Capitulo 17

1.1K 40 7
                                    

Había llevado a cuestas la moto junto con Axel mientras caminábamos hasta la fuente, era la única parte donde podíamos hablar tranquilamente sin sentirme observada por una panda ansiosos por lo que estaba ocurriendo y yo todavía no sabía nada.

No podía ni intuir que me quería decir. Se le veía completamente ido, completamente inmenso en su mundo. Habíamos dejado las motos a un lado, y permanecíamos mirándonos a los ojos.

Llevábamos así unos cuantos minutos, sin que ninguno de los dos dijese nada y rompiese el hechizo.

-¿Puedo? - preguntó. Fruncí el ceño.

Axel se acercó a mi hasta quedarse justo a tres centímetros de mi.

Una de sus manos la alzó y recorrió con su pulgar parte de mi mejilla, mi mentón y repasó mi labio inferior. Al comprender que era lo que me estaba pidiendo - no iba a negarme - asentí.

Las mariposas que habían estado invernando durante tres meses estaban despertando de su sueño tan profundo y volaban alegres en mi estomago. Axel rozó su nariz con la mía. Y antes de que me diese cuenta o pudiese pensar. Capturó sus labios con los míos en un infamante beso pasional cargado de desesperación por ambas partes.

Entrelacé su pelo entre mis dos manos para acercarlo más a mi y no soltarlo. Eso era lo que más echaba de menos. Esas pequeñas caricias que él hacía en mi espalda o mi cintura siempre que me besaba, esos besos llevándome a lo mas alto en tan solo unos segundos.

-Me vuelves loco Katherine - dijo entre besos - loco.

-Te eché de menos - contesté en su boca.

-Mmm... Yo nunca dejé de pensar en ti - susurró capturando de nuevo mis labios.

¿Por qué me estaba comportando como una novia? Una que necesitaba decirle cuanto lo había echado de menos después de pasar X tiempo junto él. Yo no era su novia, ni siquiera me acercaba a ser alguien para él - retóricamente hablando, aun no estaba todo dicho - ¿por que me sentía como tal? Me sentía en el séptimo cielo siempre que estaba con él, olvidaba incluso cual era mi nombre, pero él, con esa lengua, lo decía tan jodidamente sexy. Basta Katherine Jones, no es momento de pensar en eso

-¿Volverás a marcharte? - cerré los ojos y negué con la cabeza. No tenía ni la más mínima intención de marcharme de nuevo. Y menos de marcharme de su lado.

-Soy mayor de edad - me hundí de hombros.

-Tengo un regalo para ti - sonrió ampliamente.

No era muy fan de las fiestas de cumpleaños o los regalos sorpresa que muchos me hacían.

Incluso odiaba mi cumpleaños. Cuando era más pequeña, lo pasaba junto con mis padres en las mejores atracciones de feria de Toronto, viajábamos por semanas todos juntos y disfrutábamos como locos de mi cumpleaños y de lo que era la feria. Poco a poco, con el tiempo, eso se fue dejando y pasaron las fiestas caseras en casa. Me sentía igual de a gusto y feliz. Estaba con mis padres. No puedo decir que no haya experimentado momentos con ellos y que perdí un tiempo valioso. Los tuve a mi lado siempre que quise y más de lo que merecía. Claro que aun faltaban cosas por pasar con ellos, mi primera vez con un chico y contarle a mi madre mis inseguridades que no podía contar a Caden, mis líos amorosos; aquellos pequeños problemas que a la larga yo sola los afronté y ponerme una figura paterna, de nuevo, me costó, no era la misma cría de diez años o de doce. También había madurado rápido.

-No necesito un regalo - contesté insegura. No quería regalos.

Odiaba que alguien se gastase el dinero en mi. Y si podía evitarlo era lo mejor. Tal vez muchos me consideran como una egoísta consumidora para su propio bienestar y placer, pero estoy segura que yo no era ni soy así. Quiero decir, cuando se trata de estás fechas tan importantes para el resto del mundo, yo me sentía incomoda viendo miles de regalos delante de mis narices, ¿como podía decirle a todos esos chicos que yo no quería su estúpido dinero? Con que estuviesen allí me estaban demostrando más que un jodido objeto. Tal vez era egoísta y lo seguiré siendo. Pero se perfectamente que el amor no se compra con mierdas y regalos. Nada de flores, nada de cajas de bombones en forma de corazones, nada de cheques regalo, nada. Su presencia era el jodido y mayor regalo que podían darme.

Déjame volar #1 ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora