Qué triste fue que la mejor historia que supimos formar fuese, en realidad, un desastre.
No sé en qué momento no fue la ropa lo único que ocupó el suelo, en que momento, fueron nuestros restos los que adornaron la habitación. Y me mirabas y me intentabas gritar "auxilio" o es es lo único que entendía en tu mirada.
Y llamarlo amor sería mentir y suficientes destrozos hicimos ya.
Seamos realistas, seguimos de una pieza y ese es el maldito problema, que no es que dos formen uno, es que a uno le sostenga alguien las manos cuando se le desmontan las piezas, alguien que se moleste en quitarte todas y cada una de las sobran.
Ojalá no hubiésemos sido tan torpes de dejarnos peor de lo que estábamos.
Es paradójico aún veo el fuego ardiendo a mi alrededor y, sin embargo, tú ya no estás.
Dime, ¿cómo lo llaman a eso?
Dime, ¿dónde narices están las cenizas?
Que las recoja para poderme ir.
Y este es el estúpido problema de la palabra amor o, quizá simplemente del amor, que no tiene ni sentido y sólo llegar a la palabra ya es una locura.
Que nos perdonen por haber jugado con este sentimiento tan torpe, que nos perdonen por haber querido llegar a más, que nos perdonen por no haber sido.
Ya vendrá alguien que nos recoja.
Te miro y no estás.
Me miras y me estoy yendo.
Y lo sabemos, sabemos que siempre fue un "ni contigo ni sin ti".
¿Qué hemos hecho?
Llámalo amor porque, quizá, no nos quisimos dejar ir.
Llámalo amor porque, quizá, fue tan jodido el decir basta como cuando te rompen el corazón.
Llámalo amor porque ya da igual, porque esta habitación ya está vacía, porque ya ni si quiera sabemos sostenernos la mirada.
Podríamos haber sido, sin embargo, no fuimos.
Así que, llámalo amor si quieres, pero el único nombre que conseguí para aquello fue desastre. Un desastre que no supimos dónde meter después.
Esto es lo que aprendimos del fuego, que quemarse, nunca, es la peor de las consecuencias y de eso no hay nada escrito.
[como de nosotros.
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Donde se suicidan las metáforas. ©
PoésieLas metáforas se suicidan y dejan, bajo sus pies, un charco de tinta del que los artistas beben para después, escu(l)pir al papel. No se admite la copia y/o adaptación de esta obra.