Llegaste a mi vida creyéndote un héroe
no de cuento,
con cuentos.
Tiraste la puerta y forzaste la cerradura
y te lo repetí tantas veces
déjame ir.
Parecían más suspiros que súplicas,
pero me abrazabas y me olvidaba.
Como todo,
fue efímero
aquel día no te lo supliqué.
Me fui,
sin despedidas trágicas,
sin amargas promesas que ahogan al corazón.
Y eso es lo que pasa,
que no te deje entrar
y tú,
sólo me facilitaste el salir.
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Donde se suicidan las metáforas. ©
PoesíaLas metáforas se suicidan y dejan, bajo sus pies, un charco de tinta del que los artistas beben para después, escu(l)pir al papel. No se admite la copia y/o adaptación de esta obra.