de que yo odio muchas cosas. La principal razón por la que odio las pizarras digitales es porque soy una amante de la grafología, de la escritura a mano. Me encanta ver como escribe la gente porque ,aunque no lo creais, vuestra letra dice mucho de vosotros. Si haces la letra grande o pequeña, redonda o alargada, si separas mucho las palabras o las colocas todas juntas y otros muchos factores pueden decirme como eres psicológicamente.
Y con las pizarras digitales toda esa ''magia'' se pierde. No podía averiguar nada de los profesores si escribían a ordenador, y eso para mí era un verdadero hándicap.
Me senté en la segunda fila, en la columna del medio, no fue nada premeditado, tan solo me llamaron la atención los garabatos que había en aquel pupitre. El rubio de ojos claros se sentó a mi lado.
-Bien, como ya sabréis, vamos a hacer una presentación- dijo Carol cuando estabamos todos sentados -Bueno, empezaremos por orden de lista.- continuó.
-Izan Álvarez, a la pizarra, por favor- dijo Carol. Se me puso la carne de gallina, ese nombre era inconfundible, era él, era mi pesadilla.
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Barbie no siempre fue perfecta
Ficção AdolescenteRuth, una joven de apenas 17 años, decide volver a la ciudad de su infancia y enfrentarse a su pasado y a la gente que tanto daño la había hecho. ¿Se acordaran de ella? Especial agradecimiento a @VicLoo por esta portada tan bonita ¡Gracias! :D